El actual desapego social sobre EITB como servicio público, la falta de calidad y de imaginación de la programación, el sentido de los informativos y el autismo en el que se ha instalado la actual dirección, empujan a EITB hacia el abismo. Se han atravesado las líneas rojas. No requiere solo un tratamiento de coyuntura; […]
El actual desapego social sobre EITB como servicio público, la falta de calidad y de imaginación de la programación, el sentido de los informativos y el autismo en el que se ha instalado la actual dirección, empujan a EITB hacia el abismo. Se han atravesado las líneas rojas.
No requiere solo un tratamiento de coyuntura; el problema de EITB, es también estructural. Su dirección actual, por un lado, no está abordando los problemas que la era digital le plantea, ni afronta la competencia que le viene del sistema privado televisivo de ámbito estatal. Por otro lado, y es lo peor, no entiende a qué sociedad sirve o cual es la función de una RTV pública en un país de cultura integral.
Ciertamente no toda la culpa es de la actual dirección. Llueve sobre mojado, pero sí es responsable de que haya inundación. Vayamos por partes.
UN CONTEXTO EN CAMBIO
Hay sitio para la TV de proximidad. En la era de la globalización y de la diversidad se revaloriza el rol de una TV en abierto para un espacio comunitario. Por su cercanía a la ciudadanía y su capacidad de organización de la vida social, es una herramienta frente a los riesgos de desintegración social o de un mundo virtual sin anclajes en la cotidianidad.
Sin embargo, la forma en que se está implantando la digitalización general y la apuesta política de Estado sobre el sistema audiovisual, dibujan un mapa muy peligroso para la comunicación pública de proximidad, salvo que redefina sus roles.
En primer lugar, el mapa comunicativo ha cambiado radicalmente por varios factores: la transición tecnológica a la TDT; la fragmentación de las ofertas en generalistas y temáticas; la globalización de los mercados de contenidos televisivos; la competencia de otras formas comunicativas no centradas en TV (horizontales, internet, plataformas…); los cambios en el modelo de consumo televisivo (TV-ordenador- móvil- internet; consumo autogestionado) y por franjas de población…
En segundo lugar, el mapa para las autonómicas y locales ha quedado en precario por efecto de las apuestas de Aznar (canales a Vocento y Mundo) y de Zapatero (canales a Sexta y Cuatro para compensar; autorización de un múltiple para cada uno de los seis operadores privados; y, como no había negocio para tantos, le subió las obligaciones y le precarizó la financiación a RTVE mientras autorizaba la concentración de los grandes operadores). Ambos gobiernos apostaron por la TV privada de ámbito estatal que, mediante sobreoferta, absorben la demanda televisiva, poniendo contra las cuerdas a las TVs autonómicas y locales.
Por todo ello las funciones de EITB deben precisarse. Las oportunidades se llamarían: independencia y calidad informativa; ejemplaridad en las misiones de Servicio Público; diferenciación con identificación; proximidad emocional; apuesta lingüística; base en el imaginario colectivo; generación de agenda propia; irrupción en la TV temática y en los servicios; apuesta multisoporte siendo referencia tanto interna como global; creatividad; funciones integradoras, participativas y educativas; plantilla entusiasta; impulso de la producción propia y de la industria audiovisual cercana…
UNA OPORTUNIDAD REGULATORIA PERDIDA
Los problemas de la RTV vasca para situarse en este contexto vienen de antes, y si algunos se abordaron correctamente en anteriores legislaturas vascas (TV temática, una parte de multisoportes, agenda propia), otros no. No se aprobó una Ley de Comunicación propia con obligaciones para todos los operadores y que contuviera la reflexión sobre un sistema comunicativo propio potente (hubo anteproyecto de ley); no se consumó la democratización de la estructura del Ente mediante una reforma de la Ley de Creación de EITB (hubo una comisión parlamentaria dirigida por Antonio Rivera y una abundante documentación); y tampoco se aprobó la creación de un Consejo Vasco del Audiovisual que vigilara el sistema y su pluralismo.
La dirección del PNV -Imaz, primero, y Urkullu, después- sucumbió a la idea de la no regulación y, además, se imaginó pilotando eternamente EITB. Le bloqueó al tripartito estas tareas que estaban en el programa del Gobierno. Los detalles me los ahorro, pero ese error histórico ahora lo estamos pagando viendo cómo se deteriora el sistema comunicativo vasco (EITB y nulas obligaciones ni fiscalización para la RTV local) sin que haya resortes institucionales automáticos para evitarlo.
EL PSE-EE viene a incurrir en el mismo error. Llama la atención que, cuando estaba en la oposición, reclamara la reforma de la Ley de EITB y suscribiera la necesidad de un Consejo -es una tradición socialista- y se olvide de ambas cuando está en el Gobierno, como precio de su acuerdo con la derecha que no quiere saber nada de regulaciones.
UN EQUIPO FRACASADO
Cuando un gobierno no nace de mayorías sociales sino de mayorías parlamentarias artificiales los problemas se acumulan en todos los frentes. En la aventura López pesó el irresistible encanto del poder y el canto de sirena de pensar que ocupar el Gobierno es tener el Poder en un país de poderes múltiples repartidos (diputaciones, alcaldías, partidos, sindicatos, agentes de todo tipo, opinión pública viva…). Y ello en una época de dura crisis que exige la excelencia simplemente para no quedar mal. Hace falta osadía e irresponsabilidad para formar un gobierno minoritario débil, apoyándose en su contrario natural, y que le cercena toda posibilidad de singularidad alternativa que no sea el puro antinacionalismo. Un gobierno así no gobierna. Solo puede dedicarse a enrocarse y defenderse.
Una derivada doble de esa apuesta, aplicada a EITB, fue pensar que se puede reeducar a la sociedad vasca en otras claves identitarias en solo una legislatura; y que la RTV está para eso. Para ello se montó un equipo de aluvión, sin proyecto ni empaste, a base de un cambio de cromos partidistas y que es una dirección de coalición (responsables elegidos directamente por PSE y PP) a diferencia del Gobierno. Garrafales errores!.
La sociedad es la que es, y las mayorías artificiales son el peor aval para emprender, desde arriba y a corto, cambios de mentalidad social y de simbologías instaladas. Lo normal es que la sociedad se cabree con el adoctrinamiento -y no solo las bases de los nacionalismos- y opte por hacer un gesto tan sencillo como cambiar de canal desde el mando (un instrumento político reactivo).
¿Boicot? No o, quizás, solo de algunos. Es, más bien, el fracaso de la apuesta del propio equipo de Alberto Surio, Director general de EITB (fino y abierto periodista procedente del Grupo Vocento y que aceptó liderar una tarea mal planteada e imposible).
Por ejemplo, yo no boicoteo los informativos en castellano de ETB2, simplemente los veo poco por su falta de autenticidad: no es información integral sino sucursalizada; predomina lo anecdótico sobre la información; y los editores lo desproblematizan todo, en un aquí no pasa nada. Para el punto de vista en el que se sitúan, prefiero a TVE-1 en castellano. Y aunque es de alabar que pusieran informativos de mañana y de medianoche, ¡lástima! de calidad. Y en euskera solo tengo las opciones de ETB 1 o Hamaika.
Se justifica diciendo que ahora ETB se dirige a toda la sociedad y antes solo al nacionalismo. Vistas las audiencias de antes y de ahora suena a boutade. Si ETB tenía audiencias de 18-20%+5%, o sea de 23-25% en 2004, seis años después -octubre 2010- tiene de 7,7%+1,7%, 9,4% en total. Ciertamente la antigua dirección, y desde su imaginario, barría mucho para casa, aunque dentro de cierto fair play con y para todos, que ahora no existe.
Hay tanta prisa que el adoctrinamiento llega hasta la censura. En los informativos en los que hace dos años era líder ya no es la primera opción. Para imponer la nueva línea informativa -que se puede encontrar en el resto de medios de Estado perdiendo ETB su especificidad- han llegado a la imposición interna. El alarmante episodio del jefe de política de ETB, Juan Carlos Viloria (también procedente del grupo Vocento) dándole una noticia hecha y muy sesgada a una redactora con contrato temporal, que se negó profesionalmente a leerla y fue arropada con una concentración de parte de la plantilla, es ilustrativo.
Se hace TV de parte, al apuntar que «uno de los objetivos de los informativos de ETB es desarrollar los aspectos esenciales del acuerdo de gobierno entre PSE y PP» (texto en Presupuestos de Cultura para el 2011). Y sigue «defensa del marco institucional,(…) evitando dar cobertura (..) a quienes (..) amparan sus acciones» (terroristas, se entiende). Una patada semejante al pluralismo se traduce en unos informativos de propaganda del status quo institucional, de desprestigio de los nacionalismos y de ostracismo de la izquierda abertzale mayoritaria -también de Ezker Batua y otros-, mientras el PP, tan representativo él, aparece hasta en la sopa.
Las apuestas de programación actuales se proponen desde la falta de feeling con la audiencia. Ya es de un dígito. En año y medio, y de forma constante, ha perdido la mitad, la peor evolución de todas las TVs de la FORTA. Y la programación de ETB-1, en particular, con un 1,7%, parece espantar a los euskaldunes. La legitimidad de una RTV pública es el servicio, ciertamente, pero requiere un umbral mínimo de audiencia. Estamos debajo. Y en lugar de autocrítica y medios de excepción para enderezarla se niega la realidad.
La dirección actual se ha instalado en el síndrome paranoico de la fortaleza sitiada desde fuera y minada desde dentro. El director de ETB, Miguel Angel Idígoras, y en relación al incidente antedicho declaraba la siguiente insensatez. Hay sectores que «son de la izquierda abertzale, pero hay sectores radicales del PNV que, desde fuera, se están apoyando en ellos para incendiar ETB y evitar que dirijamos la televisión» (El Correo 9-11-10). Atención! porque lo de fuera es la sociedad para la que se debe hacer RTV, y lo de dentro no son quintacolumnistas, son los empleados que hacen la RTV. Ya solo falta que, para justificar que ETB sea hoy una TV de segunda fila en el menú vasco actual, se piense que la izquierda abertzale controla hasta los audímetros. No se puede gestionar la RTV contra la mayoría del país. Con este diagnóstico un equipo solo puede aislarse y recurrir al autoritarismo para dirigir.
Para no seguir con las paranoias, sería insensato que se identifique a quienes criticamos al equipo actual con una supuesta conspiración contra el Servicio Público. Sería una manera de transferir el fracaso. Es al revés. Defendemos EITB -se ha creado un grupo de trabajo en la UPV-EHU- de quienes lo están dinamitando. Asistimos a una implosión desde dentro del servicio público por empecinamiento en un modelo imposible.
PROPUESTAS
1. Con el interés general no se juega. Si no queremos hacer quebrar el Servicio Público lo lógico es que, o bien dimita todo el equipo con el Director General Surio a la cabeza, o que él mismo propugne un acuerdo parlamentario muy mayoritario de contenidos y proyectos, y se nombre una nueva dirección de consenso, que haga recuperar la afinidad colectiva con EITB desde criterios de pluralismo.
2. Paralelamente, para tener resultados estructurales al final de la legislatura, es necesaria la puesta en marcha de una Comisión Parlamentaria de mayorías amplias con dos misiones: la reforma de la Ley de EITB para actualizarla y definir y garantizar sus misiones en el nuevo contexto (incluyendo comisión asesora, consejo profesional de informativos, derecho de acceso, dirección colegiada desde un Consejo de Administración operativo y ejecutivo); y elaborar una Ley de Comunicación audiovisual para el conjunto del sistema (con cuotas de producción propia, cultura, lingüísticas, …), incluyendo un Consejo del Audiovisual.
Ramón Zallo. Ex miembro del Consejo de Administración de EITB y profesor de Sistema Audiovisual.
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