El regreso de mis vacaciones me ha deparado una desagradable noticia. Saturnino Calvo, el camarada Nino, ha muerto. Nino, militante histórico del Partido Comunista de Euskadi fallecía el 29 de Agosto. Militaba en la agrupación de Santurce. Los que antaño militamos en Gazte Komunistak le teníamos un […]
El regreso de mis vacaciones me ha deparado una desagradable noticia. Saturnino Calvo, el camarada Nino, ha muerto.
Nino, militante histórico del Partido Comunista de Euskadi fallecía el 29 de Agosto. Militaba en la agrupación de Santurce. Los que antaño militamos en Gazte Komunistak le teníamos un cariño especial. Le gustaba estar con los jóvenes. Él era un joven más.
Nino engrosaba las filas de eso que yo llamo «los últimos comunistas». Hombres y mujeres octogenarios y nonagenarios, que militaban desde tiempos de la República y/o la guerra civil. Que sufrieron cárcel y represión. A los que les cayeron ostias hasta en el D.N.I. por no sucumbir, por mantenerse firmes en sus convicciones comunistas, por no venderse. Que padecieron una y mil penas, que dieron toda su vida por un ideal sin pedir nada a cambio. Que fueron traicionados y olvidados por la transición y la «democracia». Revolucionarios íntegros que estuvieron al pie del cañón hasta el último suspiro. Comunistas de los de verdad. Los que hoy rondamos los 30 y nos reclamamos del socialismo,no somos más que meras caricaturas burlescas en comparación con estos titanes del comunismo. Nino era de esas personas de las que hablaba Brecht, un imprescindible, de los que luchó toda la vida sin esperar más recompensa que el futuro alegre.
Con la muerte de Nino, como con la del Comandante Otxabiña y de tantos otros y otras que nos han abandonado, el comunismo de los pueblos de España se encuentra cada vez más huérfano, porque estas perdidas son irreparables.
Ha muerto Nino, el último comunista.
Camarada, que la tierra te sea leve.
Descanse en paz.
En Euskal Herria a 3/09/06.