Salario mínimo interprofesional (SMI) de mil euros al mes; ninguna pensión por debajo del SMI; ampliación de la prestación por desempleo; reforma fiscal (progresividad impositiva y persecución del fraude fiscal); banca pública como corolario de la nacionalización de los bancos privados; nacionalización de los sectores estratégicos de la economía; desarrollo de los títulos preliminar y […]
Salario mínimo interprofesional (SMI) de mil euros al mes; ninguna pensión por debajo del SMI; ampliación de la prestación por desempleo; reforma fiscal (progresividad impositiva y persecución del fraude fiscal); banca pública como corolario de la nacionalización de los bancos privados; nacionalización de los sectores estratégicos de la economía; desarrollo de los títulos preliminar y séptimo de la Constitución; reforma agraria; separación efectiva entre la iglesia y el estado; y reforma electoral con el fin de implantar un sistema proporcional.
Éste es el decálogo del Frente Cívico-Somos Mayoría, la propuesta lanzada hace unos meses por Anguita para hacer frente a la crisis. En diferentes ciudades del estado están celebrándose actos de presentación del Frente Cívico ante la sociedad. El pasado 26 de enero tuvo lugar la presentación del movimiento en Valencia, con la participación del politólogo Manuel Monereo y del activista social, José Coy.
Monereo conoce a la perfección la génesis del Frente Cívico. Ha sido, con Anguita, uno de los mentores de la organización a nivel estatal. De entrada, considera imprescindible situarse «a la altura de los tiempos». No perder la cara a los retos tan exigente s que impone el presente. Uno de ellos, de los mayores, es la creciente pérdida de seguridad. «Nos la van robando; se trata de una de las principales características de la actual crisis; nos dicen que nos olvidemos de un empleo fijo y con derechos; que ya veremos si hay recursos para pagar las pensiones; que la salud dependerá de las posibilidades del país; están, de hecho, construyendo un ser humano sin raíces ni seguridad, es decir, una mercancía», explica Monereo.
Autor o coautor de trabajos como «Con su propia cabeza. El socialismo en la obra y la vida del Che», «Rosa Luxemburgo. Actualidad y clasicismo»; y «Porto Alegre. Otro mundo es posible», Manuel Monereo considera que la aventura «está muy bien para el pequeñoburgués, pero la gente corriente quiere una vida estable». En el fondo de este «sálvese quien pueda», late una «involución civilizatoria», en palabras del politólogo, «que pretende acabar con todas las conquistas históricas del movimiento obrero y de la izquierda». «No son tontos», agrega: «Promueven un ser humano insolidario, egoísta, sin raíces y sin identidad, es decir, un instrumento en manos de los poderosos, incapacitado para la acción colectiva».
Del discurso de Monereo se sobreentiende la necesidad de una respuesta. Pero , ¿a qué ritmo y en qué plazos? El miembro del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), Socialismo 21 y el Consejo Político Federal de Izquierda Unida opina que «no tenemos todo el tiempo del mundo; hay fuerzas en la izquierda transformadora que viven con la extraña ilusión de que la crisis ha sido un mal sueño, del que nos despertaremos y volveremos a la situación anterior». Pero lo cierto es que «vienen a por nosotros» y que «hay batallas que, si se pierden, implican una derrota para siempre; a veces me subleva tanta comodidad», subraya Manuel Monereo. Y concluye: «Vivimos en una guerra a vida o muerte».
Así las cosas, ¿Qué novedades introduce el Frente Cívico? A juicio del abogado laboralista, «no es un partido político, ni lo va a ser; tampoco una lista electoral; el objetivo es organizar un poder popular para que, de una vez, se tengan en cuenta los derechos de los personas; también para cambiar la sociedad y evitar que nos secuestren otra vez la democracia». Para ello, «hay que autoorganizarse y acumular poder, y eso se gana en la calle», explica.
Otra cuestión decisiva es ¿Dónde está la izquierda?, en un contexto de crisis muy grave y que tanto sufrimiento genera. «Hay una gran crisis de alternativas», sentencia Manuel Monereo. Porque «la gente ha interiorizado que las cosas no se pueden cambiar; por eso, el obstáculo principal es de carácter mental y cultural; y precisamente eso es lo que hemos de vencer, la mentalidad de súbditos que nos inoculó el franquismo, pues las clases populares no creen siquiera que sea posible otro tipo de capitalismo». Así pues, «nos falta un imaginario individual y colectivo que afirme que sí se puede «. Y, para ello, hace falta asumir como una necesidad la «unidad y la convergencia», y tener claro que «nuestra fuerza reside en la organización».
Además, para Monereo, uno de los grandes mecanismos que engrasa el sistema es la corrupción. Pero no como una casuística banal, que se presenta a modo de culebrón en los medios informativos, sino como «una trama estructural que se halla en la base del bipartidismo imperfecto que nos gobierna; detrás de este mecanismo están PP, PSOE, CIU y PNV; todo el mundo sabe esto, pero a la hora de la verdad la gente les vota». La gran interrogante, a juicio de Manuel Monereo, es ¿Cómo mandan los que no se presentan a las elecciones? O ¿Cómo se consigue, en el marco de un régimen democrático, que los de arriba manden siempre? Primero, «porque poseen el poder del dinero, el control de los medios de comunicación y el aparato del estado»; y, sobre todo, «mediante la corrupción, que es la vía por la que el poder económico controla al poder político».
José Coy lleva el gen de la lucha social en la sangre. Es cofundador de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), miembro del Foro Social y del Frente Cívico. Tras una huelga de hambre, consiguió recuperar la parte (baja) de su vivienda que le embargó Cajamar, y que ahora piensa convertir en centro social (se llamará «El Sifón», anuncia) para reuniones políticas y proyectos de economía social. El 19 de febrero será juzgado por resistencia a la autoridad. Sobre el Frente Cívico, resalta que ha generado «grandes expectativas entre la gente, sean personas activistas o afectados por la crisis». Será, opina Coy, «lo que entre todos construyamos, lo que ciudadanos y ciudadanos generemos en pie de igualdad; un movimiento de base en ciudades, pueblos, barrios, centros de trabajo, universidades y escuelas», afirma. Por otra parte, el Frente Cívico ha de convertirse en un «modelo de autoorganización, solidaridad y resistencia, con el fin de generar un conflicto social de alta intensidad». Porque «necesitamos una revuelta de varios meses, en la que finalmente tomemos la calle».
Es ésta la declaración de principios. Pero hay una senda de obstáculos muy dura que se debe superar. Por ejemplo, el hecho de que haya «gente luchando mientras que otros permanecen en el sofá; y es que existen numerosos mecanismos de evasión y mensajes de resignación, que es el peor de los males». Pues tras la resignación, «llega el individualismo, la insolidaridad y finalmente el fascismo», explica el activista. Por lo demás, en plena embestida neoliberal, el Frente Cívico se presenta como instrumento «contra la precariedad y la exclusión que devastan nuestros barrios». «Hay miles de frigoríficos vacíos, gente que malvive de la pensión de los abuelos y jóvenes muy preparados que viajan a Londres o París para fregar platos». «Hay que ponerle coto a esto», concluye el cofundador de la PAH en Murcia.
¿Puede fiarse la transformación social al mero espontaneísmo? Según José Coy, «nos hace falta un plan de lucha para enfrentarnos contra los poderosos y, para ello, hemos de organizarnos». Para que se produzca una revolución, «hace falta organización -una o muchas- y dotarse de estructuras». ¿Con qué fin? «Con el de romper el marco de la legalidad vigente, ya que numerosas normas son legales pero en ningún caso legítimas ni morales», responde el activista. Pesimismo de la razón y optimismo de la voluntad, decía el clásico. Coy expresa lo mismo de otro modo: «Cuando hace tres años nos juntamos en mi pueblo, no sabíamos lo que al final sería la PAH; pero hemos llegado a parar 100 desahucios; A esto lo hemos llamado la rebelión de las lágrimas , pues la gente se acerca al movimiento, en un principio, desesperanzada; pero con sentimiento y profundas razones, finalmente siempre se gana la batalla», concluye el miembro del Frente Cívico.
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