En los últimos tiempos las actuaciones policiales en Valencia son dignas de mención. Hace unas semanas centrábamos la mirada y la crítica en las cargas policiales desproporcionadas que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado realizaban contra estudiantes y manifestantes que protestaban contra los recortes sociales. En varias de ellas, al más puro estilo […]
En los últimos tiempos las actuaciones policiales en Valencia son dignas de mención. Hace unas semanas centrábamos la mirada y la crítica en las cargas policiales desproporcionadas que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado realizaban contra estudiantes y manifestantes que protestaban contra los recortes sociales. En varias de ellas, al más puro estilo hollywoodiense, los policías articulados en patrullas corrían buscando al «enemigo» por las calles de Valencia, como atestiguan las imágenes que se han difundido por la red y que a buen seguro serán tenidas en cuenta por los Tribunales que enjuicien los procesos abiertos. En la mayor parte de ellas, los agentes no iban identificados a pesar de ser obligatorio por ley, lo que favorece su impunidad. También se hacía hincapié esos días en las numerosas identificaciones que, indiscriminadamente, realizó la policía, y cuyos datos obran en su Archivo Central denominado «PERPOL», PERSONAS DE INTERÉS POLICIAL.
Hoy, lejos de haber aprendido algo, lejos de un deseable respeto a los derechos y a la democracia, esta policía nacional sigue siendo merecedora de noticia y de denuncia. Sus cuestionables técnicas tienen ahora una nueva víctima: las personas que cada día, inmediatamente después de la Máscletà, se manifiestan pacífica y puntualmente bajo el balcón del Ayuntamiento de Valencia en el marco de las acciones convocadas por el movimiento ciudadano «Pren la mascleta» (Toma la mascletà), conocido también como «Intifalla«. En este escenario diario, la policía nacional se sitúa visiblemente en un lateral, aparentemente en actitud de mera vigilancia. No es ésta sin embargo su verdadera intención, pues su acción se despliega después, cuando los y las manifestantes al terminar la acción reivindicativa emprenden su marcha. Es entonces cuando, en calles aledañas y en su buscado aislamiento, estas personas son seguidas e identificadas. El motivo alegado en el curso de la identificación: «ser persona de interés policial». La pregunta es si PERPOL y ENEMIGO son sinónimos y, si lo son, cuándo van a dejar de serlo. La pregunta sigue siendo cuándo los responsables políticos van a tomar buena cuenta de que vivimos en un estado democrático de derecho en el que el pueblo tiene no sólo el derecho sino también el deber de ejercer el control, tanto dentro como fuera de las urnas.
Fabiola Meco Tébar. Abogada y profesora de Derecho Civil de la UVEG
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