El 21 de Julio del 2009 publiqué un artículo en este medio titulado Ribeira Sacra, SOS desde Galicia para el mundo. Aquel artículo era el inicio de un desenlace que ya intuía que no tendría un final feliz. Todavía no hemos llegado al final de la película, pero el desenlace se va acercando cada vez […]
El 21 de Julio del 2009 publiqué un artículo en este medio titulado Ribeira Sacra, SOS desde Galicia para el mundo. Aquel artículo era el inicio de un desenlace que ya intuía que no tendría un final feliz. Todavía no hemos llegado al final de la película, pero el desenlace se va acercando cada vez más a esa primera intuición.
Denunciaba, en ese artículo, las consecuencias de las actividades de Iberdrola en la Ribeira Sacra, con el vaciado de más de un kilómetro de la cuenca del Sil, introducción de maquinaria pesada y, por tanto, incumplimiento de la directiva sobre hábitats de la Red Natura 2000 -directiva 92/43/CEE-.
El periódico El País y Xornal de Galicia comenzaban también a informar sobre las actividades de Iberdrola. En el BOE del 8 de Julio de 2008, constaba el permiso para sus actividades en el cañón del Sil. Permiso en el que, además, se informaba sobre el delirante proyecto de construcción de unas 13 mini-centrales hidroeléctricas en un tramo muy corto. Este permiso chocaba -y choca- con la directiva comunitaria que exige la regulación de los LIC -lugares de interés comunitario- del año 2004: pasaron los últimos coletazos de Fraguismo, pasó el bipartito -que fue quien redactó la directiva-… y la directiva sigue sin aprobarse.
Las consecuencias de las actividades de Iberdrola, a corto plazo, no si hicieron esperar: La UNESCO, que había pensado denominar a la Ribeira Sacra como patrimonio de la humanidad, informó de la posibilidad de echarse atrás si continuaban sus actividades. El empujón económico que la denominación tendría para evitar la asfixia del pequeño comercio en las comarcas, vinculado al turismo, y las consecuencias estéticas y ecológicas, tendrían que ser razones suficientes para provocar una contundente respuesta ciudadana. La plataforma para la defensa de la Ribeira Sacra, con un comunicado-denuncia, y la asociación ecologista ADEGA, llevando su denuncia hasta a Unión Europea, apenas tuvieron voz y visibilidad en los medios gallegos. Ni a nivel micro-comunicativo, o sea, comarcal, ni a nivel macro-comunicativo, o sea, autonómico o estatal.
El viejo fantasma, hoy, aparece de nuevo ante mí. Leo, en Xornal de Galicia : Los montes comunales de Nogueira, más cerca de ser propiedad de Iberdrola: la directiva de la comunidad cambió ayer de presidente, empleado de Iberdrola, que pasa a ser secretario. Leo, además, la expulsión de periodistas de este periódico, cuya intención no era otra que asistir a la asamblea de comuneros. Leo , también, que Martínez Blanco, secretario de la Agrupación socialista (sic) de Nogueira de Ramuín, llegó a someter a votación la presencia de los periodistas, leo que los asistentes a la asamblea y familiares profirieron gritos e insultos contra ellos, y leo que las concesiones legales para el vaciamento de los ríos fueron obtenidas durante el Franquismo y se rigen por leyes del siglo 19.
Si, la especie a la que pertenezco por azar, a veces, me repugna hasta el infinito.
No soy nacionalista, pero, a veces, entiendo la respuesta que Pepe Carreiro brinda a ese furibundo anti-nacionalismo de cafetería que sentencia con indolencia que «El nacionalismo se cura viajando». La respuesta, en esa gloriosa viñeta en la que aparece un coche viajando por carreteras sinuosas, es para retorcerse de risa: «!Es sorprendente! !El imperialismo también se cura viajando!».
Cuando redactaba mi artículo, la Xunta de Galicia compaginaba su contemplativa permisividad medioambiental con su intervencionismo activo a la hora de ayudar a las patronales gallegas a materializar expedientes de regulación de empleo a velocidad cósmica. La brutal insensibilidad socio-
Hay razones suficientes para seguir respondiendo NO.
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