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La publicación del Ateneo Libertario valenciano ha publicado 120 números en periodos trimestrales

Revista Al Margen, 30 años difundiendo La Idea

Fuentes: Rebelión

Fundado en 1986 para la difusión del pensamiento y el activismo ácrata, el Ateneo Libertario Al Margen se emplaza en la calle Palma número tres (barrio del Carmen, centro histórico de Valencia).

Desde la apertura, por parte de “un grupo de compañeros supervivientes”, los activistas han programado –según su página Web- una “infinidad” de exposiciones, charlas, películas, teatro, música, poesía, excursiones, cenas y fiestas solidarias “con causas no del todo perdidas”. El próximo 18 de febrero presentarán L’Home gris, con la presencia de Sico Fons, autor del libro.

Un elemento central del Ateneo Libertario es la revista, que en 2022 cumple el 30 aniversario (su último número –el 120, de invierno, actualmente a la venta- está dedicado a El sexo en el siglo XXI).

La idea de la publicación surgió durante una cena, en 1991, en la que los miembros del colectivo también hablaron sobre la creación de un certamen de cuentos y la posibilidad de impulsar una campaña a favor de Valentín González, militante de la CNT asesinado por la Policía Nacional durante una manifestación en Valencia, en junio de 1979.

Los primeros números –a principios de los años 90- se editaban con “alta tecnología”, ironizan tres décadas después; de hecho la revista no incluía fotografías –estas comenzaron a publicarse a partir del número 30-, sino dibujos pegados en la página, que figurarían como ilustraciones tras pasar por la imprenta. A la confección de Al Margen, integrantes del Ateneo dedicaban en la primera etapa cuatro fines de semana; tenían como herramienta un ordenador muy rudimentario y, como redacción, los locales de una fundación de la CGT en Valencia.

En conversación reciente en la sede de Al Margen, recuerdan algunos contenidos de los primeros ejemplares: las cárceles; la Exposición Universal de Sevilla, de 1992; la corrupción; cartas de los presos (sección Panoptes). Además el humor (La tapia, en la contraportada) y la poesía están presentes desde las revistas iniciales, al igual que el formato, tipo de encabezamiento y una alerta con la que concluye cada número: “El tabaco advierte que el uso del Estado es perjudicial para la salud”.

Otra constante -entre 1992 y 2022- es la periodicidad, trimestral. “En esencia, el núcleo duro somos los mismos que el grupo fundador”, destacan; “en aquella época se decía que dos anarquistas, dos revistas, pero éste era un comentario de los enemigos” (sonrisas). Una de las diferencias, apreciables con el paso del tiempo, es que actualmente la mayor parte de los textos están redactados por colaboradores externos (en la primera etapa los autores formaban parte sobre todo de la redacción).

¿Responde a alguna razón el título de la cabecera? “Al Margen es el nombre del Ateneo; además, era nuestra posición sobre las batallas que en los años 80 del siglo pasado sostenían, en el campo del anarcosindicalismo, la CNT y la CGT; por otra parte en Alicante se editaba –en los años 30- una revista libertaria con esta denominación”, contestan miembros de la asamblea.

En la redacción y edición de la revista, las mujeres han ejercido siempre un rol destacado; pero las colaboraciones femeninas aumentaron después que, en los años 2000, “se publicara un artículo ‘provocador’, en el que podía intuirse un punto de misoginia”.

Más allá de las descripciones y el recorrido histórico, se sitúa la lectura de esta publicación “de debate libertario”, en su día presentada en la cabecera como “portavoz” del Ateneo. Los activistas muestran el número 10 (verano de 1994), con un artículo de portada titulado “Excelentísimos bandidos” y la viñeta adjunta de una dignidad religiosa, un empresario con el puro entre los dientes, un guardia civil y un policía antidisturbios. Estaba impreso en papel reciclado y a la venta por 100 pesetas. En la última página la revista presentaba el periódico anarquista de Barcelona, Tierra Libertad, cuyo primer número se editó en junio de 1888.

En otoño de 2021, el número 119 de Al Margen se dedica a “Lo que la pandemia nos deja”. La viñeta de humor –La tapia– se adaptaba a los nuevos tiempos: “No hemos llegado a la inmunidad, pero a rebaño sí”; “¡Que dios nos pille vacunados!”; “Procura que la mascarilla no silencie tu voz”; en la página tres se inserta el editorial, que reflexiona sobre los efectos sociales de la pandemia: “Inoculados con dosis masivas de temor, ansiedad y desasosiego frente al horror primordial e inmediato de la muerte, aceptamos sumisos cualquier dejación de nuestro albedrío sin ninguna decisión por arbitraria que parezca”.

¿Suscitó alguno de los ejemplares un debate especial? La asamblea de Al Margen destaca el número 20, extra del invierno de 1996, cuyo dossier central se titulaba “Lo que el tiempo nos dejó” y abordaba “básicamente los restos del naufragio, aquello que nos dejó la Transición”; también el número 50, extraordinario del verano de 2004, sobre “Estado y capital” y una selección de artículos por los 12 años de la revista; la portada incluía referencias de textos sobre antimilitarismo y la Copa América de Vela, que se celebró en 2007 en Valencia.

Cuando han solicitado colaboraciones, la respuesta es habitualmente afirmativa. De hecho, han enviado textos –exclusivamente para Al Margen- el politólogo Carlos Taibo; el periodista Rafael Cid; el historiador Miquel Amorós; el intelectual y activista libertario Tomás Ibáñez; las historiadoras Dolors Marín y Laura Vicente; la fallecida escritora, documentalista y fotógrafa Pilar Molina Beneyto, que contaba con una sección; el luchador anarquista Octavi Alberola; y el historiador anarcosindicalista francés Frank Mintz, entre otros.     

Una proporción significativa de la revista se les remite a suscriptores (particulares) en el estado español. Durante los primeros años destacaba la venta –sobre todo a gente afín- en conocidos kioscos y librerías del centro histórico de Valencia; las tiradas en la imprenta podían alcanzar los 500 ejemplares por número; y la distribución llegaba en algunos casos a Australia, Venezuela o Suiza.

Manifestaban su interés por Al Margen centros de investigación, grupos de afinidad, bibliotecas y fundaciones anarquistas. Actualmente la revista alcanza en mayor medida a pueblos que a ciudades, y continúan los envíos por correo (algunos a capitales del estado español, pero también se dan a Francia, Italia o Suiza). “Hemos asumido que la revista será siempre deficitaria, no la recomendamos como negocio; pero hay gente que hace aportaciones, en casos excepcionales de 100 y 500 euros”, explican los editores.

Hay secciones con su historia menuda, que la Asamblea comparte; Por ejemplo, Enrique Falcón publicó algunos de sus primeros poemas en la sección dedicada a este género, coordinada por Eddie (J. Bermúdez); otros autores, como el argentino Arturo Borra, también han aportado sus textos; así como Voro Puchades i Rodrigo, que falleció en 2014 poco antes de la presentación prevista en el Ateneo de su libro Oasis el Desierto y otros poemas incivilizados.

¿Cuál es el vínculo entre el Ateneo Libertario y la revista? ¿Qué importancia le otorga la Asamblea? “Es vital, un bastión, que contribuye a la unidad y cohesión de los miembros del colectivo”, contestan los entrevistados. La revista se agrega al programa mensual de actividades, la biblioteca y la edición de libros (28 desde 1986).

Anuncian la próxima edición de Impresiones del socialismo en España (1868-1888), del historiador anarquista austriaco Max Nettlau, publicado en los años 20 del siglo pasado –por fascículos- en La Revista Blanca. Otro de los libros destacados es Platos y relatos, de recetas y cuentos, realizado colectivamente por los miembros del Ateneo. Además, a partir del certamen de cuentos/narrativa social se recopilaron y editaron 11 libros en dos décadas; vídeos (El entierro de Tarín); y la película La vespa verde, una historia de amor y celos.  

En 2008, cuando cumplieron 22 años, vio la luz el documental Rumbo Al Margen: unos apuntes del Ateneo Libertario Al Margen. Otra iniciativa fue un disco con poemas de integrantes del colectivo, cantadas y musicalizadas por el artista chileno Lucho Roa. En el centro social, “no se busca tomar ni compartir el poder, pero sí combatirlo con todas nuestras energías”, afirman.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.