La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, sorprendió hace unos días asegurando que el Gobierno no tolerará la llegada de inmigrantes «indocumentados» al Estado español, y amenazó con que ninguno se quedará en él. Por otro lado, el mismo Gobierno estudia reconocer un limitado derecho a voto a los inmigrantes que cuenten […]
La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, sorprendió hace unos días asegurando que el Gobierno no tolerará la llegada de inmigrantes «indocumentados» al Estado español, y amenazó con que ninguno se quedará en él. Por otro lado, el mismo Gobierno estudia reconocer un limitado derecho a voto a los inmigrantes que cuenten con tarjeta de residente y reúnan ciertos «requisitos» aún o no especificados, pero sí con una clara intencionalidad de dividir al conjunto de las trabajadoras y trabajadores inmigrantes y de confundir a las ciudadanas y ciudadanos.
Como inmigrante, tengo la necesidad de expresar la indignación que sentimos al escuchar la prepotencia de esas palabras dirigidas a seres humanos indigentes, indefensos, exhaustos y desesperados por el hambre y la miseria. La agenda mediática de verano puso sus cámaras, micrófonos y flashes sobres las personas que a diario llegan a las Canarias, como si ésos fueran todas y todos los inmigrantes y no es así. Nosotras, como muchas otras y otros, no llegamos en cayucos ni en pateras, porque es imposible navegar 15.000 kilómetros, pero, como los que llegan a Canarias, caímos en ONGs que tuvieron que guiarnos, ayudarnos para insertarnos en la economía sumergida. Con el andar aprendimos a escapar de las autoridades de inmigración, a soportar salarios bajísimos y condiciones laborales de esclavitud. Hoy eso ya pasó, tenemos una tarjeta de residentes ( en muchos casos a cuenta de costearnos nosotras los costos patronales) y pretenden que nos olvidemos del hambre, el miedo y el frío que pasamos e insisten en la política de dividir a las trabajadoras y trabajadores inmigrantes entre «legales» o «indocumentados», negándose a reconocer el trasfondo real de la inmigración, que no es otro que la pobreza de nuestros países.
América Latina, Africa, Europa del Este, Medio Oriente fuimos tolerantes al saqueo, el robo, la colonización y explotación que el Norte occidental y cristiano ejerció y ejerce sobre nuestros países. No hay espacio para narrar cada uno de los hechos, ni la hipocresía de la condonación de la deuda externa que aplica Europa a los países pobres, ni cada una de las mentiras que los gobiernos difunden para calmar sus conciencias, pero quédese tranquila, señora Fernández de la Vega, seguiremos viniendo día tras día y, entiéndame, no es una amenaza, es necesidad y desesperación.
Por último, nos resta decir que ¿no sería más fácil y justo que fueran intolerantes con los empresarios que contratan en negro, con los sindicatos que aceptan que se contrate a trabajadores por valores inferiores a los convenios? Y, en vez de tanta amenaza, ¿no sería más sencillo que cada una de las trabajadoras y trabajadores inmigrantes que llegan aquí y encuentran un empleo (cualquiera, usted, sabe bien dónde trabajamos) pudiéramos ir a una oficina y decir «trabajamos acá»? Si esto fuera así, dejaríamos de ser indocumentados, no habría fraude fiscal ni evasión a la seguridad social. Piénselo. Todas las mujeres y varones inmigrantes que usted y su gobierno socialista obrero no toleran somos, simplemente, trabajadoras.
Silvia Carrizo – Asociación de Mujeres Inmigrantes Malen Etxea