Está previsto que dentro de algunas semanas las máquinas comiencen la demolición de uno de los edificios más emblemáticos de la represión franquista y una de las prisiones más significativas de la reciente historia de este país. El objetivo del derribo de Carabanchel es la obtención de varias decenas de millones de euros de plusvalías […]
Está previsto que dentro de algunas semanas las máquinas comiencen la demolición de uno de los edificios más emblemáticos de la represión franquista y una de las prisiones más significativas de la reciente historia de este país. El objetivo del derribo de Carabanchel es la obtención de varias decenas de millones de euros de plusvalías que el Ministerio del Interior pretende conseguir con la construcción de 650 pisos en unos terrenos que adquirió hace casi 70 años como suelo rústico para equipamiento. Vecinos, expresos y luchadores en defensa de la memoria histórica, se han unido para evitarlo.
Como es bien sabido, la madrileña cárcel de Carabanchel fue uno de los lugares emblemáticos de la represión que el pueblo español sufrió durante los largos años de la dictadura franquista. Entre sus rejas se encarceló, vejó, torturó y asesinó a miles de presos por sus ideas políticas o sindicales, por sus preferencias sexuales o víctimas en general de los humillantes y antidemocráticos códigos y leyes represivas. No fue el único lugar, pero sí de los más tristemente conocidos nacional e internacionalmente, ya que, al ser una cárcel de preventivos y celebrarse en Madrid los juicios, casi todos los presos del franquismo tuvieron que pasar por ella.
Además, muchas de las páginas negras de las prisiones de la transición y los años posteriores a la caída del régimen, también tuvieron como escenario Carabanchel: los motines de la COPEL, el hacinamiento de presos, la droga y el SIDA en las cárceles…
En 1998 la prisión fue clausurada y desde entonces se ha convertido en el mejor ejemplo del desprecio de las administraciones por un espacio público. Si en otros países se ha optado por reconvertir estos elementos de triste recuerdo en nuevos usos que les confiere una utilidad bien distinta, Carabanchel fue condenada desde el principio a un olvido que únicamente tenía como objetivo derribar el viejo edificio para especular con el suelo a través de la construcción de viviendas.
Ubicada en la frontera de los dos distritos más poblados de Madrid, para los vecinos de la zona la cárcel es el elemento más emblemático de sus barrios. Durante décadas tuvieron que soportar el estigma negativo de esta prisión y por ello, desde que conocieron las intenciones de cerrar la prisión, hace más de quince años, han mantenido una ejemplar lucha para reivindicar que los terrenos de la vieja cárcel se dediquen en su totalidad a la construcción de equipamientos sociales, y principalmente un hospital, y oponiéndose a las 1.300 viviendas que están contempladas en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid. Se trata de conseguir convertir ese efecto negativo en todo lo contrario, en una posibilidad de desarrollo futuro de una zona en la que habitan más de medio millón de vecinos que carecen de los equipamientos básicos y carecen de suelo público donde construirlos. Para ello no han dudado en celebrar decenas de manifestaciones, realizar campañas masivas de recogida de firmas e incluso una consulta popular que contó con la participación de más de 32.000 vecinos en un solo día, que han convertido la reivindicación de la cárcel en una de las más conocidas del movimiento ciudadano de la ciudad de Madrid.
La propuesta vecinal, aprobada en diferentes asambleas convocadas en los barrios, consiste en convertir los terrenos que ocupó la prisión provincial en un referente del sur de la capital: un hospital público de gestión pública para atender las necesidades sanitarias de la zona, una residencia pública para la tercera edad, un equipamiento universitario y la necesidad de reconvertir parte de la estructura central para ubicar un gran centro cultural al igual que se ha hecho en numerosos países que también sufrieron los rigores de regímenes dictatoriales, como muestra viviente de lo que nunca debe volver a ocurrir. De hecho en España existen ejemplos de varias decenas de cárceles cuya estructura se ha conservado para nuevas actividades de tipo cultural o social.
Pero el pasado 16 de junio El Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Madrid firmaron un protocolo de intenciones a espaldas de los vecinos para los terrenos de Carabanchel. El acuerdo, si bien recoge parte de las reivindicaciones vecinales, ya que se reducen a la mitad las viviendas previstas y se destina una parcela de 40.000 m2 para la construcción de un hospital fruto de la lucha de tantos años, mantiene la especulación en forma de 650 nuevos pisos. El Ministerio, además de las enormes plusvalías que obtendrá por la venta de un suelo que adquirió como rústico y ahora venderá como urbanizable, se reserva espacio para una comisaría, el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche, la sede de Instituciones Penitenciarias y varias instalaciones relacionadas con las prisiones que tratan de presentar a la opinión pública como equipamientos para los vecinos.
La primera consecuencia de este acuerdo es la demolición total del edificio prevista para el próximo mes de octubre. Para tratar de evitarlo se ha constituido la Plataforma por un centro para la paz y la memoria en la antigua cárcel de Carabanchel, en la que se han unido las reivindicaciones vecinales con la de otras asociaciones sociales, culturales y de defensa de la memoria histórica de la lucha antifranquista. Los objetivos son claros: paralizar la inmediata demolición, que se anule el protocolo de intenciones firmado entre el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Madrid y la creación de un nuevo convenio que permita destinar la totalidad de los terrenos a la construcción de equipamientos, incluido un hospital público, y la conservación de la cúpula y parte de la estructura central para ubicar un centro cultural vinculado a la paz, los derechos humanos y la memoria histórica.
Hasta el momento se ha presentado un escrito al Presidente del Gobierno apoyado por un millar de firmas de personas relacionadas con la cultura, la universidad, la investigación, el sindicalismo y la política. Se ha solicitado a la Comunidad de Madrid la declaración de Bien de Interés Cultural de parte del edificio en la categoría de monumento histórico artístico. Además, se están organizando visitas guiadas al interior de la prisión que están resultando masivas por el enorme interés histórico y cultural que despierta la prisión, y se han emprendido diversas campañas que permiten la participación de la gente que quiera evitar la destrucción de la cárcel.
Pero el acto principal tendrá lugar el sábado 27 de septiembre a las 18 horas, donde vecinos y expresos se concentrarán en el interior de la prisión para denunciar los planes especulativos. No podemos permitir que Carabanchel se convierta en una gran fosa común donde enterrar para siempre la memoria de la represión que el pueblo sufrió por el régimen franquista. Creemos que la memoria y reparación de los que allí, y en otros lugares, padecieron la represión franquista durante largos años, se merece algo más que un simple monumento, pues de lo que se trata es de que las generaciones venideras no olviden nunca lo que pasó y no debe volver a repetirse.
http://salvemoscarabanchel.
Cartel de la concentración: http://usuarios.lycos.es/