Intervención de la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos en la II edición del Gran Canaria Solidaria, 6 de noviembre de 2009
Compartir espacio con las luchas de los pueblos palestino y saharaui es un honor. A esas luchas estamos y nos sentimos especialmente vinculados en nuestro posicionamiento político y en nuestro trabajo diario.
Hablando de trabajo, en estará aquí muy presente el Simposio Internacional «Justicia para Palestina» (1), celebrado en esta misma Casa de Colón a finales del mes de junio y que supuso un enorme esfuerzo y dedicación a lo largo de más de medio año para las organizaciones que, desde el primero y hasta el último día, entendieron la importancia de que un evento así, con el nivel que alcanzó, se diera en estas islas.
Unos meses antes habíamos enfrentado también en esta institución un proyecto jurídico fotográfico, titulado «Sáhara, siempre lucha, siempre resistencia», que lleva cerca de un año en distintos ámbitos reivindicando el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y a la independencia.
Relacionado con ese Simposio y con esa muestra de fotografías, en un caso porque la nombra y en otro porque está en su esencia, aparece un concepto que une a las luchas de ambos pueblos (el palestino y el saharaui) pero que teje, además, lazos con las luchas de otros tantos pueblos que en el mundo libran las suyas propias (Iraq, Afganistán, Colombia, Honduras…).
Ese concepto es el de Justicia; justicia violada, con mayúsculas repetidas a lo largo de siglos, en el hecho y en la herencia de la colonización, presente todavía hoy en la vida de los pueblos. Palestinos y saharauis sobrellevaron el lastre de ser colonizados y hoy se enfrentan, con dignidad y rebeldía indoblegables, a los invasores que ocupan sus tierras.
Resulta significativo que en uno y otro episodios de la Historia, hayan sido las élites gobernantes de potencias extranjeras las que se hayan creído con la legitimidad para dividir y adjudicar países y pueblos a los aliados que más convenían a sus intereses de clase. Y nótese que decimos Gobiernos, no pueblos, porque si equiparáramos a unos y a otros estaríamos faltando al concepto de Justicia que reclamamos aquí.
Los pueblos quieren y buscan la paz; los Gobiernos simplemente hablan de ella. Los pueblos son conscientes de que sin que haya Justicia es imposible que llegue la paz. Los Gobiernos que agreden, que ocupan e invaden países, violan sistemáticamente las leyes y alejan intencionadamente la paz de la vida de los pueblos con los que dicen querer convivir pacíficamente. En 2000, Ariel Sharon habló de «paz» mientras, con su presencia de criminal de guerra, ofendía a sus víctimas, atropellando la historia en la explanada de las Mezquitas. En 2003, George Bush dijo buscar la «paz» cuando invadió Iraq y ahora Obama se llena la boca de «paz» mientras mantiene la ocupación de Afganistán y no termina de cerrar Guantánamo.
El Estado de Israel, sus representantes y también sus cómplices en Occidente (EEUU, Francia Reino Unido, España) hablan de «paz» mientras violan o consienten sin pudor la violación de las resoluciones de la ONU y de instancias internacionales como la Corte Internacional de Justicia o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. ¿Qué decir de Marruecos, socio preferencial de la UE y monarquía hermanada con la jefatura del Estado Español, aliado incondicional de Francia en la salvaguarda de las fronteras del imperialismo de la vieja Europa en el continente africano?.
¿Podemos decir que las negociaciones de paz en las que ha participado desde hace años Israel han buscado realmente ese objetivo? ¿Y los Acuerdos de Paz firmados por Marruecos, que establecían la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental?, ¿se han respetado por parte marroquí?.
La respuesta a ambas preguntas es NO; al contrario. De la mano de la vapuleada paz han venido las agresiones más brutales, la represión sistemática, el hostigamiento de uno y otro pueblo, el palestino y el saharaui. La «paz», entendida y nombrada por los agresores, ha transcurrido siempre en paralelo a la más absoluta burla hecha e ese concepto del que hablábamos al principio: la Justicia.
El escritor Santiago Alba Rico, que participara en el Simposio sobre Palestina celebrado en Canarias, afirmó en un artículo reciente (2): «… si liberamos a la justicia de la mordaza de la paz, comprendemos al menos la doble injusticia sobre la que se asienta el proyecto sionista cristalizado en el Estado de Israel. Injusticia contra los judíos, a los que pretende representar en exclusiva -como el Vaticano a los cristianos-, obligándoles a reconocerse en términos étnico-raciales en una construcción ferozmente ideológica que encarna lo peor del nacionalismo, el colonialismo y el capitalismo occidentales. E injusticia, claro, contra los palestinos bajo una ocupación que, desde hace sesenta años, apoyada por las mismas potencias que despreciaban y desprecian a los judíos de todas las razas y todas las religiones, amenaza con echar por tierra todas las estrellas del mundo. Si queremos paz, hay que pedir justicia. Y la justicia exige que judíos y palestinos por igual se liberen de Israel. Es la más modesta, la más honrada, la menos escandalosa de las proposiciones».
De la misma forma, la justicia exige que marroquíes y saharauis se liberen de la monarquía de Marruecos, aliada de las mismas potencias que en 1975 bombardearon a la población civil que rechazó tajantemente la ocupación de su tierra, escapando hacia el desierto argelino (3).
Sin temor a equivocarnos decimos que la dictadura monárquica de Marruecos no sólo oprime a los saharauis, sino que subyuga y esclaviza al propio pueblo de Marruecos.
El pasado mes de marzo, Hamlichi Aboubacker, secretario general del Partido Vía Democrática de Marruecos, hombre de ese pueblo que ha pagado con cárcel la defensa abierta que ha mantenido de los derechos de los saharauis y también de los derechos de la clase obrera marroquí, lo exponía muy claramente en Las Palmas el pasado mes de marzo. En esa fecha, Aboubacker sentenció: «… nuestra posición, la de los marxistas marroquíes, es a favor de los pueblos, no a favor de los intereses espurios del capital. El problema saharaui beneficia los intereses de las empresas transnacionales que saquean los recursos naturales de ese territorio. De ese expolio obtienen tajada la monarquía marroquí, pero también (y mucho) las empresas europeas (españolas incluidas) y en especial estadounidenses a las que protegen (y mucho) sus respectivos Gobiernos».
Las cifras dadas por el Observatorio Internacional de Recursos Naturales en el Sáhara Occidental (WSRW, por sus siglas en inglés) no dejan lugar a dudas. Tres millones de toneladas de fosfatos se extraen al año de las minas de Bucraá (situadas en territorio saharaui ocupado). Su valor en el mercado internacional es de 450 dólares por unidad de exportación y los beneficios que obtiene Marruecos ascienden a billón y medio de dólares anuales, de los que 1,2 billones provienen directamente de exportar dichos fosfatos de la. Las reservas de Bucraá se calculan en 120 millones de Toneladas (aseguradas hasta el 2050), lo que supondrá pingües ganancias para la monarquía marroquí.
Una pregunta surge de forma inmediata: ¿qué país importa en tal cantidad los fosfatos que Marruecos le roba al pueblo saharaui? La respuesta no sorprende: Estados Unidos; un 99% del total de su abastecimiento procede de lo que importa de Marruecos, es decir de lo que se saquea en el Sáhara Occidental.
A la vista de tal correlación de intereses, ¿puede confiarse en que EEUU, como hace pocas fechas se ha apuntado, apoye realmente la autodeterminación del Sáhara Occidental? La respuesta, entendemos, también es no, salvo que la potencia imperialista pretenda maquillar su propia ocupación de independencia, y ya puestos, competir sobre el terreno con Europa, teniendo para sí una plataforma desde la que avanzar en su penetración africana. La actividad desplegada en los últimos años por la Cámara de Comercio estadounidense en Canarias dice, por cierto, bien a las claras que el archipiélago no sólo no es ajeno a tal estrategia, sino que de hecho está llamado a ser una de sus piezas clave.
Para finalizar esta exposición queremos volver a lo que realmente nos importa: los pueblos y sus luchas. Para ello recurrimos nuevamente a lo expuesto por Hamlichi Aboubacker y por Santiago Alba Rico.
El luchador marroquí ha sostenido que «…a la monarquía de Marruecos no le interesa que se solucione el conflicto del Sáhara Occidental, para la institución real y el entramado que se mueve en torno a ella, que tal cosa ocurriera sería un desastre. Otra cosa muy distinta es lo que conviene a los trabajadores, que tenemos que empeñarnos en construir un Magreb de los pueblos«.
Por su parte, Alba Rico, en el mismo texto al que al que antes hacíamos mención, citaba al activista judío antisionista Michael Warschawski, del Centro de Información Alternativa de Israel, quien se dirigió a Barak Obama, Edhud Olmert y Zippy Livni para denunciarlos y advertirles que: » …junto a decenas de miles de otros judíos, desde Canadá a Gran Bretaña, desde Australia a Alemania, se lo estamos avisando: no osen hablar en nuestros nombres, porque correremos tras ustedes, incluso si fuera necesario, hasta el infierno de los criminales de guerra, y se van a comer sus palabras hasta que se atraganten en sus gargantas, hasta que pidan perdón por habernos mezclado con sus crímenes«.
Una última reflexión trae hasta nosotros a un luchador que no es palestino, ni saharaui. Se trata de un revolucionario cubano, Gerardo Hernández Nordelo, el cual, junto a cuatro compañeros conocidos en el mundo como Los Cinco, llevan once años en las cárceles estadounidenses por defender el derecho de su pueblo a vivir en libertad y en auténtica paz (4). El pueblo de Cuba ganó la propiedad de su destino el 1 de enero de 1959 y desde entonces, ni aún en los peores momentos ha dejado de demostrar, con hechos, su apoyo incondicional a aquellos otros pueblos que aspiran a lograr la misma conquista. Palestinos y saharauis conocen bien esta realidad.
Las palabras de Gerardo Hernández se convierten hoy en la voz de los siete activistas saharauis que Marruecos detuvo y encerró en sus mazmorras en las últimas semanas y que corren el riesgo de ser condenados a muerte, pues será un Tribunal militar el que los juzgue. También hablan por la de los miles de mujeres y hombres de Palestina, prisioneros descarnados en las cárceles israelíes; por los que soportan el bloqueo y la amenaza constante en la Franja de Gaza o la miseria en los campos de refugiados del Líbano. Y hablan, claro, por los niños y niñas del desierto de la Hammada, que crecen sabiendo que es posible estudiar en Cuba y formarse para que en su país, cuando sea libre, haya justicia:
«… No podemos ser ingenuos, no debemos esperar milagros, ni nuestro futuro como nación debe soñarse atado a cambios de gobierno en el gran vecino del norte, ni de gobierno alguno del mundo. Debemos contar siempre con nosotros mismos, con nuestra inagotable capacidad de resistir, pelear y vencer, con nuestra inteligencia, con nuestra creatividad, con la virtud de dar amor a todos y recibirlo en reciprocidad cuando más falta nos hace, de verdaderos hermanos y amigos que no chantajean ni condicionan ayudas. Ese es el camino que nos ha llevado hasta aquí por 50 años y es el único camino de la Victoria«.
¡LIBERTAD PARA LOS CINCO!
¡VIVA PALESTINA LIBRE!
¡VIVA EL SÁHARA LIBRE!
Notas:
(1) El Simposio Internacional «Justicia para Palestina se celebró en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria, los días 25,26 y 27 de junio. www.simposiopalestina.blogspot.com
(2) Santiago Alba Rico: Palabras contra la paz ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88232 )
(3) El 6 de noviembre de 1975 comenzó la Marcha Verde, ocupación militar y civil marroquí del territorio del Sáhara Occidental, hasta entonces colonia española y cedida a Mauritania y Marruecos tras los Acuerdos Tripartitos de Madrid, firmados por los tres países. La población saharaui abandonó sus ciudades rumbo al desierto, siendo bombardeada con NAPALM y fósforo blanco por aviones franceses tripulados por soldados del ejército marroquí.
(4) Información sobre los Cinco disponible en: www.antiterroristas.cu y www.cubadebate.cu
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