Tras el primer discurso oficial como candidato del PSOE a la presidencia del gobierno del Estado español de Alfredo Pérez Rubalcaba, numerosas voces han hablado de un giro a la izquierda (a una esencia más puramente socialdemócrata) del Partido Socialista. En el presente artículo, haré un repaso a la trayectoria del candidato en los gobiernos […]
Tras el primer discurso oficial como candidato del PSOE a la presidencia del gobierno del Estado español de Alfredo Pérez Rubalcaba, numerosas voces han hablado de un giro a la izquierda (a una esencia más puramente socialdemócrata) del Partido Socialista. En el presente artículo, haré un repaso a la trayectoria del candidato en los gobiernos de Felipe González y los de Zapatero y veremos si esta trayectoria se ajusta a su actual promesa de «lucha» contra el neoliberalismo.
El hombre del aparato
El candidato Alfredo, como quiere que le llamen ahora, es militante del PSOE desde el año 1974. Pronto ocuparía puestos de responsabilidad en el partido en áreas de Enseñanza e Investigación. Ya en el año 1982, cuando el PSOE de González gana las elecciones generales, trabajará en el área de universidad y educación del nuevo gobierno socialista. Será uno de los responsables de las nuevas reformas educativas en el Estado español, que supusieron los primeros pasos en la privatización de la educación tras el franquismo. Dicha ataque a la educación pública provocó una huelga general de estudiantes (tanto de estudiantes universitarios como de enseñanzas medias) de varios días de duración en enero de 1987, que fue seguida de forma masiva. El Rubalcaba de entonces no se opuso a dicho ataque y ya entonces criminalizaba a los y las estudiantes que se manifestaban en defensa de sus derechos. Esta fidelidad a las políticas ya social-liberales del PSOE de entonces, le abrirían la puerta de Secretario de Educación en el año 1988.
Pero no sólo se caracterizaron los gobiernos de Felipe González de los 80 y los 90 en los que Rubalcaba tuvo importantes responsabilidades por sus ataques a la educación pública, asimismo se convirtieron en un azote para la clase trabajadora. Nunca se pronunció en contra ni propuso actuaciones en contra de la llamada «reconversión industrial» iniciada a partir de los años 80, eufemismo mediante el cual los gobiernos socialistas se encargaron de desmantelar las industrias del Estado español. Se buscó ajustar la oferta a la demanda, eliminando lo que la clase dirigente entendía como exceso de capacidad, cerrando instalaciones y ajustando plantillas (aumentando el empleo temporal, los despidos definitivos, las prejubilaciones, etc.). Asimismo estas exigencias junto a otras (como la de la disminución de la capacidad productiva en el sector agrícola), posibilitaron que el Estado español se adecuara a las exigencias del capitalismo europeo y con ello a la entrada en la UE. Fueron los primeros pasos que determinaron un cambio hacia un modelo productivo basado en el ladrillo y el sector servicios, responsable de la burbuja inmobiliaria y de la profundidad de la crisis en el estado.
Tras las elecciones generales de 1993 en los que el PSOE ostentaría por cuarta vez consecutiva el gobierno del estado, Rubalcaba fue nombrado Ministro de la Presidencia y de relaciones con las Cortes. En dicho puesto negó por activa y por pasiva la implicación de altos cargos (como él) del gobierno socialista en los GAL. Como ejercicio de memoria histórica, no está de mal recordar, que las fuerzas paramilitares, policíacas y policiales en connivencia o participación del gobierno socialista, asesinaron a decenas de personas por el mero hecho de ser miembros de la izquierda independentista vasca. El autoritarismo de Rubalcaba, será patente de la misma manera años más tarde con su nombramiento como Ministro de Interior en el primer gobierno de Zapatero, cargo que ocupará hasta su nombramiento como candidato del PSOE para las próximas elecciones generales. Con la consigna del «todo es ETA», ha llevado a decenas de militantes abertzales a la cárcel y ha sido uno de los más firmes defensores de las ilegalizaciones de numerosos colectivos políticos y sociales vascos.
La vuelta a la socialdemocracia
Tras el recorrido por algunas de las más destacables actuaciones del candidato Alfredo y de los gobiernos en los cuales ha formado parte, ahora me centraré en las principales promesas de cambio político y social de su discurso del pasado 9 de julio. Decir que oportunistamente Rubalcaba hace un guiño a muchas de las reivindicaciones del movimiento 15-M expresado tanto en las acampadas como en las distintas manifestaciones, así como como a las aspiraciones de su base social.
Una de las muchas medidas que ha prometido que va a realizar si resulta elegido en las próximas elecciones generales es la exigencia a la banca de una responsabilidad social en el contexto de crisis económica. Pues bien, más allá de estas promesas cosméticas, el gobierno del cual ha formado parte hasta hace pocos días, ha entregado sin ningún tipo de garantía ni contrapartida, 30.000 millones de euros a la banca. Ni ante esto ni ante los millones de beneficios en plena época de crisis de la banca ni ante los sueldos millonarios de sus directivos, ha propuesto o ha llevado a cabo medida alguna en sentido contrario el gobierno. Reivindicaciones como tasas financieras en la línea de la Tasa Tobin a nivel europeo tan reclamadas por la izquierda social, fueron rechazadas por el grupo parlamentario socialista, Rubalcaba incluido, ante la propuesta de otros grupos parlamentarios.
También ha lamentado la situación de los y las trabajadoras, para los y las cuales los gobiernos de los que ha formado parte han sido corresponsables junto al stablisment financiero y empresarial de las políticas neoliberales que han llevado a que el 21,29 % (casi 5 millones de personas) y el 43 % de los jóvenes del Estado español se encuentren en situación de desempleo, impulsando la reforma laboral y subiendo la edad de jubilación de 65 a 67 años. Tampoco en este sentido las promesas de mejora de la situación de estas personas por parte de Rubalcaba merecen el menor crédito. La defensa de la sanidad pública, de la cual ha hecho una acérrima defensa y su oposición al copago, no nos puede hacer olvidar cómo altos cargos del PSOE han apostado públicamente por el copago o como los gobiernos socialistas desde 2003 no han aumentado el gasto en sanidad (del 6 %) es el más bajo de la de los 15 países miembros más antiguos de la UE de los 27.
Por otra parte, aunque Rubalcaba ahora hace declaraciones a favor de un mayor control por parte del estado, el partido del cual forma parte desde hace casi 40 años abrazó la Ley del suelo del gobierno de Aznar que tanto contribuyó a la burbuja inmobiliaria y a la corrupción. Asimismo el gobierno del cuál ha formado parte hasta este mes, aprobó en el año 2008 una nueva Ley del suelo que no cambia el panorama existente. La promesa de la aplicación del impuesto de patrimonio que grava a las rentas más altas contradice políticas recientes del PSOE en contra de una fiscalidad más favorable a las rentas más bajas.
También para un cambio de la ley electoral en un sentido más proporcional, reivindicación también del 15-M , ha tenido palabras el candidato socialista. Ni que decir que su grupo parlamentario ha rechazado cualquier reforma de la ley en ese sentido y por otra parte decir que Rubalcaba apunta al modelo alemán, modelo que en mucho de los casos es asimismo sumamente lesivo para las opciones minoritarias, exigiendo un 5 % de los votos para obtener representación.
Sin duda el vistazo a las líneas anteriores no sorprenderá a los y a las militantes de la izquierda alternativa política y social de este estado. Sin embargo, para la enorme masa social reformista desencantada con las medidas neoliberales de ZP y que ha participado en las movilizaciones del 15-M puede parecer una alternativa. Desde la izquierda transformadora tenemos que conectar con estos millones de trabajadores y trabajadoras, convenciéndoles de que los tiempos de la socialdemocracia clásica del estado del bienestar no volverán, tanto por los intereses del actual modelo capitalista como por la propia sustentabilidad del planeta que la convertirían en inviable. Construir una izquierda anticapitalista amplia es imprescindible para parar las reformas neoliberales emprendidas, conquistar nuevos derechos y construir una democracia desde abajo, desde En Lucha apostamos por ello sin sectarismos.
Santi Amador es militante de En lucha/ En lluita
Fuente: http://www.enlucha.org/site/?
[VERSIÓ EN CATALÀ: http://www.enlluita.org/site/?