Hacia el Norte del Cabo Torres, entre los municipios de Carreño y de Gijón, se están realizando importantes obras que modifican, inevitablemente, el comportamiento de la mar tal como sucede en cualquier otro ecosistema en le que se actúe de forma tan agresiva. Flora y fauna están siendo afectadas pero, no sólo, sino también la […]
Hacia el Norte del Cabo Torres, entre los municipios de Carreño y de Gijón, se están realizando importantes obras que modifican, inevitablemente, el comportamiento de la mar tal como sucede en cualquier otro ecosistema en le que se actúe de forma tan agresiva. Flora y fauna están siendo afectadas pero, no sólo, sino también la geometría de determinadas áreas, principalmente la de las playas que sin duda son las más deterioradas, al menos aparentemente, como así recoge la Resolución publicada en el BOE autorizando las obras.
La construcción de un espigón que, partiendo del Cabo Torres, se adentra cuatro kilómetros en la mar, junto con la extracción de 24 millones de m3 de arena a tan sólo una o dos millas de la costa, de las playas, son dos intervenciones especialmente agresivas que han de pasar factura y configurarán, principalmente, una fisonomía diferente de todas las playas de la zona pero, especialmente, de la playa San Lorenzo de Gijón.
Se habla, se comenta y se «opina», pero con muy pocos datos encima de la mesa, sobre la realidad de lo que se está haciendo y de su repercusión sobre el entorno, pero no se habla con claridad sobre el futuro inmediato de las playas y de su hábitat. Y, no sólo a nivel coloquial sino también cuando hablan las autoridades competentes que son, además, las responsables.
En el BOE 287 (Resolución 21055 del 01/12/2006) se publicó la autorización para dragar una extensa zona contigua al puerto de El Musel «para la obtención de materiales con destino a la obra de ampliación del puerto, promovido por la Autoridad Portuaria» (AP). La Resolución añade, además, que es la propia AP el órgano sustantivo y, más adelante, menciona que los citados «materiales» son arena, arena de playa.
En la autorización para extraer hasta 24 millones de m3 en una extensión de 606 hectáreas y con una profundidad media de dragado de 3,93 m, ya se prevé que 200.000 m3 de arena (el 0,8%) serán para regenerar la Playa de San Lorenzo y de otras que también pudieran necesitar aportaciones de arena. Es decir, habrá problemas con las playas incluyendo incluso a la de San Lorenzo y, esto, lo dice el propio BOE, pero no es de extrañar porque en las zonas «A» y «B» justo en frente de San Lorenzo se extraerán 13,6 millones de m3, el 60,8% de toda la arena, en una extensión de 333 Ha, el 56,8% de todo el área afectada, con una profundidad media de 4,18m.
Si por efecto de estas obras se estima que se provocará una pérdida de arena en las playas, de poco servirá el relleno una vez roto el equilibrio, ¿por qué no deducir que este déficit será permanente, -crónico- y que cada año o poco más las mareas se cobrarán el tributo debido? También podríamos preguntarnos ¿cuántos años tardará la mar en estabilizar los fondos de arena ahora extraída? Si ni siquiera se ha planteado la pregunta, menos aún cabe esperar respuesta.
Se ha hecho un estudio de los efectos de esta actuación, pero no se menciona cómo se ha hecho ni se hace referencia al impacto que las obras puedan producir en el entorno una vez realizadas. Por ejemplo, la extracción de la arena dejará unas gigantescas «balsas» vacías de las mismas dimensiones que ocupan los 24 millones de m3 de arena extraída. No es razonable pensar que dicha arena se encontraba ahí por casualidad, por lo que no tiene sentido pensar que ahora no volverá a decantarse en el mismo sitio pero, además, es de suponer que esta arena que participaba en el juego de los flujos de las mareas y de las corrientes que configuran la playa de San Lorenzo, y del resto de las playas, deje ahora de hacerlo. Sucede ahora que la arena más próxima disponible es precisamente la de las playas.
El mismo razonamiento ha de emplearse con los efectos que ha de originar el espigón de 4 km. Es seguro que ha de modificar las corrientes marinas y las mareas, superficiales o profundas, que afectan y configuran toda la bahía de Gijón, incluyendo a las playas existentes.
Para mejor entender la situación basta con observar que el Cabo de Peñas, con su prominencia, configura el litoral situado al Este de modo que las playas se han formado orientadas ligeramente hacia el Este, como protegiéndose de la influencia de las corrientes procedentes de Peñas.
Las borrascas entran por el Oeste, vienen de Galicia, del Atlántico, y vienen girando en el sentido antihorario de modo que, por una parte, la cordillera cantábrica «frena» los vientos y las nubes en altura y, por otra, el Cabo de Peñas «modifica» las corrientes marinas. Aunque el espigón de la ampliación del puerto es de menores proporciones (no lo es tanto porque arranca del Cabo Torres) pero debido a su proximidad cabe esperar que tenga un efecto mucho mayor sobre Carreño y principalmente sobre Gijón. Cómo y en qué medida se verá afectado todo el entorno no se sabe bien, pero lo descabellado sería pensar que nada sucederá cuando actuaciones menores sí han destrozado el entorno afectado.
Las vientos y corrientes en la playa de San Lorenzo, la más importante y seguramente la más afectada, provienen de tres orientaciones. El Nordeste, propio del verano, que afecta principalmente a la atmósfera y poco o nada a la mar. Del Norte vienen las grandes marejadas que sí son importantes, aunque no frecuentes, porque revuelven la superficie y el fondo marino. Y, por último, del Oeste, la procedente de Peñas que es la mar predominante pero que ahora se verá frenada y modificada por el espigón de la ampliación del puerto. Tanto la mar proveniente del Oeste, como la del Norte, echarán de menos los bancos de arena que bordean las playas como se puede ver en el mapa incluido en la citada Resolución y, es previsible, que el «juego» de las mareas se reduzca a «llevar» arena de las playas a estas extensas fosas que ahora están siendo vaciadas.
Los desperfectos a la flora y fauna y a la costa y sus playas ya están aquí, de momento en la playa de San Lorenzo comienzan a observarse modificaciones inusuales en las corrientes y en la pérdida de arena.
Una buena parte de la gran estrategia industrial y de inversiones ha sido orientada hacia la ampliación de El Musel cuando, en sí mismo, no puede generar ningún futuro porque el puerto es un medio, sólo es un nudo de paso para el trasiego de mercancías. En los últimos diez años (1999-2008) el puerto movió una media de 19,9 millones de tn/año. El 95,3% fueron graneles y tan sólo el 4,7% mercancías. El tráfico de graneles está limitado y no tiene mercancías de retorno, dependen básicamente del carbón y del mineral de hierro que ya han tocado techo, el futuro de ambos, y hasta el presente, no sólo está amenazado sino que su tráfico ya ha comenzado a disminuir. Todo depende de las centrales térmicas de carbón y de la siderurgia, que en ningún caso crecerán. Todo ello, ¿a cambio de qué?
Entre corrupción y despilfarro, de momento, ya van 830 millones de euros y una gran amenaza se cierne sobre la costa y playas de Carreño y de Gijón, incluyendo al playa de San Lorenzo.
Documentos:
BOE nº 287, 42492. Viernes, 1 diciembre 2006 (Contiene mapa con las zonas de extracción de la arena)
Ortofoto de la ampliación del puerto de El Musel
Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.