Las pasadas elecciones europeas han tenido lugar en el marco de la mayor crisis sistémica de las últimas décadas, una crisis económica, ecológica y social. Frente a la crisis, el proyecto de las élites europeas consiste en profundizar las políticas neoliberales que nos han llevado a la crisis y hacer sólo algunas tímidas reformas que […]
Las pasadas elecciones europeas han tenido lugar en el marco de la mayor crisis sistémica de las últimas décadas, una crisis económica, ecológica y social. Frente a la crisis, el proyecto de las élites europeas consiste en profundizar las políticas neoliberales que nos han llevado a la crisis y hacer sólo algunas tímidas reformas que aseguren la viabilidad del propio sistema. Que todo cambie para que no cambie nada, parece ser su máxima.
Frente a los intentos de que la crisis la paguen los y las trabajadoras y no sus responsables, es necesario organizar una respuesta social con criterios unitarios, buscando la convergencia entre las diferentes luchas, para evitar que éstas queden aisladas y sumar fuerzas. En los últimos meses hemos tenido importantes movilizaciones en Cataluña, que muestran la capacidad de resistencia social existente, pero también las dificultades reales para traducir el malestar social en fuerza social real. La crisis abre espacio para un discurso anticapitalista, que haga una crítica radical al sistema, pero si no somos capaces de articular la resistencia, también puede traducirse en desengaño, desmoralización, apatía o apoyos para alternativas reaccionarias. En los próximos meses habrá que seguir organizando las luchas desde abajo, barrio a barrio, centro de trabajo a centro de trabajo, y también ir preparando espacios de encuentro como el próximo Foro Social Catalán de enero de 2010 o las movilizaciones durante la Presidencia Española de la Unión Europea en el primer semestre también de 2010.
Pero con la resistencia social no es suficiente. Es necesario construir una alternativa anticapitalista en el terreno político, que no deje la representación política en manos de los partidos que hoy la monopolizan. La izquierda catalana tiene el reto de avanzar hacia la configuración de una alternativa para el conjunto de Cataluña, que ofrezca un proyecto de izquierdas ligado a los movimientos y a las luchas sociales. De momento, no existen vías claras para hacerlo, si bien este debe ser el horizonte de trabajo.
Las elecciones europeas, con los 5111 votos obtenidos por la lista de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista y los 16576 votos de Iniciativa Internacionalista en Cataluña [también hay que señalar los 2452 y 3590 obtenidos en el País Valenciano y los 346 y 1562 en las Islas Baleares respectivamente ], han confirmado que existe un pequeño espacio para opciones alternativas a las de la izquierda oficial del gobierno de Entesa y que, a pesar de todas las dificultades estructurales, es posible empezar a abrir una pequeña brecha en el terreno electoral al margen de los partidos tradicionales. Las últimas elecciones municipales ya mostraron también la consolidación de algunas alternativas locales, con candidaturas de las CUP, las Candidaturas Alternativas del Vallès (CAV) y otras. Las dificultades materiales, organizativas, de presencia mediática, etc., hacen muy difícil poder construir una alternativa con audiencia de masas. Abrir grietas es complicado, pero poco a poco lo vamos consiguiendo.
Muchas personas de izquierdas, ante la inexistencia de una alternativa creíble, aún siguen apoyando, sin convicción y de mala gana, a los partidos tradicionales o, simplemente, siguen optando por la abstención resignada y crítica. Pero, al menos, se puede empezar a ir rompiendo con el dilema de votar instrumentalmente por el mal menor o quedarse en la abstención escéptica. Se trata de profundizar en este camino.
Una novedad importante de estas elecciones europeas es que un número significativo de militantes de formaciones como ICV o EUiA han optado por desmarcarse de estas formaciones, apoyando la candidatura de Revolta Global – Esquerra Anticapitalista. Es importante consolidar esta tendencia. Todavía son muchos aquellos y aquellas, sin embargo, que por pragmatismo siguen apoyando a estas formaciones, en espera de un giro hacia posiciones de izquierda … que no llegará nunca. La gestión de ICV-EUiA en el gobierno de Entesa no deja dudas posibles y el alejamiento de estas formaciones respecto a los movimientos sociales y las luchas populares es cada vez más evidente. En cuanto a IU y EUiA, casos como el reciente pacto entre IU de Madrid y Esperanza Aguirre por el control de Caja Madrid, ponen en evidencia que el supuesto giro a la izquierda de Cayo Lara es simplemente cosmético.
Mirando hacia el futuro y hacia el próximo periodo, en el terreno político consideramos que sería deseable poder poner en pie una candidatura anticapitalista para las próximas elecciones autonómicas, diferenciada de la izquierda institucional hoy hegemónica, subalterna a las políticas social-liberales y de los límites del marco constitucional vigente y de la fracasada reforma estatutaria. Desde Revolta Global – Esquerra Anticapitalista estamos dispuestos y dispuestas a avanzar por esta vía, continuando el camino emprendido en estas elecciones europeas y que valoramos como un positivo pequeño paso adelante en la construcción de una alternativa anticapitalista.
Para avanzar en esa dirección esperamos contar con el apoyo de más militantes desencantados de los partidos tradicionales, de ICV-EUiA que se vayan decantando hacia la construcción de una alternativa anticapitalista, así como de activistas de movimientos sociales que compartan la necesidad de construir nuevos referentes políticos.
Consideramos también importante discutir fraternalmente, desde las diferencias de proyecto y desde el respeto mutuo, con Iniciativa Internacionalista en caso de que ésta tenga continuidad después de las elecciones europeas. Es importante mantener una buena relación entre ambos proyectos e ir explorando vías de colaboración futuras, para consolidar las grietas abiertas en las elecciones del 7 de junio.
Finalmente, también es importante articular una discusión y explorar vías de colaboración con otros sectores de la izquierda catalana, que no han estado presentes de forma propia en las elecciones europeas, como la CUP, que tiene abierto un proceso de discusión sobre la conveniencia o no de presentarse a las próximas elecciones autonómicas. Si la CUP decide presentarse a las elecciones autonómicas, y lo hace en base a unos planteamientos situados en ruptura con las políticas del actual gobierno de Entesa y sobre unas bases programáticas anticapitalistas, consideramos que sería positivo explorar la posibilidad de poder articular una candidatura conjunta, desde el reconocimiento de las diferencias y realidades diversas que representamos, y abierta a otros sectores y activistas de movimientos sociales de perfil combativo y anticapitalista, ligada a las luchas sociales y con un planteamiento no gestionario.
No existen fórmulas mágicas para la articulación de una nueva alternativa anticapitalista en Cataluña. Las confluencias entre los diferentes sectores organizados deben ser fruto, no de acuerdos en frío y artificiales desde arriba, sino consecuencia de un trabajo previo en común y de la verificación de acuerdos suficientes, en el terreno programático y de práctica cotidiana, y del establecimiento de confianzas mutuas y del reconocimiento de la propia pluralidad de la izquierda combativa y la especificidad de los diferentes proyectos existentes.
Entre todos y todas, tenemos el reto de comprobar si ello es posible e ir forjando un camino común por parte de los y las que estamos convencidas de que hay que cambiar el mundo de base.