El escritor británico Tom Sharpe, que acaba de publicar en España su última novela ‘Wilt no se aclara’, ha dado nuevas muestras de su sentido del humor y contra el líder laborista británico, al señalar que «al presidente Bush no le hace falta papel higiénico, ya tiene a Blair». En una larga conferencia de prensa, […]
El escritor británico Tom Sharpe, que acaba de publicar en España su última novela ‘Wilt no se aclara’, ha dado nuevas muestras de su sentido del humor y contra el líder laborista británico, al señalar que «al presidente Bush no le hace falta papel higiénico, ya tiene a Blair».
En una larga conferencia de prensa, Sharpe ha dicho en Barcelona: «El infarto que tuve en Madrid no ha modificado para nada mi sentido del humor y ni siquiera me hizo pensar en la muerte. He estado pensando en la muerte desde que tenía ocho años, es inevitable y ahora soy mayor, ¿por qué preocuparse?».
Con la cuarta entrega de su célebre personaje Wilt, Sharpe ofrece a sus incondicionales lectores su «visión de la Gran Bretaña contemporánea», una Gran Bretaña en la que lo que más detesta es la familia Blair.
«Tony Blair es de derechas, más de derechas que Margaret Thatcher», proclama Sharpe con la misma flema con la que asegura que «está haciendo mucho más daño que Thatcher y está destrozando nuestra fe en la política».
No pierde la esperanza en las próximas elecciones norteamericanas: «Creo que si gana Kerry, algo puede cambiar, porque Irak va a ser otro Vietnam, cada día va a peor».
«Cuando los alemanes ocuparon Francia, alabábamos a la resistencia francesa, en cambio ahora no aceptamos que nosotros invadimos Irak de la misma manera que Hitler invadió Polonia y están muriendo ingleses por culpa de Blair», señaló Sharpe, que conoció de cerca las penurias de la Segunda Guerra Mundial.
Al igual que hace en sus novelas, Sharpe critica la «arrogancia británica» que les hace sentirse todavía «una potencia colonial y al mismo tiempo tienen un sistema sanitario pésimo».
Después de casi siete años de silencio, Sharpe ha vuelto a publicar un nuevo libro -Anagrama en castellano y Columna en catalán- centrado en su personaje más difundido, el profesor Wilt, algo que justifica porque pensó que «sería lo más fácil».
«Continúo escribiendo porque soy obsesivo, obsesivo con la escritura, hasta el punto que cuando no escribo libros, escribo cartas», añade sin embargo.
No habrá memorias
Aquellos que pensaban que esta abundante correspondencia formarán parte de sus memorias ya han recibido el primer mazazo: «No pienso escribirlas, porque las memorias son la antesala de la muerte». Ni siquiera cree merecer una biografía, pues su «única pretensión es ser un hombre que hace reír a los depresivos».
No es casual que Sharpe incluya en ‘Wilt no se aclara’ una dedicatoria a «todos los médicos y cirujanos de Cataluña sin cuyos excelentes cuidados este libro no se habría escrito»: «La sanidad catalana salvó mi tobillo, después de un diagnóstico erróneo en Inglaterra y ahora puedo andar, cosa que antes ni siquiera podía hacer».
Sharpe no tiene intención de escribir sobre Cataluña: «No hablo castellano ni catalán y elijo no hacerlo, porque el escritor debe estar solo», asegura. Sin embargo, añade socarrón: «De Llafranc [localidad de la Costa Brava donde pasa gran parte del año] me gusta la gente, que son catalanes, y estoy rodeado de mucha gente de pasta que dicen ‘somos socialistas’ sin serlo».
El zorro y el toro
Preguntado sobre qué salvaría de su país natal, el autor de ‘Zafarrancho en Cambridge’ declara: «Lo único que me gusta de Inglaterra es el campo». Hace una pausa y agrega: «También estoy a favor de la caza del zorro, porque los zorros matan gallinas y casi siempre se escapan. Tienen más suerte que los toros».
De su experiencia en las cárceles surafricanas, el autor ha dicho que «fue maravilloso». «No había cometido ningún crimen y estuve en cinco cárceles y al final compartí celda con un asesino, un ladrón de coches y un secuestrador de niñas pequeñas. Para un escritor, conocer gente de este tipo es muy estimulante».
No oculta admiración hacia su mujer, que ejerce una «influencia vital» en su obra -«si no sonríe cuando las lee después de un día duro, entonces el libro no va bien»- y, en general, hacia las mujeres que aparecen en sus novelas, «más importantes y más inteligentes».
Cuando se le pregunta sobre la mujer de Blair, añade irónico: «No he dicho que todas las mujeres sean inteligentes».