La excusa barata (perdón por el uso de este adjetivo hablando de nuestra familia real) que han dado las infantas Elena y Cristina sobre su vacunación contra el coronavirus en Emiratos, aprovechando el viaje para visitar a su padre, bien podría convertirse en el nuevo lema de la monarquía española:
“Se nos ofreció y accedimos”.
Un lema que podría bordarse en oro en el blasón borbón y cuyo espíritu ha acompañado a esta familia real desde su vuelta a España tras el obligado exilio de Alfonso XIII.
Imaginad: Sicilia año 1920. Perdón, España año 1969. Francisco Franco quería perpetuar su régimen para dejarlo todo atado y bien atado y designó a dedo a su sucesor en la jefatura del Estado, el entonces príncipe Juan Carlos, que, tras la renuncia de su padre, Juan de Borbón, dio al dictador el “sí quiero”.
Con este “Se nos ofreció y accedimos” empezó todo.
Y así, amigos y amigas, se reinstauró la monarquía en España, aunque eso implicara jurar por Dios y sobre los Evangelios: “Cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional” ante las Cortes franquistas en 1975; legitimando así la dictadura.
El ya rey Juan Carlos I también juró tras el intento de golpe de Estado en 1981 lo siguiente: “Ni abdicaré ni abandonaré España”, un juramento que fue portada del periódico Diario 16. Pleno, dos de dos.
Y ya recientemente, tras romperse la cadera en un viaje cazando elefantes en Botsuana, nos juró y perjuró que lo sentía mucho, que se había equivocado y que no volvería a ocurrir.
Volvamos al late motiv borbón: “Se nos ofreció y accedimos”; una sencilla frase de cinco palabras que son el resumen perfecto de la vida privada y de los supuestos negocios del emérito durante sus casi 40 años de reinado. “Se nos ofreció y accedimos”.
Todo, never forget, con el silencio cómplice e incluso con el encubrimiento y la colaboración de gran parte de la clase política, empresarial y periodística de este país.
Y mientras tenemos un rey fugado y otro pasmado, la familia real española parece estar siguiendo el argumento de la novela policiaca de Agatha Christie, Diez Negritos: en una mansión espléndida va desapareciendo gente poco a poco y nadie parece ser el culpable.
En 2014 ya “desaparecieron” las infantas vacunadas Elena y Cristina, junto a sus hijos y maridos. Dejaron de ser parte de la familia real para convertirse en (redoble de tambor) “Familia del Rey”, en un espléndido malabarismo jurídico y dialéctico.
En verano de 2020 le tocó el turno al propio rey emérito, que desapareció misteriosamente de España rumbo a otra dictadura como la que le encumbró, y así cerrar el círculo de su vida: Corinna Matata.
Allí, el también vacunado rey Juan Carlos se ha transformado en un Monarca Extranjero No Acompañado en Emiratos, un MENA.
Ahora la misión imposible de esta histórica institución, si decide aceptarla, es sobrevivir a este tsunami de presuntas irregularidades e irresponsabilidades de todos sus integrantes; aunque en esto hay que reconocer a la Casa del Rey su firme compromiso con la igualdad de género, las mujeres de la familia tienen exactamente los mismos comportamientos que los hombres.
Como ya sabe su Majestad, si usted o algún miembro de su equipo es capturado en algún acto ilegal o ilegítimo, la Casa Real negará tener conocimiento de sus acciones.
Esta monarquía se autodestruirá. Buena suerte.
Y aquí estamos, con un rey fugado y otro pasmado porque, hagamos memoria, se nos ofreció y accedimos a un referéndum de Constitución en 1978 con la pregunta “¿Aprueba el Proyecto de Constitución?”. Un referéndum manipulado, según declaraciones grabadas del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, para consolidar una monarquía que, según sus encuestas, “perdía frente a una República”.
¿La solución? Introducir “la palabra rey y la palabra monarquía en la ley” de la Reforma Política de 1977.
Esta monarquía se convirtió así en la hamburguesa cutre y las patatas insípidas que te obligan a comprar para conseguir lo que realmente quieres del menú infantil, lo bueno, el juguete.
Ha pasado ya casi medio siglo de este trapicheo legal. Igual ya va siendo hora de hacer un referéndum de verdad sobre la institución de la monarquía; una consulta a la que nadie debería negarse y menos aún la Casa Real, necesitada más que nunca de legitimidad. Espero que su respuesta sea la de siempre: “Se nos ofreció y accedimos”.
Fuente: https://www.lamarea.com/2021/03/05/se-nos-ofrecio-y-accedimos/