Una página de internet, que ostenta el escudo y distintivos de las Unidades de Intervención Policial (UIP), define a los miembros de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras y de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) como «globofóbicos que se oponen a la llamada ‘globalización’, la cual pretenden sustituir por la anarquía y […]
Una página de internet, que ostenta el escudo y distintivos de las Unidades de Intervención Policial (UIP), define a los miembros de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras y de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) como «globofóbicos que se oponen a la llamada ‘globalización’, la cual pretenden sustituir por la anarquía y la anomia total. Estos destructores sociales quieren eliminar el actual sistema de economía de mercado bajo un lema «otro mundo es posible». Un mundo de okupas, vagos y desarrapados cuya máxima aspiración es drogarse y robar para no tener que trabajar».
Resulta de lo más preocupante que una colección de simplezas de esta índole pueda formar parte del curriculum pedagógico empleado en la formación de los cuerpos policiales encargados de velar por la seguridad ciudadana.
Hablando con propiedad, ‘globalifobia’ es un neologismo (de global y fobia, y éste del griego phóbeomai, temer) que significa «aversión a la globalización», utilizado desde los poderes establecidos para ridiculizar las críticas a la globalización económica descontrolada por sus funestas consecuencias sociales
La paternidad del neologismo pertenece a Robert Z. Lawrence y Robert E. Litan, de la Brooking Institution, de Washington. Ambos editaron en septiembre de 1997 un boletín titulado Globaphobia: The wrong debate over trade policy. (Globalifobia: un debate equivocado sobre el modelo de comercio). El propósito era defender la idea de que las empresas de EE. UU. son las que mayores ventajas obtienen en el mercado libre y globalizado, justo en un momento en que arreciaban las críticas internas a Bill Clinton por su defensa del ALCA. Lawrence y Litan admiten que las críticas a la globalización tienen un sustancial apoyo público, y reconocen que dichas críticas se basan en las malas noticias referidas al estancamiento salarial, mayor desigualdad e inestabilidad en el empleo que preocupan a la clase media. En 1998, estos autores, junto con Gary Burtless y Robert Shapiro, recogieron estas ideas en el libro Globaphobia: Confronting Fears About Foreing Trade. (Globalifobia: Afrontando los miedos al comercio exterior)-
Como eslógan político, el término fue lanzada a los vientos mediáticos por el presidente mexicano Ernesto Zedillo en el Foro Económico Mundial de Davos de enero de 2000. Zedillo calificó a los miles de personas que se manifestaron contra la Organización Mundial del Comercio en las históricas jornadas de Seattle, como «globalifóbicos de pereza mental». Zedillo utilizaba así demagógicamente una palabra que ya circulaba en sectores financieros.
Un sinónimo de globalifóbico sería antiglobalización, otro calificativo que inicialmente sirvió para desprestigiar desde el poder al Movimiento de Resistencia Global que lucha contra los efectos del libremercadismo sin control, comparándolo con los ignorantes que se oponen a las leyes de la gravedad. No obstante, la proyección mediática de las protestas ha tenido un efecto «boomerang», generando en la opinión pública un sentimiento creciente de simpatía hacia un movimiento que ahora prefiere autodenominarse alterglobalización. Es decir, que lucha por conseguir un modelo de globalización distinto del neoliberal, diseñado a la medida exclusiva de los poderes financieros y las corporaciones multinacionales. Pues, como señala la escritora y activista india Arundhati Roy: «La mayoría de las personas que luchan contra la globalización corporativa está a favor de la globalización de los tratados internacionales, de la globalización de la justicia, de la globalización de la libertad de movimiento de las personas. Por tanto, si hemos de utilizar ese término, somos nosotros los que estamos a favor de la globalización, ellos sólo están a favor del libre movimiento del dinero».
Pero todo esto parece demasiado complejo para un simple madero. [Según el diccionario de la RAE ‘madero’ es una pieza larga de madera escuadrada y rolliza. Persona muy necia. Coloquialmente, agente de las Fuerzas de Seguridad del Estado]. En su canción Romero el madero, el grupo musical SKA-P retrata al agente de los cuerpos antidisturbios encargados de reprimir las manifestaciones de protesta contra el Orden Establecido con estrofas como esta: No le importó y nunca quiso saber / por qué protestaba la mani de ayer. / Su pobre cerebro no puede pensar / es un profesional.
El retrato del madero policial por parte de SKA-P no es demasiado caritativo, pero los agentes de la UIP se ganarían a pulso esa caracterización si se identifican con la sarta de simplezas enunciadas en la información encabezada por el título «Globofóbicos: verdugos de las U.I.P.s», que aparece en la página web http://www.uipcnp.es/globo.htm
Por cierto, en la página se indica que «La información que a continuación vamos a ofrecer no está, ni mucho menos, inventada. La misma esta avalada por fuentes fidedignas en la investigación del Cuerpo Nacional de Policía, sobre grupos radicales violentos en nuestras manifestaciónes públicas. Dicha información es sólo una parte de la investigación, la cual se somete a estudio en Cursos especializados impartidos por profesorado perteneciente al C.N.P.»
A los autores de la información parece que les cuesta articular adecuadamente la traducción española, y en vez de escribir globalifóbicos (que tienen aversión a la globalización), se refieren a globofóbicos (supuestamente, los que tienen aversión al globo). En concreto, se refieren a los «globofóbicos y los «globofóbicos violentos». Según ellos,
Los globofóbicos estan integrados por los sectores más radicales de los que se oponen a la llamada «globalización», la cual pretenden sustituir por… nada, la anarquía y la anomia total, no dan ningún proyecto alternativo, son meros destructores sociales. Quieren eliminar el actual sistema de economía de mercado y en esa senda, ensalzan la movilización ciudadana bajo un lema «otro mundo es posible» (ya veréis qué mundo, okupas, vagos y desarrapados cuya máxima aspiración es drogarse y robar para no tener que trabajar). En fin, que este grupo de «salvadores» conforman lo que denomina la mayoría del «movimiento antiglobalización», y dan una cobertura «pacífica» y romántica de cara a la opinión publica para arrogarse una superior cualidad moral.
Por lo que se refiere a la categoría de globofóbicos violentos, son los que se encuentran íntimamente ligados a los primeros, y que usan la violencia irracional como medio para destruir el orden social, a través de las guerrillas urbanas y mediante los ataques a las Policías, en nuestro caso, las U.I.Ps.
Utilizando una inaceptable analogía, se dice que es «como si la extinta HB, Herri Batasuna, fueran los globofóbicos y ETA, los globofóbicos violentos».
Como si se tratase de los cuatro jinetes del Apocalipsis, la página parapolicial identifica a los principales líderes en la sombra «de estos peligrosos y violentos activistas». Se trataría del subcomandante Marcos, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, grupo terrorista mexicano. Ralph Nader, abogado norteamericano que se dedica a coordinar las manifestaciones violentas contra las grandes compañías. Susan George, vicepresidenta de ATTAC, y cuya actividad principal es dotar ideológicamente al movimiento a través del adoctrinamiento de masas. Ignacio Ramonet, fundador de ATTAC, igualmente, su misión es el adoctrinamiento intelectual de los prosélitos a través de la red y de numerosas publicaciones que incitan a la violencia y la rebelión.
Por supuesto, los adjetivos y supuestas funciones de cada una de estas personas procede de la web de marras, que recoge asimismo una pintoresca descripción de las supuestas estrategias de las que se valen los «alrededor de 45.000 colectivos que se vinculan y preparan sus acciones a través de la red, mediante las diversas páginas web (nodo50, indymedia, attac, etc.), que les sirven de captación de incautos y para organizar las acciones de protesta» que tanto parecen preocupar a los uiperos. Un ‘palabro’ horrendo y hortera que utiliza la web para definir a los policías, al lado del cual el término madero resulta mucho más elegante, y hasta cordial si me apuran.