«El objetivo general no es causar daños «aceptables» a los seres humanos y el medio ambiente; el objetivo principal es evitar los daños hasta donde podamos».
El principio de la precaución representa una nueva manera de tomar decisiones acerca del medio ambiente y la salud. El propósito del enfoque preventivo es tomar decisiones hoy en día de las cuales no nos arrepentiremos en 50 años. A medida que se va conociendo mejor el enfoque preventivo, se va estudiando y criticando, lo cual es normal para las ideas nuevas. Aquí presentamos críticas comunes al enfoque preventivo, y después ofrecemos algunas respuestas a los críticos. Naturalmente, las nuestras no son las únicas respuestas posibles.
Antes de continuar, deberíamos distinguir el enfoque preventivo de la vieja manera de tomar decisiones. (La llamo la «vieja manera» porque está siendo sustituida por el nuevo enfoque preventivo en muchas partes del mundo -pero en la mayor parte de Estados Unidos se sigue usando la «vieja manera»).
La vieja manera de tomar decisiones suponía que podíamos hacer una «evaluación de los riesgos» de cualquier actividad (tal como agregar el químico éter metil terbutílico [MTBE, por sus siglas en inglés] a la gasolina, o enterrar desechos radiactivos en el suelo, o abrir nuevas brechas para la industria maderera en un bosque). La evaluación de los riesgos nos diría la probabilidad y cantidad de daños por la actividad, y entonces tendríamos que hacer cumplir los límites a la actividad para prevenir que los daños sobrepasen los niveles «aceptables». En el caso de daños que son raros o desconocidos, la vieja manera supone que nos enteraremos de estos daños ocultos de maneras que pueden ser desagradables y traumáticas, pero que no serán inaceptablemente costosas o dolorosas.
La vieja manera suponía que las personas y corporaciones tienen el derecho a hacer cualquier cosa que quieran (mientras sea legal) hasta que un tercero pueda probar que ha ocurrido un daño, momento en el cual puede comenzar un proceso de resolución de disputa, que frecuentemente requiere décadas de esfuerzos y millones de dólares. Este sistema requiere que suceda un daño y debe probarse que ocurrió antes de que se consideren las medidas alternativas. Vienen a la mente los grandes daños por la pintura con plomo, la gasolina con plomo y los asbestos. Resumiendo, la vieja manera preguntaba «¿qué tanto daño es aceptable» o «¿cuánto daño podemos permitirnos?» y después intentaba limitar las actividades para mantener los daños dentro de aquellos límites. Y la carga de las pruebas de los daños se colocó sobre quienes resultaban perjudicados -dependía de ellos probar que estaban resultando perjudicados antes de que pudieran considerarse medidas alternativas.
El principio de la precaución es una manera diferente de tomar decisiones – una manera que se concentra más en prevenir los daños.
De una u otra forma, el principio de la precaución ha sido ampliamente adoptado en tratados y acuerdos internacionales [1], e incluso ha sido adoptado formalmente por el gobierno de Estados Unidos, el cual firmó la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1992 [2]. (Desafortunadamente, Estados Unidos aún no ha actuado en relación con ese compromiso).
He aquí un ejemplo de cómo funcionaba la «vieja manera»: alguien desarrolla un nuevo químico para limpiar neveras. El fabricante lleva a cabo una «evaluación de los riesgos» de ese químico y determina que sólo causará daños «aceptables» a los seres humanos y al medio ambiente. El fabricante comercializa el químico, crea una «necesidad» de él mediante la publicidad, y se embolsa el dinero. El fabricante tiene fuertes incentivos para no estudiar los efectos de su químico, así que los primeros indicios de problemas son reportados por los ciudadanos, y esos primeros reportes son ridiculizados, negados y etiquetados como «ciencia chatarra». Al cabo de un par de décadas, el fabricante del químico (sin nunca admitir que los ciudadanos tenían la razón) introduce un nuevo químico para limpiar neveras que según dice está mejorado y sólo causará daños «aceptables». Su evaluación de los riesgos lo demuestra. La vorágine continúa.
El principio de la precaución comienza preguntando: «¿Cuál es el objetivo?» Respuesta: Neveras limpias. «¿Cuál es la manera menos perjudicial de lograr el objetivo?» Esto conlleva a un estudio de maneras alternativas de limpiar neveras y una búsqueda de la manera menos perjudicial (incluyendo, probablemente, vinagre y agua o quizás jabón y agua). El objetivo general no es causar daños «aceptables» a los seres humanos y el medio ambiente; el objetivo principal es evitar los daños hasta donde podamos. Una vez que se ha escogido la manera menos perjudicial, la observación continúa en caso de que la decisión haya sido errada (siempre existe esa posibilidad).
He aquí respuestas a algunas de las críticas a la precaución:
Crítica #1: Hay muchas maneras de enunciar el principio de la precaución, así que no tiene sentido.
Respuesta #1: En todas las formulaciones del principio de la precaución encontramos estos elementos comunes:
1) Si tenemos una sospecha razonable de daños
2) acompañada de incertidumbre científica, entonces
3) todos tenemos el deber de tomar medidas para prevenir daños.
El principio de la precaución no nos dice qué clase de medidas tomar. No nos dice que prohibamos algo o que paralicemos algo o que regulemos algo. Sin embargo, supone que nuestro objetivo es prevenir los daños, y se está desarrollando un consenso de que pueden ser útiles varias clases de medidas [3]:
** establecer metas;
** estudiar todas las alternativas razonables para lograr estas metas, con la expectativa de que se preferirá el enfoque menos perjudicial;
** mover la carga de las pruebas sobre los proponentes de las nuevas actividades o tecnologías -ellos llevan la carga de presentar información acerca de las consecuencias esperadas de sus actividades propuestas, observando y reportando a medida que se desarrolla la actividad, accediendo a pagar por cualquier daño que tenga lugar, y haciéndose responsable de remediarlo según sea necesario; y
** aquellos que resultarán afectados por la decisión deberían ayudar a tomar la decisión.
Por lo tanto, el principio de la precaución está suficientemente bien definido para que las personas lo usen en el mundo real.
Crítica #2: No se necesita la precaución. El sistema regulador actual funciona bien y no hay necesidad de cambiarlo.
Respuesta #2. Existen muchos casos bien documentados en los que la «vieja manera» nos ha dejado un legado de problemas muy costosos por los cuales estamos pagando ahora (y estamos luchando por solucionar), que incluyen: el agotamiento de las pesquerías; los daños por la radiactividad; las exposiciones al benceno, los asbestos y los PCB [bifenilos policlorados, por sus siglas en inglés]; los daños a la capa de ozono de la Tierra; las exposiciones a la hormona artificial dietilestilbestrol (DES); el uso excesivo de agentes antimicrobianos y promotores del crecimiento; el plomo en la gasolina y el MTBE como substituto del plomo en la gasolina; el tributil estaño como pintura contra la podredumbre en barcos y botes; la contaminación química de los Grandes Lagos; y más. Esta lista podría extenderse fácilmente – contaminación y reducción drástica del salmón, bajos niveles de muchos químicos exóticos en las provisiones de agua potable típicas; la pérdida de especies a un ritmo de 100 a 1000 veces mayor que el ritmo histórico de las extinciones; la escasez de agua en muchas partes del globo, incluyendo el oeste americano; el aumento en la frecuencia del asma, la diabetes, los problemas del sistema nervioso, los cánceres de la infancia, etc. [4]
Crítica #3: El enfoque preventivo está dirigido a lograr cero riesgo, lo cual es imposible.
Respuesta #3: Los defensores del principio de la precaución comprenden que la tecnología moderna siempre supone riesgos, y que no puede lograrse el cero riesgo. La meta de la precaución es un menor riesgo, no cero riesgo. Sin embargo, el enfoque preventivo responde a los riesgos de una nueva manera. Como vimos arriba, la «vieja manera» pregunta «¿qué tanto daño es aceptable?» El enfoque preventivo pregunta, «¿qué tanto daño se puede evitar?»
El principio de la precaución se necesita cuando algo que valoramos mucho se encuentra amenazado y requiere medidas preventivas y protectoras; para evitar amenazas a su integridad; o para evitar que las amenazas se materialicen en daños [5].
El principio de la precaución se necesita especialmente para evitar daños que pudieran extenderse o volverse serios o irreversibles. La precaución
también es partidaria de evitar cualquier daño que se pueda evitar fácilmente. Resumiendo: «mejor seguro que arrepentido» y «una puntada a tiempo ahorra ciento».
Crítica #4: El principio de la precaución está opuesto a la ciencia.
Respuesta #4: El principio de la precaución adopta y usa toda la ciencia disponible. No hay nada opuesto a la ciencia en él.
Una diferencia clave entre la «vieja manera» y la precaución es sus distintas respuestas a la incertidumbre científica. La vieja manera toma la incertidumbre científica como una luz verde: siga adelante hasta que la ciencia pueda probar que hay daños.
El principio de la precaución toma la incertidumbre científica como una luz amarilla, o en algunos casos incluso como una luz roja. El principio de la precaución supone que la incertidumbre científica es en sí una razón para preocuparse. Cuando la incertidumbre científica se combina con la sospecha razonable de daños, entonces se justifican las medidas preventivas.
Cuando vemos nubes de humo saliendo de un edificio, ¿estudiamos la situación de manera pasiva hasta que estamos 100% seguros de la causa del humo, o llamamos al departamento de bomberos (medidas preventivas) al mismo tiempo que intentamos saber más acerca de lo que sucede?
Algunos críticos parecen sentir que el enfoque preventivo está opuesto a la ciencia sencillamente debido a que presta atención a la incertidumbre científica. Pero la ciencia siempre establece una cuidadosa distinción entre lo que se sabe y lo que no se sabe -así que prestar atención a la incertidumbre es una parte normal de la ciencia. Como ciudadanos, prestar atención a la incertidumbre simplemente es tener sentido común -si no estamos seguros de lo que hacemos, deberíamos proceder con precaución.
Crítica #5: El principio de la precaución detendrá el progreso. Si hubiésemos usado la precaución como nuestra guía en 1890, nunca hubiésemos desarrollado el automóvil.
Respuesta #5: En 1890, las personas necesitaban mejores medios de transporte para sustituir al caballo. Si se hubiese usado un enfoque preventivo en 1890-1900, se hubiesen considerado las alternativas disponibles en ese momento (trenes, autobuses, tranvías eléctricos, funiculares, más automóviles eléctricos, automóviles de vapor y automóviles con motor de combustión interna que usan gasolina).
Desafortunadamente, un pequeño número de personas dominaban las decisiones en 1900 y ellas escogieron desarrollar el motor de combustión interna que usa gasolina, y después comprar y desmantelar las líneas de tranvías y trenes de la competencia. Hoy en día todos luchamos con las consecuencias de aquellas decisiones (calentamiento global, ciudades atascadas con carreteras y automóviles, la muerte de 60,000 personas al año por la contaminación del aire y otras 40,000 que mueren en accidentes, etc.). Las personas necesitaban nuevas formas de transporte en 1900, pero las decisiones tomadas en ese momento no siguieron un enfoque preventivo y resultaron malas. El enfoque preventivo por lo menos hubiera obligado a la consideración abierta de los riesgos y beneficios de cada alternativa, y le hubiese dado la preferencia a la menos dañina de ellas. Un proceso como ése no nos hubiese dejado a todos al lomo de los caballos, pero bien hubiera podido producir un sistema de transporte diferente del que estamos luchando por sustituir hoy en día, debido a que ha probado ser tan costoso y perjudicial.
Crítica #6: La precaución reprime la innovación y destruye los empleos. (Ésta es similar a la Crítica #5.)
Respuesta #6: Por el contrario, el principio de la precaución ya está estimulando la innovación técnica, a medida que buscamos nuevas formas de satisfacer nuestras necesidades y minimizamos los daños al medio ambiente y a la salud humana. Gran parte de la tecnología moderna es incompatible con los seres vivos y debe ser sustituida por tecnologías más nuevas basadas en principios aprendidos de la naturaleza. La precaución crea incentivos para la «química ecologista», la «ingeniería ecologista» y el «diseño ecologista». Necesitamos transporte -pero probablemente la mejor respuesta no sean los automóviles que tragan gasolina. Necesitamos energía -pero probablemente la mejor respuesta no sea quemar más carbón o crear más desechos radiactivos inmanejables en plantas de energía nuclear. Necesitamos alimentos -pero las granjas que dependen fuertemente de fertilizantes sintéticos, pesticidas químicos y cultivos de ingeniería genética pueden no ser la mejor respuesta debido a que son tan costosas.
Las necesidades humanas no han cambiado, y serán satisfechas de una u otra forma. La pregunta es, ¿perjudicaremos el planeta y reduciremos el futuro de nuestros hijos mientras satisfagamos nuestras necesidades, o podemos encontrar formas de vivir en armonía con la naturaleza? Al desarrollar tecnologías avanzadas compatibles con la naturaleza, los empresarios encontrarán (y crearán) oportunidades maravillosas para ellos mismos y para otros. El transporte, la industria manufacturera, la agricultura y los sistemas de energía, todos tienen que ser reinventados, basados en la cooperación con la naturaleza en lugar de dominarla. Las oportunidades para la creación de empleos obviamente son substanciales [6].
Crítica #7: El principio de la precaución está basado en valores y emociones y no en la ciencia.
Respuesta #7: Todo lo que hacemos está basado en valores. Por supuesto que el principio de la precaución está basado en valores, pero también lo está la vieja manera -los dos enfoques tan sólo ponen énfasis en diferentes valores.
El principio de la precaución pone en claro un conjunto de valores -proteger a los seres humanos y a los ecosistemas- y los pone delante de lo demás. Con la «vieja manera» tratamos de esconder nuestros valores detrás de la «ciencia», usando la incertidumbre científica como una pantalla para valorar las ganancias privadas a corto plazo e ignorar las consecuencias ambientales/públicas y a largo plazo de nuestras acciones.
Incluso la ciencia comienza con valores. La investigación científica siempre comienza haciendo una pregunta, y las preguntas que los científicos escogen preguntar se originan de valores particulares, suposiciones particulares acerca de lo que es importante [7]. Así que con la ciencia y la precaución, al igual que con todo lo demás en la vida, los valores vienen primero [8]. No hay nada de malo en esto. De hecho, no hay manera de evitarlo. Poner en claro los valores ayuda a las personas a entender qué es lo que sucede en realidad y aclara nuestra escogencia como ciudadanos.
Los defensores del principio de la precaución sin duda no le dan la espalda a la ciencia, pero tampoco le dan la espalda a otras clases de conocimiento. La ciencia no es la única manera válida de aprender sobre el mundo; otras clases de conocimiento pueden ser útiles para quienes toman las decisiones -conocimiento histórico, conocimiento comercial, conocimiento espiritual, conocimiento local, preferencias de la comunidad, valores culturales, percepciones artísticas, etc.; todo puede tener un papel valioso a la hora de informar a quienes toman las decisiones.
La ciencia no puede decirnos qué es lo mejor para la sociedad. Los expertos científicos pueden proporcionar información valiosa, pero cuando se trata de determinar objetivos políticos y definir políticas públicas, los científicos no tienen ninguna pericia especial. Como dijo la Agencia Ambiental Europea, «la ciencia debería ser importante, pero no lo principal». Nosotros los ciudadanos deberíamos decidir qué es lo que queremos en realidad (nuestros objetivos), tomar en cuenta toda la información científica disponible, tomar en cuenta toda la otra información relevante, luego hacer lo posible por convertirnos en personas sensatas con poder de decisión.
¿Quiénes son las personas sensatas con poder de decisión?
** Aquellos que están dispuestos a observar las consecuencias de sus decisiones, a intentar aprender de decisiones pasadas [9];
** aquellos que están dispuestos a revisar decisiones pasadas de manera periódica, actualizar sus evaluaciones y modificar las políticas de acuerdo con ellas;
** aquellos que favorecen decisiones que pueden ser echadas atrás si las cosas comienzan a salir mal;
** aquellos que experimentan e intentan saber más antes de comprometerse totalmente con algo desconocido;
** aquellos que consideran todas las alternativas disponibles, tomando en cuenta tanto los costos como también los beneficios antes de proceder;
** aquellos que involucran las partes afectadas en las decisiones desde las etapas más tempranas, cuando se hacen las preguntas y se establecen los objetivos;
** aquellos que toman en consideración la equidad intergeneracional en todas las decisiones, preguntando si estamos cargando las generaciones futuras con costos (o con menos oportunidades) que deberíamos cargar nosotros mismos;
** aquellos que preguntan si la justicia y la imparcialidad aumentarán por la decisión;
** aquellos que preguntan si la decisión aumentará o disminuirá las desigualdades dentro y entre las comunidades;
** aquellos que preguntan qué efecto tendrá la decisión sobre los más vulnerables y los menos capaces entre nosotros.
Crítica #8: El principio de la precaución prevé un nuevo papel para el gobierno, un papel sin precedentes o legitimidad.
Respuesta #8: Por el contrario, el gobierno tiene una antigua obligación legal de tomar medidas preventivas para proteger el fideicomiso público.
La Doctrina del Fideicomiso Público es una doctrina legal que nos llega desde el derecho romano, a través del derecho inglés, a las leyes de las 13 colonias originales y ahora a los estados [10]. La doctrina del fideicomiso público afirma que el soberano (en nuestro caso, el gobierno estatal) tiene el deber inalienable (un deber que no se puede negar ni transferir) de proteger el patrimonio común -aire, agua, flora y fauna, salud pública, herencia genética y más- el cual todos heredamos y del cual todos somos propietarios juntos y ninguno de nosotros lo posee de manera individual [10].
Como guardián, el gobierno debe proteger los bienes fiduciarios (la naturaleza y la salud humana) para los beneficiarios del fideicomiso (las generaciones actuales y futuras). El gobierno incluso tiene el deber de proteger los bienes fiduciarios de las acciones dañinas de los mismos beneficiarios, y así cada cierto tiempo el gobierno tiene que poner límite a algunas de las prerrogativas de la propiedad privada, para proteger el patrimonio común de las generaciones actual y futuras.
Al cumplir con su deber de proteger el fideicomiso público, el gobierno tiene el deber de prever los daños y mirar hacia el futuro para proteger el fideicomiso contra amenazas inminentes [11]. Si el gobierno espera hasta que pueda demostrarse sin lugar a dudas que ha habido daños, entonces será demasiado tarde -la propiedad fiduciaria resultará perjudicada y el gobierno habrá fracasado en su deber como guardián.
El principio de la precaución proporciona una manera de que el gobierno cumpla con su responsabilidad de proteger el fideicomiso público, se anticipe a los daños y los evite, prevea y prevenga.
Crítica #9: Las evaluaciones de los riesgos se basan en suposiciones conservadoras y por lo tanto constituyen toda la «precaución» que necesitamos.
Respuesta #9: Las evaluaciones de los riesgos típicamente estudian una sola opción, no una gama de alternativas. Por lo tanto, las evaluaciones de los riesgos no hacen la pregunta preventiva básica, «¿cómo podemos minimizar los daños a la vez que logramos nuestro objetivo?»
Debido a que frecuentemente no están disponibles los datos básicos sobre los riesgos para el medio ambiente y la salud, los evaluadores de los riesgos substituyen el mejor juicio y los cálculos profesionales. Además, las evaluaciones de los riesgos intentan compensar por lo desconocido y lo que no se puede saber aplicando «factores de incertidumbre» de 10 ó 100 ó 1000. Como resultado de esto, dos evaluadores de riesgos igualmente calificados trabajando con los mismos datos básicos pueden llegar a conclusiones muy diferentes acerca del riesgo [12]. Las revisiones críticas de las evaluaciones de los riesgos por todos los interesados pueden reducir el grado de desacuerdo, pero sigue siendo cierto que la evaluación de los riesgos puede variar inmensamente, dependiendo de quién la lleva a cabo. Como dijo el primer administrador de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (U.S. Environmental Protection Agency), William Ruckelshaus, en 1984: «Deberíamos recordar que los datos de la evaluación de los riesgos pueden ser como el espía capturado: si usted lo tortura por suficiente tiempo, le dirá lo que usted quiera saber» [13].
Por lo tanto, la evaluación de los riesgos de una sola opción no es preventiva. De hecho, las evaluaciones de los riesgos frecuentemente se usan sólo para alegar que una cierta cantidad de daños es justificable, no para saber qué cantidad de daños se puede evitar.
Además, en lugar de aceptar que la carga de presentar la información necesaria descansa en la parte que está buscando imponer riesgos sobre la sociedad, los evaluadores de los riesgos frecuentemente tratan de compensar su carencia de datos básicos aplicando «factores de incertidumbre», como si las suposiciones pudieran substituir adecuadamente el conocimiento real. Esto no es preventivo en ningún sentido de la palabra.
La evaluación de los riesgos pudiera tener un papel en un proceso de decisión preventivo, al evaluar los riesgos -y los beneficios- de todas las alternativas disponibles. El trabajo de los evaluadores de los riesgos pudiera considerarse entonces en la decisión junto con muchos otros factores.
Crítica #10: La precaución exige pruebas de seguridad, lo cual es imposible.
Respuesta #10: La precaución no exige pruebas de seguridad; exige que quien origine el riesgo deba poner su mayor empeño en conseguir la información necesaria para evaluar los posibles daños causados por la actividad, un empeño que sea abierto y esté sujeto a revisiones críticas por todas las partes afectadas. Exige la aceptación de los intereses de la comunidad en el resultado. Exige el compromiso de la observación continua y la información abierta a medida que se desarrolla la actividad, y acceder a pagar por cualquier daño que tenga lugar, y ser responsable de remediarlo según sea necesario.
Pero todavía no hay garantía de que ninguna empresa en particular pueda cumplir con el compromiso financiero inherente a «acceder a pagar por cualquier daño que tenga lugar, y ser responsable de remediarlo según sea necesario». Si el programa Superfund nos ha enseñado algo, es que hasta las grandes empresas afirman que no les alcanza el dinero para remediar los problemas que ellas han creado.
Para disuadir las empresas piratas, y para institucionalizar el principio de que «el contaminador deberá pagar», el economista ecológico Robert Costanza ha propuesto un bono de garantía del «principio preventivo del pago del contaminador» (4P, por sus siglas en inglés) [14, págs. 209-215].
Usando el enfoque «4P», antes de que pueda introducirse una nueva tecnología, proceso o producto químico, el peor daño se calcularía en dólares. Entonces se le exigiría al proponente de la nueva actividad que fije una obligación por la cantidad total antes de poner en funcionamiento dicha actividad.
Tales «bonos de garantía» son comunes hoy en día en la industria de la construcción, para asegurar que un trabajo será terminado según lo programado. Estos bonos están dirigidos a mantener las empresas piratas fuera del negocio de la construcción, donde pudieran descuidar los detalles y poner en riesgo la salud pública.
Una obligación «4P» en realidad mueve la carga de las pruebas sobre el proponente -la carga de presentar información que demuestre que la actividad es menos perjudicial de lo que se suponía inicialmente (o, si los daños resultan evidentes, la carga de pagar restitución mediante la pérdida de una porción de la obligación). Una obligación «4P» también le daría al proponente incentivos financieros fuertes para reducir los daños del peor caso, por ejemplo, mediante la adopción de alternativas intrínsecamente más seguras.
Crítica #11: No necesitamos esta nueva manera de hacer las cosas ya que lo estamos haciendo mejor de lo que lo hicieron nuestros predecesores.
Incluso lo estamos haciendo mejor de lo que lo hicimos el año pasado. Tenemos nuevas tecnologías que no contaminarán tanto como lo hacían las viejas tecnologías.
Respuesta #11: El problema no es si usted lo está haciendo mejor que sus predecesores, o mejor de lo que usted lo hizo el año pasado. La pregunta es: ¿está usted haciendo todo lo que pueda por proteger la salud humana y el medio ambiente? El enfoque preventivo supone que usted quiere lograr sus propios objetivos, y los objetivos de la comunidad, mediante los medios menos perjudiciales disponibles. La precaución proporciona una manera de saber si usted está cumpliendo con ese parámetro.
* Por Peter Montague
Fundación para Investigaciones Ambientales (Environmental Research Foundation)
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[1] El lenguaje de la precaución ha sido adoptado en muchos tratados y convenciones internacionales, tales como la Declaración del Mar del Norte (1987), el Protocolo de la Capa de Ozono (1987), la Declaración Ministerial de la 2da. Conferencia Mundial sobre el Clima (1990), el Tratado de Maastricht que creó la Unión Europea (1994), la Ley del Mar de las Naciones Unidas (2001), y el Protocolo de Cartagena sobre la Bioseguridad (2000), entre otros.
[2] El Principio 15 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992); dice: «Para proteger el medio ambiente, el enfoque preventivo deberá ser aplicado ampliamente por los Estados [naciones] de acuerdo con sus capacidades. Donde haya amenazas de daño serio o irreversible, la falta de una certeza científica total no deberá ser usada como una razón para posponer medidas rentables para prevenir la degradación ambiental». Rentable significa con el mínimo costo. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=377
[3] Carolyn Raffensperger y Joel Tickner, eds. Protecting Public Health and the Environment; Implementing the Precautionary Principle. Washington,
D.C.: Island Press, 1999.
[4] Poul Harremoes y otros, Late lessons from early warnings: the precautionary principle 1896-2000 [Environmental Issue Report No. 22] (Copenhagen, Denmark: European Environment Agency, 2001). (Documento de 3 megabytes). Disponible en: http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=301
[5] Carl Cranor, «Some Legal Implications of the Precautionary principle: improving information-generation and legal protections,» European Journal of Oncology (2003; Supplement 2), págs. 31-51. http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=373
[6] Frank Ackerman y Rachel Massey, Prospering with Precaution; Employment, Economics, and the Precautionary Principle (Medford, Mass.: Global Development and Environment Institute, Tufts University, 2002).
Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=218
[7] David Kriebel y otros, «The Precautionary Principle in Environmental Science,» Environmental Health Perspectives Vol. 109, No. 9 (sept. 2001), págs. 871-876. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=170
[8] Nancy Myers, «The Precautionary Principle Puts Values First,» Bulletin of Science, Technology and Society Vol. 22, No. 3 (junio, 2002), págs. 210-219. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=188 [9] Donald Ludwig, Ray Hilborn y Carl Walters, «Uncertainty, Resource Exploitation, and Conservation: Lessons from History,» Science Vol. 260 (2 de abril de 1993), págs. 17, 36. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=201
[10] Peter Manus, «To a Candidate in Search of an Environmental Theme: Promote the Public trust,» Stanford Environmental Law Journal Vol. 19 (mayo 2000), págs. 315 y siguientes. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=234
[11] James T. Paul, «The Public Trust Doctrine: Who Has the Burden of Proof?» Trabajo presentado en julio de 1996 en Honolulu, Hawaii, en un encuentro de la Western Association of Wildlife and Fisheries Administrators. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=190
[12] Ver Rachel’s #420 en http://www.rachel.org/bulletin/index.cfm?issue_ID=705
[13] Ruckelshaus, W. Risk in a Free Society. Risk Analysis.1984; 4 (3):157-162. Disponible en http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=361
[14] Robert Costanza y otros, An Introduction to Ecological Economics (Boca Raton, Fla.: St. Lucie Press, 1997). La obligación «4P» fue descrita en SYMA #510, disponible en http://www.rachel.org/bulletin/index.cfm?issue_ID=613. Ver también http://www.rachel.org/library/getfile.cfm?ID=310
Fundación para Investigaciones Ambientales (Environmental Research Foundation)