Tengo el honor de haber conocido a un grupo de militares demócratas y comprometidos con la causa del pueblo que hace algunos años firmaron el manifiesto Las Fuerzas Armadas con el pueblo, que se aloja en la página rebelión en los cuarteles de www.rebelion.org. (Las Fuerzas Armadas es con quien únicamente tienen que estar para defenderlo, con el pueblo y no haciendo el exhibicionismo de cabra y procesión ni amenazando a los gobiernos democráticos, como hacen algunos; no contra el pueblo, como ha sido y se ha percibido desde el Golpe de Estado). Pues bien, entre los militares demócratas, estas personas admirables, estuvo y está en primera línea un destacado defensor de la república, Manuel Ruiz Robles, capitán de Navío, miembro del colectivo Anemoi, presidente de Unión Cívica por la República, miembro fundador de la Asociación Civil y Milicia y República (ACMYR) que preside el heróico teniente Luis Gonzalo Segura, denunciante de la corrupción en el Ejército.
Manuel Ruiz Robles ha hecho unas recientes declaraciones sin desperdicio alguno al veterano periodista Ángel Pasero (dejo abajo los enlaces de acceso en diversos formatos para que ustedes las puedan escuchar), poniendo el dedo en la llaga, aclarando definitivamente muchas cuestiones que debemos saber sin más dilación. Y al hilo de ellas me permito algunas reflexiones.
Efectivamente, lo comparto y lo constato: el régimen del 78, la Transición de los oportunistas (yo lo creo así también a la vista de lo resultante), la monarquía caduca y corrupta y a la espera de juicio (si no aquí, fuera, pues la causa va a tener que llevarla algún país tal pasa en el caso de la querella contra los crímenes del franquismo), están acabados, rotos, creo que en sus últimas horas. Y esto es un callejón sin salida salvo República porque no es posible ni consistente ni se va a consentir la otra salida de trágala, engaño y bota en el cogote, cuando no fusil y muerte que inspira al elenco de agotados gestores del mal que ya demostraron a qué llegan: Gladio, GAL, 23F, rapiña y descapitalización del país, guerra criminal contra otros pueblos que no nos habían hecho ningún mal, como la guerra de Irak…
Esa gente de siempre, ahora algunos apiñados en VOX que, como coco amenazante, golpea y grita estridente contra la democracia; periodistas corruptos de viciosas costumbres, ex banqueros condenados que tuvieron que ser encarcelados, extremos de derecha que estorsionaron lo que pudieron y están acusados, gentes bajo el ala de gaviotas carroñeras y de coronas desterradas (también entre ellos algún periodista de los de la escuela del chantaje, exaltadores y aupadores al generalato de tricornios de la droga y otros atentados evidentes y publicados contra vidas humanas, arrimados a reyes frustrados, conspiradores confesos de salón frente al voto para la bota y el tanque contra la inmensa mayoría); gentuza y gentuzilla que ha practicado el crimen y la delación, la traición entre ellos mismos, cual alimañas de las peores. ¿Qué nos pueden aportar todos ellos y sus ratas de cloaca a sueldo? ¿Son alguna solución estos inspiradores de odio, defensores del statu quo y de sus privilegios?
Monarquía y franquismo es lo mismo, dice Manuel Ruiz Robles. Y así es. Y hay amenazas ciertas, palpables y con todo el poder en las manos que no lo han dejado de tener desde el genocidio. Y han de caer a la vez o nos seguiremos hundiendo y empachando con las dos parte del todo: Franquismo, monarquía… La madre del cordero, el huevo de Colón y de la serpiente, aquí. No olvidemos qué consecuencias tuvo para la comunidad internacional y para nosotros como país, como futuro, como gente, dejar que saliera la serpiente de ese huevo que está eclosionando de nuevo. Paremos lo que quieren: guerra y destrucción. Optemos por la paz.
Quieren esos del huevo y el fuero (todo para ellos) un pacto-golpe, un apartar de su camino a los demócratas, un volver a la represión y al tedio (más del que ya sufrimos), al atraso social, a la ignominia, tengo que asegurarlo. Le llamarán pacto de la Moncloa o lo que sea, pero si eso conlleva volver a blindar a asesinos, a franquistas, al rey, eso no va a ser posible, no va a ningún lado pues, como dice el capitán Ruiz en su entrevista, requeriría represión sobre el pueblo, el trabajador y el parado, el necesitado, y eso no lo vamos a consentir, no por chulos (que no lo somos) ni por valientes, sino porque el hambre que viene con ellos, el caos que viene de su mano y la rapiña que propondrán como única salida, no sabe de miedo; sabe de hambre e injusticias.
Si el pacto de los oportunistas del 78 tras el acuerdo de Yalta (que marcó el margen de maniobra, es cierto) tiró para adelante fue porque en el horizonte había un cierto progreso material (salíamos de las alpargatas y la falta de todo), no progreso en otro sentido, pero sí alivio material. Ahora eso no es lo que está precisamente vislumbrándose. Sino que ante nosotros, en nosotros ya, están las dificultades, la falta de recursos, la dependencia de que se liberen fondos europeos y se inyecte dinero al sistema… La necesidad absoluta de otro contrato social o el tener que plantearse la sociedad para qué sirve un estado sin bienestar, sin lógica, sin ton ni son.
Aquello de estado de bienestar tan cacareado fue cierto estado de bienestar para los que pudieron acceder (no todos ni tantos como parece) y ampliación de una ficticia clase media que se lo creyó: serlo. Tuvo como precio el desmantelamiento de parte de nuestro sector primario (era una pena ver olivos arrancados, tierra fértir de España echada a perder como si nada, como si no fuera lo que fue: un crimen medioambiental y alimentario para futuro, para presente; un crimen contra todos de efectos retardados); supuso la reconversión de la que fui testigo de primera como periodista en activo, con sus muertos, pueblos muertos y suicidios, con sus políticos borrachos salidos de cualquier parte, despiadados (tipos como los que aparecen en Vicio de poder, esa película imprescindible para entender en qué manos estamos), acerías y demás pequeña industria obsoleta que nunca se invirtió más en ellla sino que se la condenó al cierre; supuso la eliminación de parte importante, con cifras alarmantes nunca cerradas, de jóvenes asesinados con la heroína y la falta de empleos; supuso la condena a ser dependientes del endeble sector turístico, de servicios tengerengues, supuso la esclavitud y precariedad laboral y la exclusión social como nunca la habíamos conocido; la sujección a una moneda única hecha a medida de los fuertes, sobre todo de Alemania; la pérdida aún mayor de soberanía y, en definitiva, estar al albur de lo que otros quisieran hacer con nosotros: escudo antimisiles perfecto, perfecto casino de Las Vegas en versión cutre, caladero de menores para fiestas y secuestros inconfesables, prostitución a espuertas…
La pandemia ahora cambia el escenario. Adiós definitivamente a los pactos pasados, al pacto del 45, a ese estado de cosas…
Cada país se repliega ya, se salva más o menos según sus fuerzas, su industria mínima o potente, o su nada previa de ser algo tras el trampantojo; se conduce según su idiosincrasia y forma de ser. Alemania, acorazada; Inglaterra vieja raposa ya separada y egoísta de antemano, a lo suyo, isla… Francia, preocupada por la cohesión nacional y pensando en lo común (que tendrá que replantearse lo de sus excluídos, expulsados de su lema nacional: Libertad, igualdad, fraternidad); Estados Unidos, sin una previsión ni plan común, américa del salvese quien pueda y máxima libertad hasta para morirse en la calle sin cuidados mínimos; Rusia, con su nacionalismo particular interesada en enterrar la URSS y en que gane Trump. España en cueros y desmembrada de facto, punto y aparte. Con una crisis constitucional, territorial, monárquica y estructural, a la espera de que se la repartan todos los cuervos, autodescuartizada… Sin plan propio y con hienas amenazantes a sus pechos, que se han quitado la careta, amamantándolas por cobardía, falta de razón, de empuje…
Nunca he sido partidaria de modelos autárquicos, sino de la solidaridad internacional, del internacionalismo, de la unión que hace la fuerza, de la Europa de los hombres no de los mercaderes como ha sido desde los acuerdos del Carbón y el Acero, pero el repliegue y el nacionalismo trampa es lo que tenemos en el horizonte inmediato. No estaría mal, por una vez, analizar seriamente todo esto que va a pasar, lo de los nacionalismos y cierres en banda, lo que van a suponer esos créditos, lo que llaman deuda perpetua: esclavitud perpetua… Y analizar el paro que tenemos de partida y lo que va a ser…
Mirar en serio algo serio, tangible por y para nosotros mismos no estaría mal, aunque sea por tener algo que ofrecer a futuras alianzas con otros y no solo manos vacías de pedigüeños. Es muy cierto: hay que reaccionar. Leo a Joan Garcés cuando advirtió que podríamos quedar a merced de que otros países decidan por nosotros (hablaba de Catalunya pero es aplicable al todo en estos momentos, creo), si no somos capaces de hacerlo solos…
Dice la ministra de Industria Reyes Maroto, y dice bien, de recomponer la idem. Nuestra industria. Pero claro que es imprescindible. Igual que la sanidad pública y gratuita y la enseñanza de calidad e igualdad que combate ferozmente una secta religiosa subvencionada que divide por sexos y educa en intolerancia y vicio e ignorancia primaria, que traslada ignorancia salvo a sus elegidos que siempre elevará para que sigan extendiendo la manipulación y el engaño por los cinco continentes, bien armados de carreras y conocimientos… Y, por cierto, esta secta que ya denunciara el emperador español Adriano por peligrosísima, estos días anda golpista y haciendo política como lleva haciendo desde hace más de 2.000 años, oponiéndose a la renta de subsistencia porque les arruina el negocio de que haya más pobres, necesitados que manejar…
El problema es que sin esa línea divisoria de demócratas a un lado y monarquía y franquismo a otra, que dibuja tan bien Manuel Ruiz, nada será posible. Y España desaparecerá, se desintegrará, no saldrá viva de esta crisis como vaticina el agente de inteligencia ruso, Estulin, que puede ser parte interesada, pero para nada es tonto.
Sin unos partidos comprometidos en salvar la democracia frente a los que están por el no reparto, por el Golpe, por golpear a la mayoría, por el retraso a los tiempos de la guerra de España, esos nostálgicos del 39 y su victoria genocida, ninguna política justa será posible. No nos van a dejar el desarrollo ningún fascista. Y hay que optar, señora ministra de Industria, señora de Sanidad, señor presidente. Hay que reaccionar antes de que sea tarde y salvar todos los muebles, cimientos, casa y demás… Sin mentiras, diciendo la verdad: que ustedes tienen el deber de proteger la democracia y a los ciudadanos, que son elegidos para algo y que sí, que tienen que perseguir y apartar ya a los golpistas. Insisto, con luz y taquígrafos, más pendientes del bien común, de sus obligaciones que del marketing o de que se encienda el debate, conscientes de que ellos, los golpistas, sus instigadores, sus palmeros, no van a tender mas que trampas, no quieren diálogo, no es posible dialogar con ellos…
Aún estamos a tiempo. Tenemos tierra, buena gente, preparada, demócratas la inmensa mayoría de los ciudadanos, la inmensísima mayoría que pide soluciones, construir un futuro de paz y desarrollo. Somos trabajadores, dura piel, hemos sido pacientes, estamos dispuestos a apoyar la decencia, a arrimar el hombro. Pero nunca a suicidarnos, a ponernos grilletes, a hundirnos, a tomar esas servilletas inservibles contra el virus por símbolos de mordazas, ni el confinamiento por aceptación perpetua de aislamiento y de obediencia rampante; ni el odio con que nos amenazan otros por algo admisible…
Opten bien o serán inservibles para el pueblo, para la mayoría. Las nuevas generaciones no admitirán más dictaduras. Y una salida no equitativa con todos, solo con algunos, no será tolerada.
Ni será asumida mayor represión.
Hagan unos buenos pactos para todos, que nadie quede atrás, y hagan República primero para que ello sea posible. Sin más dilación. Es la única salida. Valor, coraje, honestidad. Salud es República.
Enlaces de interés relacionados:
Entrevista de Ángel Pasero a Manuel Ruiz Robles:
Otros contenidos referidos:
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Enriqueta de la Cruz es periodista y escritora