Ante la fuerte crisis de régimen y con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, el impulso de candidaturas municipales rupturistas es una gran oportunidad para las personas que quieren cambiar el mundo. ¿Pero qué entendemos por municipalismo de ruptura? La traducción de esta idea no es tan sencilla como podría parecer. Ser […]
Ante la fuerte crisis de régimen y con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, el impulso de candidaturas municipales rupturistas es una gran oportunidad para las personas que quieren cambiar el mundo. ¿Pero qué entendemos por municipalismo de ruptura?
La traducción de esta idea no es tan sencilla como podría parecer. Ser rupturista en mi opinión supone la capacidad de conseguir no ser asimilado por el sistema dentro de un proceso social más amplio que intenta conseguir su superación. No podemos presuponer que lo conseguiremos en este intento, pero el hecho de podernos mantener fieles a este fin nos acabaría enmarcando en un espacio enfrentado al régimen y no en su regeneración.
Para toda candidatura que prevé un fuerte apoyo electoral, hoy en día es imprescindible un programa de ruptura si no quiere ser asimilada por el sistema. Un programa no sólo participativo y ciudadano, sino con demandas que no puedan ser absorbidas por las dinámicas de la política institucional. Aunque alejaría algunos votos, es necesario mantener un compromiso firme con los movimientos y los sectores más concienciados garantizando no renunciar a las demandas sociales claves bajo ningún concepto.
El municipalismo alternativo y los movimientos
La política (influir en cómo se toman las decisiones sobre la sociedad) está en todas partes y va mucho más allá de la institución. En España los movimientos sociales juegan un papel importantísimo como agentes políticos.
Las candidaturas ciudadanas que hoy están triunfando no vienen de la nada, pues ha habido durante los últimos años una gran acumulación de fuerzas en base a las luchas sociales y laborales. Han sido las personas que han hecho el paso del «no nos representan» (movimiento del 15M) al «sí se puede» (la PAH, las mareas por la educación o la sanidad públicas, etc.) para terminar en la construcción de alternativas políticas (CUP, Podemos, Guanyem Barcelona, etc.). Las nuevas candidaturas están recogiendo lo que la lucha social ha sembrado.
El municipalismo permite la confluencia por la base de muchas personas comprometidas que vienen o se encuentran desde los movimientos sociales hasta los partidos tradicionales de izquierdas. A nivel local, las barreras existentes entre siglas se minimizan y la voluntad de tejer un proyecto transformador permite la unidad efectiva y real de las personas implicadas.
¿Supone esto que los proyectos electorales quitan fuerza a las luchas? Depende. Si un proyecto institucional quiere absorber los espacios autoorganizados para poner en el centro el trabajo institucional, entonces sí. Pero si una candidatura pone en el centro las luchas sociales, dando a éstas el protagonismo a la hora de luchar por conseguir demandas o mejoras, está contribuyendo mucho a dar visibilidad a la fuerza que tiene la autoorganización popular y la lucha.
No todos los movimientos son iguales y hay que entender sus contradicciones, fortalezas y debilidades. La creación de un proyecto político municipal debería ser capaz de evitar ser un tapón para las demandas más avanzadas y rompedoras de los movimientos. Asimismo debería poder ser capaz de no asumir sus enfoques o dinámicas más conservadoras.
¿Cómo damos fuerza a los movimientos desde el municipalismo?
Para poner las candidaturas al servicio de los movimientos se necesita una campaña y programa con un mensaje explícito de la necesidad de luchar fuera de la institución. Por ejemplo, se puede dar voz o incluir en las listas a las personas implicadas en luchas reales. En campaña y dentro de la institución es necesario ser altavoz de las manifestaciones, actividades, acciones y demandas por las que están luchando los colectivos.
Una victoria electoral de un proyecto municipalista comprometido con las luchas puede inundar de ánimos los movimientos sociales. Si se mantiene este mismo compromiso y se conectan las demandas y personas implicadas en estas luchas se forma una red sólida de movimientos sociales que retroalimenta todo el tejido asociativo.
Queda mucho camino por recorrer y hay que traducir los votos en fuerza real en las calles, centros de estudio o de trabajo si queremos cambiarlo todo. Necesitamos seguir luchando y sembrando empoderamiento en la sociedad para fortalecer las alternativas políticas y profundizando en la solidez de sus propuestas. Debemos contribuir a que la gente crea en sus propias fuerzas y no en delegar su lucha.
Diego Mendoza (@diegomenlluita) es militante de En lucha / En lluita
Fuente: http://enlucha.org/articulos/