Estamos gobernados por empresarios (y algún que otro banquero). La famosa puerta giratoria lo demuestra cada vez que dejan la política o hay un cambio en el gobierno. Y esto no es justo. Y deberían también ser juzgados por tráfico de influencias, pero eso daría para otro artículo. Así que mejor vayamos con la cuestión […]
Estamos gobernados por empresarios (y algún que otro banquero). La famosa puerta giratoria lo demuestra cada vez que dejan la política o hay un cambio en el gobierno. Y esto no es justo. Y deberían también ser juzgados por tráfico de influencias, pero eso daría para otro artículo.
Así que mejor vayamos con la cuestión que nos convoca: La figura del empresario es esos señores (rara vez señoras, lamentablemente) que se encuentran entre los curritos y el banco, el cual financia las inversiones de sus empresas y que proporcionan empleo a los primeros.
Lamentablemente, muchos de ellos han visto cómo su actividad de empresa se ha reducido, o incluso desaparecido literalmente. Básicamente esto se debe a dos causas: la disminución del crédito (por parte del banco) y el descenso del consumo (por parte de los consumidores).
En este punto, el ávido lector se habrá percatado de que en esta obra hay un actor que interpreta dos roles, el del trabajador y el del consumidor, lo que en muchos casos se pasa por alto, pero que es importante tener en cuenta.
Retomando la cuestión: ¿A qué se debe el descenso del consumo? Tocaría preguntarse ahora. Pues simple y llanamente, al miedo. Debido al descenso de la actividad económica, los consumidores que aún tienen ahorros posponen sus inversiones, y los que no tienen, simplemente intentan vivir gastando lo menos posible, en caso de que en un futuro se queden si trabajo (en caso de que aún lo conserven). Y esto es una espiral de la que difícilmente se puede salir.
En esta situación, los empresarios, viendo que difícilmente pueden recuperar la actividad de su empresa, como es lógico, van a intentar hacer algo distinto a lo que han venido haciendo hasta ahora para romper la espiral. Esto significa básicamente cambiar las reglas del juego.
Difícilmente se puede resolver la primera causa del problema, que como dijimos antes es la disminución del crédito. Seamos honestos, no hay huevos a cambiar las reglas con las que juegan los bancos por parte de los que nos gobiernan (pero eso también nos da para otro artículo). Así que lo único que les queda es cambiar las reglas del juego con las que juegan con sus empleados.
Lo cual, para un empresario significa cosas como abaratar el despido, flexibilizar las condiciones de contrato, etc. Medidas que tan solo llevan a aumentar la incertidumbre del trabajador y también consumidor, y por lo tanto a incrementar ese miedo que acelera la espiral.
El hecho de hacer este tipo de cambios en las reglas del juego en este punto es puro oportunismo, una forma de conseguir algo que de otro modo habría sido imposible, y que puede que, aunque para unos sea ventajoso (lo que está por demostrar), no lo es para el 99%. Lo peor es que debido a las especiales condiciones que ahora se dan la gente va a aceptar lo que le den confiando en unos gurús que rara vez han demostrado acertar sus predicciones.
Seamos honestos. Estamos jodidos, o eso o hacemos algo para remediarlo.
Yo de momento, solo escribo.
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