El alcalde de Madrid tiene fama de melómano; particularmente, no sé si esto es cierto y si se dedicará a oír música como solaz y esparcimiento entre especulación y especulación y entre obra faraónica y obra faraónica. Lo que si podemos afirmar es que quisiera dedicar una marcha fúnebre a la Banda Sinfónica Municipal. En […]
El alcalde de Madrid tiene fama de melómano; particularmente, no sé si esto es cierto y si se dedicará a oír música como solaz y esparcimiento entre especulación y especulación y entre obra faraónica y obra faraónica. Lo que si podemos afirmar es que quisiera dedicar una marcha fúnebre a la Banda Sinfónica Municipal.
En efecto, el consistorio de la capital está aplicando tales recortes a este conjunto que ha puesto en peligro su propia existencia. La Banda, que tiene ya la friolera de 101 años, se encuentra amenazada por la nefasta política del actual gobierno municipal, compuesta en principio por 90 músicos, en la actualidad sólo tocan en ella 74: primeramente se eliminaron siete plazas y después otras nueve, arguyendo que era necesario por la crisis económica
El Ayuntamiento ni siquiera se compromete a realizar contrataciones temporales para cubrir las vacantes y partir de septiembre se interpretarán las piezas con 16 músicos menos de los necesarios para su buen funcionamiento.
Si al alcalde melómano no le importa la recesión de la calidad en la interpretación, mucho menos los puestos de trabajo de los intérpretes. Eso sí, siempre hay dinero para anunciar Madrid 2010, 2016, 2020 y lo que haga falta.
Recuerdo haber crecido con ella los domingos en el Retiro, que era casi un emblema de la ciudad y que tenía un público fiel…
Llevaba dos años fuera de Madrid y, francamente, desconocía el ataque que estaba sufriendo la Banda Municipal hasta que hoy, otra vez domingo acudí de nuevo a su concierto dominical, el último de la temporada, para ver una pancarta de protesta en su templete, una mesa recogiendo firmas de apoyo y solidaridad y una pequeña octavilla explicando la situación. La agrupación, dirigida por Enrique García Asensio, se encuentra en estado crítico. Con cierta sorna, alguien- no pude enterarme quién- ha declarado estos días ¡que la Banda va camino de convertirse en un cuarteto!
Detrás de la estupidez de desangrar a una formación que ha dado muestras de calidad y buena solvencia se encuentra una determinada forma de ver la cultura: como un bien de interés comercial con el cual lucrarse.
Macroeventos en los que los políticos puedan poner la cara son bien recibidos (y parece que a éstos les afecta poco o nada la crisis) así como todo tipo de gran sarao mediático, pero no trabajos tan dignos y tan «cotidianos» como el de esta formación musical. La cultura para los Gallardones es sinónimo de focos, luces, hacerse fotos con músicos famosos, mucha publicidad y gran atención mediática: hay espectáculos que se han machacado más dinero de una vez que el presupuesto de la banda para todo un años (que era unos 300.000 euros y este año de 172.413,79).
… Como para hablar de cultura en los barrios
En un plazo de cinco o seis años, las bajas por jubilación llegarán a 30, lo que hace insostenible la formación. ¿Y entonces?
No solo de los propios músicos sino de las vecinas y vecinos de Madrid el que la Banda Sinfónica Municipal de Madrid brille con la categoría que siempre le ha caracterizado.
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