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Ricardo Melchior y Coalición Canaria espolean a los tiburones empresariales yanquis

Fuentes: Rebelión

En Canarias, la incuestionable y activa defensa desde el poder de intereses privados, de empresas, de constructores y hoteleros, de quienes hacen negocio con la sanidad, de dueños de navieras y compañías aéreas, es síntoma del grado de consenso institucional y mediático que ha alcanzado la idea de que los intereses de «nuestras» grandes empresas […]

En Canarias, la incuestionable y activa defensa desde el poder de intereses privados, de empresas, de constructores y hoteleros, de quienes hacen negocio con la sanidad, de dueños de navieras y compañías aéreas, es síntoma del grado de consenso institucional y mediático que ha alcanzado la idea de que los intereses de «nuestras» grandes empresas son nuestros intereses, los intereses de las clases populares. Es más, si los ecologistas, los partidos de la izquierda extraparlamentaria o los movimientos sociales plantan cara a ese desmesurado instinto depredador, siempre habrá algún preboste que los tache de insolidarios y los difame tildándolos de guerrilleros y antisociales como hizo hace poco el provocador Ricardo Melchior, presidente del Cabildo de Tenerife, diciendo que los ecologistas serían capaces de poner en la zona un lagarto traído de otro sitio con tal de impedir la construcción del puerto, haciendo así referencia a la denuncia sobre la existencia de especies protegidas en la zona, cuando ya Coalición Canaria y el PP creían haber eliminado esa posibilidad con la aprobación del chapucero nuevo Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias. Rozando el chiste fácil se le podría replicar que donde único quedan lagartos de cuidado es en Coalición Canaria y el Gobierno de Canarias -por no hablar del Cabildo de Tenerife- y que ni siquiera son dignos de conservar.

Y es que el nerviosismo se ha apoderado de Melchior y de todos los que como él han decidido vender al mejor postor la ventajosa situación geoestratégica y un entorno de seguridad y confianza para un empresariado ávido, dando, además, todas las facilidades para que la OTAN pueda utilizar las islas -la base de Gando en Gran Canaria y la que se proyecta en Los Rodeos en Tenerife- para el despliegue rápido de sus fuerzas. Desde que en 2006 el G-8 decidiera en Gleneagles repartir entre las multinacionales 42.000 millones de dólares anuales con la excusa de ayudar a África, los construgobernantes han intensificado su actividad para transformar Canarias en la Plataforma Tricontinental que demandan los sindicatos empresariales norteamericanos. Se entiende, por tanto, tanta irritación pues se contaba con que el puerto de Granadilla, tantos años paralizado por las movilizaciones populares, fuera ya una realidad. Como ya lo es el Nap que, englobado en el proyecto Alix, convertirá a la isla en un nodo de comunicaciones intercontinentales imprescindible para hacer negocios en esta penúltima y agresiva recolonización africana, y que está construyendo en el polígono de Granadilla la empresa Terremark Worldwide INC -socio tecnológico del Cabildo de Tenerife- que preside Manuel D. Medina, destacado miembro de la comunidad anticomunista cubana de Miami y activista de la Cuba American Nacional foundation (CANF), fundada por el conocido terrorista Jorge Mas Canosa .  

Si en 2006 fueron las ONG las agasajadas por el Cabildo en el Salón Internacional de la Cooperación de Tenerife , ahora nuestros gobernantes y la Cámara de Comercio de Tenerife que preside el imputado Ignacio González, quitada ya la careta de la solidaridad, han decidido que nuestro interés, es decir, el del empresariado ultraperiférico, es brindar nuestra islas a las Cámaras de Comercio gringas como base avanzada para sus correrías neocoloniales en África y por ello han anunciado al mundo que Tenerife acogerá en marzo de 2011 «La Conferencia Internacional de la Corporate Council of África (CCA): Cómo hacer negocios con África». Es la primera vez que esta asociación empresarial integrada por más de 200 empresas multinacionales de USA y que representa el 85% del total de la inversión privada norteamericana en África celebra su cónclave fuera de Washington.

«Invertir en África es un buen negocio», fue lo que vino a decir Bill Clinton cuando visitó Tenerife en 2005, para rematar la faena afirmando que la erradicación de la pobreza está en íntima relación con la necesidad de crecimiento y expansión de las economías competitivas. Estos días Stephen Hayes, presidente de CCA, volvió a incidir en ese concepto y apuntó que «si todo sale bien», es decir, si se hacen buenos negocios, se colaborará decididamente en el «desarrollo» de África. Todo parece indicar que se seguirán utilizando las «caritativas» ayudas al desarrollo como mecanismo de conquista de mercados y de subordinación de todo el continente a los intereses imperialistas.

Al mismo tiempo, los dólares de estos flamantes Mr. Marshall suplirían las agotadas subvenciones europeas enganchando, de camino, a nuestros empresarios a las enriquecidas élites globalizadas. Sería la única manera de que pudieran invertir los capitales Ric que no han sabido realizar en todos estos años a pesar de las facilidades dadas por el Gobierno español y la Comisión Europea, o vender para la futura instalación de empresas gringas las bolsas de terrenos comprados a precio de no urbanizables pero debidamente recalificados, un ejemplo de lo que el avispado ex responsable de comercio exterior de la Cámara de Comercio de Tenerife e hijo de su presidente definió como el abc del empresario: «Comprar barato y vender caro». Algunos, incluso, podrán vender por fin su hormigón, aunque la fábrica -Cement Investment S.L- inaugurada en 2002 no haya producido aún ni un átomo de cemento. Vamos, que se harán con las sustanciosas migajas del festín a cambio de ofrecerles a las multinacionales gringas, además de un panorama de seguridad jurídica y paz social, una rentabilidad asegurada gracias, entre otras triquiñuelas, a los mecanismos de evasión fiscal contemplados en el Régimen Económico y Fiscal de Canarias (REF). Como anticipo de lo que nos espera, Cajacanarias ha iniciado su proceso de privatización, el primero de una caja de ahorros, con la entrada del multimillonario yanqui J. Christopher Flowers en el consejo de administración de Banca Cívica y con los 450 millones de euros que la firma de capital riesgo que lleva su nombre, JC Flowers, ha invertido en forma de préstamo para que esta entidad financiera pudiera superar la insolvencia detectada en el test de estrés a que fue sometido el sistema bancario español. Mientras tanto, hacen creer a sus clientes que los beneficios van a parar, como antes, a la Obra Social y que con su voto, además, podrán elegir el proyecto social que se va a financiar. «Tú eliges, tú decides», así reza su cínica campaña publicitaria. Algunos podrán así lavar su conciencia.

Mientras los ricos se hacen más ricos, las capas populares no cesan de pauperizarse, de seguir sufriendo los peores servicios públicos esenciales del Estado, los más bajos salarios y las más elevadas tasas de paro, una pobreza que ya alcanza al 30% de la población, una precariedad laboral rayana en la esclavitud, una galopante pérdida de derechos sociales y laborales… Un panorama tan desolador y descrito tantas veces que parece irreal. Si Ricardo Melchior y el tripartito ultraperiférico invierten en innecesarios «trenes bala», puertos industriales o plataformas logísticas para que los gringos saqueen a su gusto el continente mientras se suspende sine die la construcción de los hospitales, se recorta el presupuesto en sanidad y educación o se abandona a su suerte a los dependientes es porque no tienen ningún interés en restañar la profunda brecha que separa a ricos y pobres ni combatir la suprema injusticia que significa la pobreza. Para ellos la soberanía también es una mercancía y por lo tanto por qué no privatizarla y servirla en bandeja a sus amigos (americanos) como han hecho con la sanidad, la educación, el transporte o el agua a sus «coleguitas» domésticos.

Por eso, los que se han tomado a risa las propuestas soberanistas de El Día y buena parte de nuestra oligarquía deben revisar su postura. Ya no se puede seguir hablando de delirios ni mirar para otro lado mientras Ricardo Melchior y Coalición Canaria alimentan a los tiburones yanquis con nuestro futuro y el de los que están por venir. Y, como el poeta Agustín Millares, «vuelvo a la carga y te digo: aquí no cabe esconder la cabeza bajo el ala…»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.