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Semilla de la cooperación vs. plaga del descontento

Fuentes: Rebelión

Una de las cosas que más enaltecen en la vida es recibir el libro de un amigo, así sea virtual al inicio: luego, real. En efecto, con ocasión del XI Encuentro Internacional de Escritores de Sincelejo (2018), tuve la fortuna de heredar el bello libro de poesía, con dedicatoria ya fijada, Ojos viendo pasar el […]

Una de las cosas que más enaltecen en la vida es recibir el libro de un amigo, así sea virtual al inicio: luego, real. En efecto, con ocasión del XI Encuentro Internacional de Escritores de Sincelejo (2018), tuve la fortuna de heredar el bello libro de poesía, con dedicatoria ya fijada, Ojos viendo pasar el mundo (Editorial Artes y Letras, 2017), del orgulloso campesino y colega Cristo García Tapia (Chochó, Sucre, 1951), de quien también puede decirse es un auténtico patiero, como lo fuera el gran Héctor Rojas H. Ya desde la carátula se siente la mirada sincera y ética por honesta del poeta, así como la mirada ídem de su esposa Betty, autora a su vez de la toma de esos cuatro ojos, mitad en color, mitad en b/n, que es como a intervalos irregulares se ve la vida; además, con un sugerente sentido de igualdad, desde la doble mirada de padre/madre y hombre/mujer inmersos en una sociedad machista y desigual. Este ensayo pretende reflejar la trascendencia de Cristo García poeta/campesino, su voz singular, su interés por y generosidad con el Otro, su trabajo sobre el lenguaje, el uso de figuras literarias, la creación de joyas poéticas, la inclusión en su obra de un nosotros comunitario, cooperativo, no competitivo ni excluyente, la relevancia de un ayer digno para evitar un hoy indigno, la defensa de los débiles y no de los poderosos, la recuperación de los hombres puros y transparentes, su poesía como paseo por lo etéreo, lo telúrico y lo erótico. Por último, ante la falta de sentido de la vida queda la esperanza del optimista bien informado.

Nada más merecido, aquí, que escuchar/ver el testimonio frente al conflicto del fotógrafo Jesús Abad C., quien gracias a una foto puso en evidencia la execrable alianza Paramilitares/Estado/Ejército y Policía: honesto por ético reportero antioqueño que ha registrado, mejor y más ampliamente que nadie, los estragos de tan repudiable asociación para delinquir, de la cual ya se han derivado numerosas demandas contra el Estado, por delitos de lesa humanidad. Abad ha retratado lo peor de la condición humana, así como, por contraste, lo mejor de su dignidad: la resistencia heroica de campesinos que, como muchos otros Cristos, mediante diversos medios y tácticas, han tratado de burlar, no siempre con eficacia, a todos aquellos criminales que exhiben, con suprema sevicia y máximo impudor, las armas del estupro, el saqueo, el pillaje, la violencia y la muerte. En suma, un desgarrado y desgarrador documento para la memoria, para la historia y, por doloroso contraste, para la historia universal de la infamia colombiana. Ojos poéticos que también ven pasar el mundo.

https://www.youtube.com/watch?v=jSqwUFmoLWk 8:12 JAC habla de las víctimas del conflicto en NC

En el libro de Cristo, se nota una voz singular, propia, ajena a la impostura y contenta de lo telúrico, de un poeta cuyos ojos ven pasar el mundo grato e ingrato, luminoso y oscuro, vital y letal, siempre con la sensibilidad a flor de piel y dispuesta a percibir por igual fortunas y desgracias, certezas y avatares, penas que laceran y pócimas que salvan, así al final el lector deba volver a aterrizar en una latitud que no engaña a los sentidos, al cuerpo ni a la mente, mucho menos, al corazón: corazón que sale fortalecido y airoso, exánime y aun así exento de fracaso, luego de una lectura tan gratificante, por estar a medio camino entre la sencillez y la profundidad, como aleccionadora, por estar inmersa entre vida y muerte, risa y sollozo, amor y dolor, incluso con recurrentes ramalazos al hecho trágico y, en simultánea, liberador, del suicidio: «En su faz, si miras a un ahogado, / el plancton de la melancolía. Si a un ahorcado, pendiendo de una / cuerda, / la rotunda indefensión de un hombre» (p. 76).

El de su hermano mayor, Jorge Efraín (romántico e inconsciente nombre mezcla de autor y personaje), quien el 6/oct/2013 decidió irse por su propia mano, como lo dice el poeta con una sutileza que doblega/ennoblece: «Bajo el agobio del día, / caprichosa luz en extinción, / un hombre sitiado por la desolación ve / ondear su cuerpo» (p. 104). Ya antes, en otro poema: «Un patio que se ocupa de la primitiva / edad de mi madre. / Del ahorcado que cuelga en la tarde/ de mis párpados» (98). Y más atrás, lo citado y, no obstante, humano, más que necesario, de reiterar: «En su faz, si miras a un ahogado, / el plancton de la melancolía. / Si a un ahorcado, pendiendo de una / cuerda, / la rotunda indefensión de un hombre» (76).

Así, pronto comienzan a aparecer palabras clave: ojos, patio, árbol, pájaro, madre, padre, hermana, abuela, materia, caverna, viento, atardecer, ahorcado, unidad, erotismo, miradas, mar, memoria, estridor (canto de cigarras/chicharras). También, figuras literarias: Una entre miles de posibilidades de la semilla, el pájaro (metáfora, p. 30). Uno debería tener una mujer/ que al levantarse, / a cualquier hora, / nos abra siempre las puertas/ del día (sinécdoque, 13). O solitarios como lobos, han emigrado, / a las frescas y altas montañas del origen (símil, 17); Lejos de aquellos días de jornalero precoz, / sol paradojal, / aun quema en mi madre tu brasa inclemente/ sobre mí (metonimia, 105); Y el sueño, / tiniebla o luz, efímera inmortalidad (oxímoron, 41); De loros y pájaros sobre altos y/ tupidos árboles. / De grillos profanando la sacralidad/ de la hierba. / Del estridor de las cigarras apagándose/ en la luz (anáfora, 97).

Y con joyas de creación poética como cuando la materia deja de ser sombra, de Platón, y ahora su átomo es luz, «presencia viva en la pared de la caverna» (26). El universo es el ojo (25). En lugar de ti, / […] un rayito de sol (85). Si no es el patio, los pájaros, alisios/ descarriados. […] ¿Qué es poesía? (84) Tal vez, / […] sea sueño la poesía. / Fugacidad del instante. Nunca/ memoria (30). Más que en tu Dios, / creo en la firmeza de tus senos/ lastimando dulcemente mis labios (122). ¿Qué se lleva el que parte? El uno y lo absoluto. / La inmortalidad del instante (44). Uno e indivisible: El patio y mi madre somos uno/ e indivisible. / Como la tarde y el viento. / Como el pájaro y el árbol (95). ¿Qué comeremos hoy? / «Candela de marzo», / respondía maternal su voz. / […] A pan recién horneado, / aquella candela de marzo sabía (103). Me siento y la función empieza: / el circo soy yo (127).

Otro hecho notable de Ojos viendo pasar el mundo, es la inclusión, por el autor, de un nosotros sincero por honesto, dignificante por ético, benéfico por noble. En efecto, en poemas como Final (p. 53), Universos paralelos (no para lelos, como mamaría gallo el Rey León… De Greiff) (p. 54), El barro presiente (p. 55), Breve historia de todos (p. 56) o Trivialidades, dicho nosotros es generosamente comunitario, no mezquinamente excluyente, por timador, como es el de los políticos, luego manipulado para dar la sensación de compasivo, cuando, por el contrario, es despiadado y sin contemplación con nadie ni para nadie. Entonces, en Final, anota: «Abatidos por el viento del desamparo, / en el intento de levantar vuelo/ sucumbimos. / Nos apagamos impalpables en la noche sin alba.» En Universos paralelos, consumada nuestra duración en el espacio/tiempo, «el agujero negro que somos nos devuelve a otro. / A su múltiple, cuántico, universo paralelo.» En El barro presiente, mientras en el tedio de los gatos se adivina el agua de cada diluvio: «En el barro moribundo la extinción del hombre.» En Breve historia de todos, reaparecen los mundos paralelos, para que así el poeta homologue a su padre, labrador, con Sísifo, pensador, con la flecha de la incertidumbre que atraviesa a uno y la de la desidia/abandono que mina al otro: «Siempre una historia abrevia o prolonga nuestra travesía: / duros días de jornalero invencible la de mi padre, / sucumbiendo en la incertidumbre del surco y la labranza. / De indiferencia y desamparo la de Sísifo, / por alcanzar la cima.» Finalmente, en Trivialidades, que no son tanto, deja su impronta metafísica para señalar hasta dónde llega la tarea de Sísifo y comienza la de los imponderables, llámense como se llamen: «En una puesta de sol, en el ocaso, Sísifo / alcanza la cima. / Su centro de gravedad en las atmósferas / de octubre. / Lo demás: conforme la voluntad de la roca.» Como una recompensa para todos aquéllos que sucumben en la incertidumbre del surco y la labranza, se escuchará enseguida a Gabino Palomares en su evocadora canción A la patria.

https://www.youtube.com/watch?v=SBrAVBwGVDI 3:55 GABINO PALOMARES – A la patria

Y mientras todo esto ocurre, mientras el poeta se re-crea y al crear subjetiviza/objetiviza el mundo, es decir, sin dejar de ser él se pone en el lugar del otro para que, al seguir siendo él mismo se convierta, no obstante, en doppelgänger, en doble del Otro, de los Otros, y nos hace sentir/ver/creer, como a muchos nos ocurre, que el ayer es, siempre, hoy, que el pasado es presente, que «la memoria es el único tribunal incorruptible» (como diría la abuela Sebastiana, óigase bien, una mujer, no un hombre, los hombres siempre tan idealistas, tan olvidadizos y las mujeres siempre tan racionales y no por eso insensibles, si se prefiere, aterrizadas, en la novela Santo oficio de la memoria, de Mempo Giardinelli), todo eso nos recuerda Cristo… García, obvio, en Olvido y presente (p. 49): «Si encontráramos el más leve motivo para olvidar / nuestra victoria sobre el pasado sería rotunda. / Pero en nosotros lo simple del pasado pervive: / acontece en el presente.» Este poema, los políticos deberían llevarlo en la solapa, en vez de tanta palomita inútil, más bien vergonzante conejo, en vez de tanta banderita verdesperanza, en realidad flagrante verdengaño. Palomas y banderas que simbolizan oscuros pactos de silencio, claros tiempos de inquietud travestidos por arte de ma(f)ia en eternos días de paraíso, paraíso tan insufrible como el futuro de sus farsantes hacedores de bagatelas y apócrifos alquimistas de oropel, paraíso tan deleznable como la piel de manzana que condenó a Eva para salvar a Adán, en camino a la configuración de un mundo monoteísta/machista pero dual, escindido, roto, para sacar ventaja de cada parte, e impedir la formación de otro signado por una amplia paleta de dioses y aun así unitario, cooperativo, compacto, como el que, sin posturas religiosas, aunque sí piadosas, nos ofrece Cristo/poeta. Por contraste, se escuchará una canción de Gabino Palomares sobre lo que son los políticos, de los que ya se habló, La letanía de los poderosos, esos hombres informes y faltos de vida.

https://www.youtube.com/watch?v=mVla2RPnXOw Gabino Palomares La letanía de los poderosos 3:11

Y ya que se habla de los poderosos, cabe hacerlo al mismo tiempo de autoritarismo : clase de relación social unilateral, jerarquizada; lucha de clases o el uso de la dialéctica del amo y del esclavo de Hegel, vista por Marx: el Poder fluye desde una sola fuente, vertical. Es categórico e imperativo, no soporta preguntas, no espera respuestas ni admite réplicas; se considera irrefutable/infalible; cree tener siempre la razón y la verdad, aun en tiempos de la posverdad, de la mentira oficial/clandestina decretada como verdad; no reconoce sus errores ni, menos, tolera los ajenos, los que ni contempla. El autoritario quiere seguir en el panóptico, aunque sepa que las cárceles ya no son cerradas sino abiertas y, así, quiere ver sin que lo vean, controlar sin ser controlado, preguntar, pero no responder, menos de forma concreta, sino con evasivas o amenazas o eliminando a testigos, juzgar/censurar/estigmatizar, sin ser estigmatizado/censurado/juzgado, mandar, pero no obedecer, obedecer, incluso, pero no cuestionar por qué obedecer. Sospecha de todo lo que no se le parece, lo diferente, lo que no percibe de su lado, si no suyo, y halla en ello una amenaza, si no una afrenta; desde su orilla todo se presenta en b/n y nada tiene matices, ni grises, así todo en él sea gris, satanice la diferencia y sacralice lo parecido. El autoritario es sombrío, sórdido, hierático y tiene un raro sentido del poder: abusa del cuerpo, cuando el fin es cuidar a la persona. Su imperio se establece sobre la base del miedo, es rígido y siempre igual a sí mismo, su palabra es sinónimo de dogma, poseer la fuerza es requisito suficiente no solo para dominar sino para aplastar al otro, ojalá sin que se queje, como quien encarna el síndrome de esto (es el) colmo .

Por contraste, los hombres puros y transparentes (guiño al poema, p. 50), deberían portar como enseña de su oficio de hombre (Rossellini en Un espíritu libre no debe aprender como esclavo, la confesión sin reparo de un católico/marxista, marxista/católico) el poema ídem, Hombre (p. 46), en el que este es brizna, fugacidad, luz incierta, ser voluble, inconstante, que jamás termina su tarea, que siempre la debe empezar, de nuevo, a la par con el alba del próximo día. Si es que llega a él, si lo dejan llegar, como pasa en un país no que se acostumbró a la guerra sino que lo acostumbraron a ella y al que le cambiaron la universidad pública por misiles, en el que le hicieron juicio a una valiente fiscal que condenó a un cobarde milico, en el que pusieron de carne de secuestro a un indefenso niño para reducir a la mínima expresión la marcha de un pueblo por una educación digna, por una enseñanza superior gratuita y de calidad, mientras miles de personas no tienen acceso a la salud u otros cientos se mueren a la entrada de los hospitales por falta de recursos o de cupos para acceder: entonces, reaparece la imagen que del hombre plasmó, cual Sísifo, Cristo García en su poema Hombre: «Instante. / Incierta lumbre. / Partícula que se desprende / y vuelve a la deriva. / A su día inconcluso.»

El mismo hombre trasmutado en poeta/ser humano que escribe, de modo autoconsciente, para luego de pasear al lector por zonas etéreas, así como por terrenos telúricos, por espacios geográficos como por sectores históricos, por áreas metafísicas como por sitios geométricos, de la memoria o del olvido, hundirlo, de modo grato, en el pantano luminoso de la desmesura erótica para, cabe reiterarlo, erotizar a dicho lector con sus síntesis amatorias, búsquedas lujuriosas, hallazgos libidinosos. Siempre con la Naturaleza y la fauna de fondo, para hacer símiles con el cuerpo o la geografía, como con el mar y las formas femeninas haría su obra el gran arquitecto Oscar Niemeyer, con un punto a favor del criollo al no escapar al humanismo, que el brasileño extravió junto a Lúcio Costa al construir Brasilia. Así pasa con Tarde paralela, Erótica al óleo, Dama desnuda, Aromas de cuerpo recién estrenado, Memoria erótica, Amor por partida doble, Geométrica, Un breve lodo, Credo erótico, Redondeces de luna. El poeta hace un extenso/intenso viaje por los lados/lodos de Tánatos, por las aguas puras de Eros, para cual Modigliani pintar un universo femenino/masculino compartido, no excluyente ni marginante, centrado en la bondad/generosidad de la poesía y más en sus secuelas que en sus intenciones: al cabo, el arte no obedece a intenciones, sino que produce resultados; además, el arte es efecto más de los demonios/abismos del autor, que de su razón/lucidez. Ojos viendo pasar el… muestra una mirada no sentenciosa sino reflexiva, una percepción del mundo colectiva, no individualista, en un gesto compasivo, no calculador.

Entonces, volviendo al aspecto erótico/lúbrico de los poemas: «… y tus senos como brasas/ se posan en el patio: / turgentes colinas incendian la noche.» (p. 109) «Largas, adormecidas geografías de / Modigliani. / Breve lujuria de las formas en reposo. / Redondas lunas ardiendo en la alta noche.» (110) «Fruta en sazón al despuntar el alba. / Lluvia en estampida por la tarde. / Y por la noche, / almendra despojada de su cáscara.» (111) «En tus aromas de cuerpo recién estrenado, / gemidos de virgen apurada me redimen. / Purifica mi alma la incandescente colina de tu vientre.» (113) «Ardes en la cópula, padeces gozosa / la agonía del éxtasis.» (116) «Dormiré todo en ti, / para cuando amanezca / en mí, / como en las albas que nos / encontraba el Amor, / me encuentres todo en ti.» (117) «Todo en tu cuerpo ocupa un lugar / en el poema: / un pezón desafía al otro. Juntos son / dístico. / Dos paralelas circulares: / ineludible / geometría, / excitante rima entre mi boca.» (118) «Un breve lodo deja en nosotros a su paso / el deseo.» (119) «Más que en tu Dios, / creo en la firmeza de tus senos, / lastimando dulcemente mis labios. / Creo en tu sexo, / y en su brillo de hilo de diamante. / En tus gemidos prolongando el instante.» (122) «A pesar de la luna que arrastra a su paso / toda huella. / Y de este huir todos de algo, de las pérdidas, / atesorabas para mí redondeces de lunas / en tu pecho.» (126) «Aeternum: Fin es todo cuanto empieza.» (p 128)

En suma, una fiesta de la lengua y del lenguaje, de la boca como instrumento de música y de placer, del cuerpo como paisaje sin finitud, del paisaje como mujer/hombre, madre/padre, hija/hijo, hermana/hermano y al revés en cada caso, del arte como expresión de erotismo, del erotismo como sucedáneo del amor, del amor como posibilidad de realización pero, también, de fracaso, en fin, del amor/erotismo, esa llama doble de la que habló O. Paz, después de que D. de Rougemont lo hiciera en El amor y occidente, su modelo, como motor de la vida y del mundo. Nada distinto al amor, parece recordar CGT a cada trecho, puede mover al mundo hacia instancias en las que la violencia, la tortura y la muerte no tengan más cabida y en su lugar la humanidad encuentre su sentido para la paz, la caricia, la vida. En un país en el que los políticos sembraron el odio, no el pueblo, en medio del invierno del descontento, hay que dejar salir a flote el invencible verano, como hace Camus en su relato (1953): «En medio del odio, me pareció que había dentro de mí un amor invencible. En medio de las lágrimas, me pareció que había dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos, me pareció que había dentro de mí una calma invencible. Me di cuenta, a pesar de todo, de que en medio del invierno, había dentro de mí un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra: dentro de mí hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta.» Y ese algo mejor tal vez sea el quinto elemento de que habló Besson en su filme, como el que propone Cristo y aquí Fito en su tema Al lado del camino.

https://www.youtube.com/watch?v=y9BiNwJl8BE Al lado del camino – Fito Páez video letra 5:23   

He aquí, para concluir, la confesión (casi) total de otro patiero, ser que ha deambulado entre los árboles frutales de su patio de infancia o del jardín de su madre centenaria que cultiva musaendas, oyendo la voz del tiempo o las sorpresas del miedo o las certezas del coraje, entre los ramajes de unos y de otro/otras. Bastan unos versos, para conocer el nexo patio/ madre/pájaros/música/ahorcado: «Un patio que se ocupa de la primitiva / edad de mi madre.» (p. 98) «Para evocar el tiempo en que los pájaros / eran los portadores de la música, / ha retornado el mismo pájaro / de todas las edades. / Sin extraviar su rumbo en otros cielos, / otras músicas, / En el antiguo patio se ha posado.» (100) «Prolongar la estancia con mi madre en las / atmósferas del patio.» (102) «Un ahorcado que simula dormir. / El patio inmóvil.» (106) El confeso casi no es insuficiencia sino sinónimo de parcela: CGT, habla de su muy subjetiva/objetiva visión del mundo y de su arte poética, centrada en la vida cotidiana, en los amores y dolores que nos colman y/o rebajan, en la potente fuerza cósmica y erótica que por fortuna nos supera para hacernos conscientes de nuestra grandeza y que por complemento, más que contraste, nos conmina a reconocer nuestra pequeñez en este puntico azul pálido, del que habló el polímata Carl Sagan: todo ello, con un hondo sentido ontológico, en tanto desvelo/búsqueda por las infinitas variaciones del ser y su devenir existencial/metafísico. https://www.youtube.com/watch?v=UY37k0KpWEA Ese pqño. punto azul pálido The pale blue dot 5:25

Al hacer consciente al lector de su grandeza/pequeñez, Ojos viendo pasar… cobra un valor inusitado desde la forma y el contenido, desde lo social y lo político, dejando por el camino la semilla de la cooperación, en contravía de la competencia y del éxito, para ayudar a recuperar un mundo más humano, menos injusto y más próximo a la educación, la cultura, la vida, que a sus terribles/miserables opuestos. El rescate de un mundo contrario al que hoy se tiene, en el que se usa a los humanos e idolatra a las cosas, cuando se debe es amar a los seres vivos y usar las cosas. Hay que minar a esos pocos poderosos que llegan a sectores dichosos del pueblo, a inocular la plaga del descontento. Ante el sinsentido de la vida, solo queda crearle su propio sentido. Para ello, hay que recabar en la sensibilidad, la que despliega CGT y anotaba el sociólogo Betinho, Gandhi del Trópico, según el teólogo de la liberación también brasileño L. Boff: «La crisis central no está en la nueva economía política de la exclusión, ni en la corrupción de la política [aquí yerra Herbert de Sousa] La crisis fundamental reside en la falta de sensibilidad de los humanos hacia otros seres humanos.» Pero, ¿acaso puede esto separarse de la corrupción? Para no parecer pesimista, un optimista bien informado, cabe recordar a Saramago: «Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.» Para terminar, ¿queda solo seguir a Woody Allen?: «Más que en cualquier otra época, la Humanidad está en una encrucijada. Un camino lleva al desespero absoluto, el otro a la total extinción. Vamos a rezar para que tengamos la sabiduría de escoger». Por fortuna, también está Gabino Palomares, quien desde esa otra forma artística de percepción inmediata hace contrapeso al cantar No basta rezar: ufff, qué alivio, ya me sentía perdido con la fórmula/condena del cineasta y clarinetista judío.

https://www.youtube.com/watch?v=ZoXru42ZlhY GABINO PALOMARES – No basta rezar: 4:22

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Espectador. Corresponsal de Matérika, Costa Rica. Autor de Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo (Pijao Editores, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Invitado por UFES, Vitória, Brasil, al I Congreso Int. Literatura y Revolución – Los espectros de Marx y el realismo estético (6-7/dic/2018). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, de ensayos para Rebelión. Columnista de EE.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.