Algunas asambleas del 15-M, han decidido retirarse de las plazas, como en Pamplona, para continuar juntándose días concretos, preparar encuentros y movilizaciones comunes, tener también lugares cerrados y extender el movimiento hacia barrios y pueblos como en Estella-Lizarra. Esas plazas, convertidas en espacios, en lugares desde el cual se podría poner del revés -del izquierdo- […]
Algunas asambleas del 15-M, han decidido retirarse de las plazas, como en Pamplona, para continuar juntándose días concretos, preparar encuentros y movilizaciones comunes, tener también lugares cerrados y extender el movimiento hacia barrios y pueblos como en Estella-Lizarra.
Esas plazas, convertidas en espacios, en lugares desde el cual se podría poner del revés -del izquierdo- el calcetín del universo. Esas plazas que se han convertido en un Parlamento real, donde se discute sobre enseñanza, economía, cultura, inmigración, feminismo, ética política.. En esos lugares se ha puesto en práctica el lenguaje políticamente correcto, tan pisoteado por los y las políticas: Respeto, responsabilidad, convivencia, consenso… Pidiendo cosas sencillas, naturales, normales… Soñando colectivamente pequeñeces de sentido común, que ha hecho que muchas personas al pasar por allí, pensáramos: «Son los nuestros; somos nosotras y nosotros»
Es verdad que la Juventud ha llevado la dirección y eso es estupendo, por que están reclamando su derecho a ser personas adultas con derechos. La «mayoría de edad» para opinar, decidir, cuestionar…, muy bien reflejado en la pancarta «Un polvo cada cuatro años no es vida sexual; un voto cada cuatro años no es democracia»
Un movimiento apartidista. Que ha roto con el principio de desconfianza vigente en la sociedad – del que no ha estado exenta la trayectoria política de las izquierdas-, permitiendo a todo el mundo explicar sus argumentos sin prejuicios ni resistencias más allá de las que cada uno u una se pone a si misma.
Como en otros los levantamientos populares, el movimiento 15-M demuestra; que lo propio de la espontaneidad es organizarse. Como dice una pancarta «Por un mundo más organizado y menos ordenado» -Y que el amor es central. Allí, de manera espontánea surge la solidaridad, la paciencia, la delicadeza, la atención, el cuidado, el sacrificio, los buenos modales. El sentirnos buenas personas y querer serlo. Toda revolución es un enamoramiento colectivo. Hay que cambiar el mundo. Que el amor se instale, desmontando el pesimismo antropológico de los pensamientos liberales y los banqueros y abrace el amor que llega así, de esta manera, cuando menos se le espera
Ahora, para conservar el asambleísmo y la democracia real -han decidido -organizarse de otra forma. Y eso es seguramente lo que toca. Es un riesgo partir; pero es un riesgo quedarse. Pero lo que es seguro es que habrá que volver una y otra vez, con más propuestas, reflexiones, revisiones… Yo, propongo que una de esas vueltas sea en los San Fermines como encuentro de la ciudadanía para los y las de aquí y de quienes nos visitan, rescatando las fiesta de San Fermín como momento y espacio de encuentro y respeto y no de negocio y exclusión.
Para algunos y algunas analistas el 15-M es una Utopia. Para otros como Santiago Alba Rico, al que me uno en sus reflexiones sobre el 15-M «las utopías siembran, activan y mueven el mundo». Este movimiento ha golpeado la línea de flotación misma del sistema, cuestiona sus entrañas y esto va a ser por lo menos, inolvidable para la humanidad y seguro que elemento de cambio importante para esa vieja reflexión de qué «Otro mundo es posible». Y yo añado, necesario también es esta Navarra nuestra.
Tere Sáez. Técnica de Igualdad.
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