La autora de la réplica a mi artículo «Cuarta Ronda por la independencia de Cataluña» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235861 asegura con razón que yo me ubico en coordenadas políticas anarquistas y anticapitalistas. Y desde luego ecologista, soy verde-separatista. La autora se pregunta: «¿Puede un anarquista estar a favor de la creación de un nuevo muro-Estado, un proyecto político […]
La autora de la réplica a mi artículo «Cuarta Ronda por la independencia de Cataluña» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235861 asegura con razón que yo me ubico en coordenadas políticas anarquistas y anticapitalistas. Y desde luego ecologista, soy verde-separatista. La autora se pregunta: «¿Puede un anarquista estar a favor de la creación de un nuevo muro-Estado, un proyecto político dirigido, además, por sectores de la burguesía catalana, con amplio apoyo en sectores de la pequeña y mediana burguesía, y con apoyos más que discutibles en la esfera internacional (el último, el de la ministra austríaca de Exteriores, miembro de un partido de extrema derecha)? Pues parece ser que sí. La duda de fondo: ¿JMA es un pensador anarquista o un nacionalista secesionista a prueba de refutaciones y críticas?»
Yo devolvería la pregunta. Si la disyuntiva es, como se ha presentado en cuatro votaciones en Cataluña desde noviembre 2014 a diciembre 2017, por un lado intentar que nazca una república catalana (posiblemente algo oligárquica y corrupta) o por otro lado continuar en una monarquía borbónica comprobadamente oligárquica y corrupta, ¿usted que prefiere? Y si se abstiene o se va por las ramas del «referéndum pactado» en un futuro muy lejano, usted opta de hecho por la continuidad.
Con razón digo que «se ha logrado poner la cuestión catalana en la política europea y hasta internacional, aunque este es un país sin gran relevancia pues de cada mil personas del mundo, una solamente vive en Cataluña». Eso es cierto. A veces pienso que siendo tan pocos estamos molestando ya mucho. En fin. Señalo además que en la primera votación el 9 de noviembre de 2014, ganó la opción Sí-Sí por 80% y admito por supuesto que hubo mucha abstención de quienes se oponían a la propia idea de un referendo. El total de votantes fue inferior al 50% del censo. La réplica de Rosa Guevara es: » ¡Y tan inferior! Fue menor del 40%».
Y efectivamente, como entusiasta partidario del Sí-Sí publiqué un artículo sobre ese «Ensayo de Referendo en Cataluña». http://www.jornada.unam.mx/2014/11/15/opinion/024a1mun. Rosa Guevara contesta: «¿Y cómo es posible que un economista ecologista como él, políticamente anarquista, sea un entusiasta partidario del SÍ-SÍ?». Es porque prefiero una república catalana por conocer que una monarquía borbónica española ya demasiado conocida. Alguna contradicción hay sin duda, porque a pesar de mi anarquismo últimamente no paro de votar.
En cuanto al porcentaje de votos del Sí-Sí en 2014 fueron 1,897,274, con una participación ligeramente por encima de los 2.340.000 ciudadanos (que incluyó a los No y a los Sí-No). El censo era de cinco millones y medio de electores, ampliado a extranjeros residentes y mayores de 16 años (cifras de Carles Castro, en La Vanguardia, 4 junio 2017). http://www.lavanguardia.com/politica/20170604/423174080514/consulta-unilateral-participacion-9n.html
Para derrotar a los Sí-Sí hubiera hecho falta un alud de abstencionistas votantes de más de un millón y medio. Posible pero improbable porque los abstencionistas se dividen en dos grupos: los intencionales y los «técnicos» o «naturales» que nunca votan por estar enfermos, por errores del censo…
De ese cálculo cierto de que habían votado algo menos del 40% surgió el mito «españolista» de que si los abstencionistas intencionales salían a votar, la hipotética «mayoría silenciosa» contraria a la independencia se iba a imponer fácilmente. Pero no ha sido así.
La segunda ronda fue en las elecciones regionales de 2015. Como escribí, «dos partidos nacionalistas, Convergència y ERC (dirigidos por Artur Mas y Oriol Junqueras), se unieron en la candidatura Junts pel Sí que obtuvo 62 escaños de 135, mientras que un partido anti-capitalista, feminista y ecologista, la CUP, obtenía 10. La participación casi alcanzó el 75% del censo». Rosa Guevara me corrige, y afirma: «De hecho, la participación fue mayor: 77,44% y los votos nulos y en blanco no llegaron al 1%.» Se equivoca porque no tiene en cuenta los votos por correo. La participación tanto en 2015 como en 2017 ha sido muy alta. Así, el 21 de diciembre de 2017 ha alcanzado el 81,95% pero esa cifra bajará dos y hasta tres puntos cuando se sume el voto emitido desde el extranjero. Así, en 2015, el porcentaje de participación durante la noche electoral fue de 77,46%, pero la cifra se rebajó hasta el 74,95% al sumar el voto exterior. Los catalanes en el censo del exterior son más de 200 000, pero votan solamente 20 o 30 mil (y votan mayormente independentista). Habría que darles más ánimos y facilidades para que voten.
Y efectivamente, como reconoce Rosa Guevara, en 2015 entre Junts per Sí y la CUP lograron 1.965.000 votos y una mayoría parlamentaria. Su principal punto del programa era declarar la independencia en un plazo de 18 meses (marzo de 2017). Y es verdad que el total de votos de esta elección que quiso ser plebiscitaria no llegó todavía al 50% de votos para Junts pel Sí y la CUP, se quedó en algo menos del 48% de los votos aunque con leve mayoría absoluta de cuatro escaños. Lo que ocurriría con el grupo CSQP con 11 escaños (de Podemos y amigos) se iba a ver después. Albano Dante Fachín era uno de esos diputados junto con Angels Martínez Castells.
El 6 de septiembre de 2017 se votó en el Parlamento de Cataluña por mayoría una ley convocando a un referendo. Y como dice Rosa Guevara y también lo digo yo, esta ley fue considerada ilegal inmediatamente tanto por el TC como por el gobierno español. Y con razón añade, «pero no sólo por ellos: por los propios letrados de la cámara, por juristas conocedores del tema, algunos de ellos nacionalistas y por la casi totalidad de la oposición parlamentaria, que abandonó el hemiciclo en su mayor parte». Excepto, por cierto, algunos diputados de CSQP ya mencionados que apoyaron lo que había sucedido el 6 de septiembre. Hubo durante unas apasionantes semanas una situación de «doble poder» en Cataluña, o al menos de doble legalidad, como escribí, otra vez entusiasmado, en un artículo publicado el 10 de septiembre. http://www.jornada.unam.mx/2017/09/10/mundo/026a1mun
El referendo se llevó a cabo sin permiso el 1 de octubre. El gobierno español «perdió ese día parte de la opinión pública internacional por los muchos videos mostrando a la policía y guardia civil agrediendo a votantes». En eso concordamos Rosa Guevara y yo. Pero lo que no digo y por supuesto, según ella, debería decir «es que mucha gente fue llevada a ese 1-O con engaños y que niños y viejecitos fueron usados conscientemente por «la vanguardia organizadora» para «dramatizar más» la situación y mostrar que España, no el gobierno, es un país cutre y fascistoide.»
Por supuesto nunca en mi vida voy a usar estas frases, siendo yo mismo uno de esos viejecitos que por su propio pie y a las cinco de la mañana ya llegó a votar entusiasmado y con cierto riesgo de ser golpeado. Viejecito porque nací en junio de 1939, cuando el presidente Companys estaba exiliado y no había sido entregado al estado español para ser fusilado el 9 de octubre de 1940.
En los días previos al 1 de octubre me llegó un mail: «Los anarquistas dicen que si votar sirviera de algo estaría prohibido. Ahora, esta vez como está prohibido, tal vez sirva de algo».
Efectivamente, concordamos Rosa Guevara y yo que la pregunta del referéndum a responder con un «Sí» o «No», fue «¿quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?». El apoyo a la independencia superó el 90% pero, de nuevo, «muchos de los contrarios no acudieron a votar». Yo creo que (a pesar de la argucia del censo único) se perdieron votos por la violencia policial, pero la autora de la réplica, aunque ella misma no fue a votar, piensa que algunos votos se consiguieron precisamente por la violencia policial, en reacción a las imágenes que circulaban. Puede ser.
El 1 de octubre no hubo voto por correo. Los datos que di en el artículo inicial se quedaron un poco cortos. Según el escrutinio oficial, este 1 de octubre del 2017 votaron 2.286.217 personas (una participación del 43% del censo). El ‘sí’ obtuvo 2.044.038 votos (90,2% del voto válido), por 177.547 del ‘no’ (7,8%) y 44.913 en blanco (2%). También hubo 19.719 votos nulos. La autora concuerda con esos datos pero a su juicio «conviene reiterar la ausencia de control, las votaciones duplicadas, el no reconocimiento de la validez de los datos por ningún observador convocado para la ocasión por el propio gobierno de la Generalitat y que el resultado favorable a esta secesión de ricos o de gente bien situada, que cuenta con apoyos internacionales muy poco presentables (el último, el de la ministra de Exteriores austríaca de derecha extrema por no hablar de los nacionalistas flamencos tan poco presentables), fue de un 38% aproximadamente.» ¿Qué le voy a decir? Para gente de familia rica y bien situada el co-fundador de Ciudadanos, Francesc de Carreras, y el de VOX, Alejo Vidal-Quadras, este útimo de muy extrema derecha. Y el 38% del censo parece poco pero el cálculo hay que hacerlo sobre los votantes potenciales (suponiendo que la participación no va a superar en ningún caso el 80% del censo).
Tras el trepidante mes de octubre, con «manifestaciones callejeras de signo diverso», llegó la tímida Declaración de Independencia. Rosa Guevara insiste que hubo en Barcelona dos manifestaciones masivas de signo neta y fuertemente anti-secesionista. Eso es totalmente cierto, por supuesto. Yo no participé en ellas pero las vi de cerca, muy impresionantes. Yo sí asistí a las que pedían libertad para los dos primeros presos políticos, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez.
Cuando escribí en mi artículo inicial que el «estado español aplicó el artículo 155 de la Constitución de 1978, disolviendo el Parlamento catalán, interviniendo la gestión cotidiana del gobierno y (erróneamente para sus propios intereses) llamando a elecciones regionales el 21 de diciembre», no confundía estado con gobierno (como me reprocha Rosa Guevara) porque la arremetida estuvo coordinada por los poderes ejecutivo, legislativo (el Senado) y judicial. El Tribunal Constitucional español tiene sus líneas políticas, como en tantos otros países. Que el estado español se haya equivocado (o el gobierno del PP al menos) para sus propios intereses al convocar elecciones tan pronto, como yo afirmé, es discutible por supuesto como lo discute Rosa Guevara, pero el hecho es que las elecciones del 21 diciembre les fueron mal.
Rosa Guevara también me reprocha otras frases. Yo escribí que «por la vía penal llegaron acciones para encarcelar al presidente Puigdemont y a su gobierno. Esas causas llegaron a la Audiencia Nacional y al Tribunal Supremo en Madrid». Añadí que el propio Puigdemont «pudo escapar y exiliarse en Bruselas donde lleva ya casi dos meses con algunos otros ministros de su gobierno, interviniendo a través de las redes y de la prensa». No es el primer presidente de la Generalitat en el exilio en la historia, lo cual, efectivamente, como me reprocha Rosa Guevara, despierta en los nacionalistas los recuerdos de Irla o Tarradellas, por no hablar de Companys que lo tuvo mucho peor. Presidentes en el exilio, otra vez. No le veo ningún sesgo. No sé cuál es la crítica. Tampoco veo la razón para criticar mis frases: «Otros ministros del gobierno fueron encarcelados unos días. Quedan en prisión en Madrid cuatro presos políticos catalanes muy conocidos, incluyendo a Oriol Junqueras y Jordí Sánchez, respectivamente cabeza de lista de Esquerra Republicana y segundo de la lista de Puigdemont en las elecciones del 21 de diciembre y por tanto diputados electos». La autora asevera: «no son presos políticos». Lea el Financial Times o Le Figaro o vea la BBC, qué le voy a decir.
El 21 de diciembre, «las tres candidaturas independentistas… han obtenido otra vez una mayoría en el Parlamento catalán con 70 curules de 135 y unos 2,100,000 votos». Debería haber escrito «unos 2,075,000 votos», pensé que habría algunos más del exterior. Aquí otra vez la autora de la réplica me corrige cuando yo escribo que «la participación ha sido enorme, de alrededor del 80% del censo». Ella cree que ha sido superior, de casi un 82%. Pero olvida el detalle del abstencionismo del exterior. En cualquier caso sobre los números de las «cuatro ronda» estamos básicamente de acuerdo. No en su interpretación. Ella insiste, con razón, que los escaños en el Parlamento dan algún mayor peso a las provincias menos pobladas, es la legislación electoral española.
Yo concluyo que «hemos ganado, por poco pero hemos ganado, con cada vez más votos independentistas en el trecho que va de la consulta de 2014 a las elecciones regionales de 2015, al referendo del 1 de octubre de 2017 y a este 21 de diciembre». Y ella pregunta: «¿A quiénes se refiere ese «hemos ganado»? ¿A los secesionistas? ¿Cómo pueden haber ganado si los votos no secesionistas de nuevo, y por tercera vez, superan por un amplio margen a los secesionistas?»
Y repito que la razón de que hayamos ganado es que otra vez hay mayoría parlamentaria (solamente por dos escaños en vez de cuatro), y además hemos ganado a pesar de tener un presidente exilado y un vicepresidente en la cárcel (este último sin posibilidad de salir en la tele). Lo ha dicho toda la prensa internacional, «ganan los separatistas». Y continúa el ligero aumento de los votos. Estamos cerca del 50% a pesar del aumento de participación que, en contra de lo anunciado por muchos, no ha alterado apenas la proporción independentista / españolista. Además, ¿los votos de Podemos y sus amigos en el Parlamento catalán, en su equidistancia, se tambalearán otra vez?
Pensando en Podemos (o CeC) escribí algo que ofende también a la autora de la réplica: «a la tercera (o a la cuarta) no va la vencida todavía. Potencialmente se le abre una vía de agua al régimen de 1978 en toda España y es lástima que el partido político Podemos hasta ahora no la sepa aprovechar. Podemos no ha querido entender el republicanismo catalán, se ha quedado al margen, más bien en contra. Ramón Grosfoguel en sus oportunos análisis e interpelaciones a J. C. Monedero y a otros líderes de Podemos, declaró: «el españolismo de ustedes les ha cegado» (Ramón Grosfoguel y Albano Dante Fachín, https://www.youtube.com/watch?v=v46e2dQXWLw)«.
Rosa Guevara considera que estas frases son «¡El mundo al revés!». No entiendo por qué no quiere polemizar con los argumentos de Ramón Grosfoguel denunciando el españolismo de izquierda. ¿Sabe quién es Grosfoguel y qué ha dicho y la difusión que ha tenido y está teniendo?
El partido Podemos continúa con la cantinela del nacionalismo catalán burgués. Rosa Guevara me pregunta: «¿No lo es acaso? ¿Qué es y que ha sido entonces el nacionalismo catalán desde Prat de la Riba hasta Pujol o Mas?». Ciertamente ha habido un nacionalismo burgués catalán, pero la interpretación de Solé Tura se ajusta menos a la realidad que la de Termes, del nacionalismo catalán popular. Se ha debatido esto desde 1975, yo mismo lo hice en las páginas de Ruedo ibérico ya entonces, contra Solé Tura. Y además hay mucho nacionalismo españolista burgués en Catalunya. Lo ha habido siempre. Lo hubo entre «los catalanes de Burgos». Se les puede llamar «botiflers», una palabra de 1714, está en Wikipedia, no sé por qué se enfada y exclama: «¡Qué gracioso! ¡Botiflers! ¡El insulto favorito de los nacionalistas cegados! ¡Quien no piensa como ellos, en toda circunstancia y situación, son traidores! A la Patria por supuesto, a la patria excluyente que parece defender también JMA». Me reprocha decir, como digo, que «la interpretación del nacionalismo catalán como movimiento burgués siempre fue equivocada y es ahora francamente ridícula…». Vea la posición del Fomento del Trabajo, de La Vanguardia, del Círculo Ecuestre, del Círculo de Economía, de la Cámara de Comercio, del Banco de Sabadell y de la Caixa. Burgueses españolistas. Tengo razón.
Recordando 1975, Muriel Casals decía: «yo fui del PSUC pero de la línea (minoritaria) de Termes». De ahí que se hiciera separatista. Lea los debates de 1975, entenderá la génesis de la CUP y muchas otras cuestiones. Solé Tura vs Termes, debates de la Transición sobre el derecho de autodeterminación, sobre las alianzas entre territorios de habla catalana.
Me reprocha Rosa Guevara mi «programa de acción, marcadamente nacionalista», cuando pregunto: «¿Qué ocurrirá en las próximas semanas? ¿Soltarán la justicia y el gobierno españoles a los presos políticos? ¿Se reinstalará el gobierno catalán con Puigdemont y Junqueras a la cabeza? Mucho depende de la fuerza en la calle del movimiento popular catalán dedicado a consolidar lo (re)conquistado y a reclutar nuevos partidarios de la independencia para llegar en la próxima ronda al 60% de los sufragantes». Mientras tanto, tampoco le gustan mis consejos al movimiento, «se debe preparar pacíficamente la Constitución de la eventual República de Catalunya para que pueda ser votada en referendo». Más aún, le irrita que diga: «Ese 60% está al alcance si la mayor parte de los votantes de Podemos en Cataluña se declaran la próxima vez en favor de la República catalana y contra la monarquía borbónica y el régimen del 1978».
La autora de la réplica merece la penúltima palabra. Le agradezco su crítica. Dice ella: «La gran duda, ¿ven algún indicio de pensamiento anarquista, anticapitalista, emancipador, en las reflexiones del profesor Joan Martínez Alier? Nosotras no, más bien lo contrario. ¿No es más bien lo suyo el nacionalismo en estado puro y con cómputos falseados? ¿Su artículo no podría firmarlo cualquiera de los líderes secesionistas catalanes, empezando por Mas y acabando con Puigdemont, Forcadell o Marta Rovira?».
Mas, no creo, los otros tal vez aunque tienen otras cosas que hacer. Pienso que, de los líderes del momento que conozco personalmente, mis reflexiones las firmarían algunas, bastantes integrantes de la CUP, espero que también Jordi Sànchez, amigo de muchos años, y Oriol Junqueras, exprofesor de historia de la UAB, si les llegan a la cárcel o les sueltan pronto. Tal vez las pondrían en cuestión, sin la acritud de Rosa Guevara, algunos de CeC (Catalunya en Comú). Tal vez me reñiría algún anarquista no catalán pero no mis amigos de la CGT. El texto se ha difundido además en Latinoamérica sin ninguna crítica. Y también se ha difundido, y eso me agrada mucho, en Andalucía porque allí queda un rescoldo de Blas Infante quien en 1919 escribió: «¡Qué tristeza! ¡Y aún hay andaluces españolistas! ¡Andaluces que ante las ansias libertadoras del pueblo catalán gritan con inconsciencia imbécil: La unidad de la patria! Nos dirigimos a vosotros, andaluces de verdad…». http://www.sinpermiso.info/textos/espaa-se-desintegra
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