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Secuestro y desaparición en manos de la policiá secreta de Pinochet

Sergio Flores Ponce, otro héroe anónimo de la resistencia popular antifascista

Fuentes: Rebelión

Cuando hay hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres .   José Martí El 24 de julio se cumplieron 41 años del secuestro y desaparición en manos de la DINA de Sergio Flores Ponce. Solo un par días después, el ministro en visita extraordinaria para causas por […]

Cuando hay hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres .  

José Martí

El 24 de julio se cumplieron 41 años del secuestro y desaparición en manos de la DINA de Sergio Flores Ponce. Solo un par días después, el ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Hernán Crisosto Greisse, dictó sentencia en este caso condenando por su responsabilidad en esos deleznables hechos a 76 miembros de ese organismo.

En el momento de su detención, Sergio Flores era miembro del Comité Central de la Liga Comunista de Chile, una organización política revolucionaria, simpatizante de la IV Internacional, que contribuyó a fundar en 1973, a solo escasos días del golpe, cuando la ocurrencia de este hecho resultaba algo prácticamente inminente.

Sin embargo, como ocurre con casi todos los demás militantes de la Liga que cayeron víctimas de la represión en los aciagos días del terrorismo de Estado (entre los que se cuentan Jaime Buzio Lorca, Miguel Rodríguez Vergara, Arturo Nuñez Muñoz y Oscar Salazar Jahnsen), suele ser identificado erróneamente por la prensa, y aun por los organismos de derechos humanos, por su anterior domicilio político en el MIR.

Como muchos otros y con plena conciencia del riesgo que ello conllevaba, tras el golpe militar que, haciendo gala desde el inicio de una violencia desenfrenada, derrocó al Gobierno constitucional del Presidente Allende e instauró en Chile una cruel tiranía para oprimir al pueblo trabajador al servicio de los poderosos de siempre, Sergio Flores decidió no someterse resignadamente a la condición de esclavitud que se nos intentaba imponer y luchar decidida y valerosamente por recuperar nuestros conculcados derechos.

Y fue plenamente consecuente con este compromiso. Tanto en el momento de su detención, cuando al percatarse de que ante la presencia de Osvaldo Romo que lo reconocería no podría evitarla se aleja abruptamente de otro dirigente de la Liga que lo acompañaba, como posteriormente, en el de la tortura a manos de los esbirros de la DINA, a consecuencia de lo cual ningún otro militante de la Liga resultó detenido, Sergio Flores exhibió un extraordinario coraje y fidelidad a la causa que había abrazado, evitando que la mano del terror pinochetista pudiese dañar a su organización.

¡Qué contraste político y moral más completo con la bajeza y cobardía infinita de sus torturadores! ¿O es que se puede imaginar un acto más deleznable y cobarde que el de ensañarse con personas que se hallan completamente indefensas a merced de sus torturadores? Días sombríos en que, haciendo escarnio de él, los secuaces de la tiranía mancillaban el espíritu y la letra de nuestro himno nacional al obligar a que en las escuelas y actos públicos se entonase en su honor la estrofa consagrada, precisamente, al honor militar del que ellos carecían: «vuestros nombres valientes soldados …».

Pero la conducta política de Sergio Flores contrasta también notablemente con el de aquellos otros que, observando distantes la lucha de la resistencia que se desarrollaba entonces en Chile, lograron posteriormente frustrar su genuino impulso democratizador cuando ésta amenazaba ya con derrocar a la dictadura, encauzándola mediante un pacto con ella hacia la «transición a la democracia» que hemos vivido en estas últimas dos décadas y media. Si el verdadero sentido y alcance político de ese pacto fue claro desde un comienzo, su significado moral ha comenzado a mostrar su verdadero rostro en el curso de estos últimos meses.

Frente a ese denso e inconmensurable fango de cobardía y venalidad en que se revuelca nuestra actual «clase política», mas repugnante aún en el caso de aquellos que acostumbran a posar de «progresistas», contrasta claramente el digno y consecuente compromiso político de los que, por genuino amor a la justicia y la libertad, luchan con real integridad política y moral, sin rendición posible ante los riesgos y las adversidades, por abrir paso a un mundo mejor, más justo, solidario, próspero y seguro que el de la cotidiana y bárbara jungla capitalista en que hoy vivimos.

Sergio Flores Ponce, como muchos otros héroes anónimos de la resistencia popular antifascista, constituye un ejemplo digno de imitar por las nuevas generaciones de luchadores por el socialismo, en el fecundo e imperecedero surco abierto por revolucionarios de la talla de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, el Che, Miguel y tantos otros.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.