-Bien William, queríamos tener un balance de las elecciones del 13 de marzo donde eligieron diputados, senadores y candidatos a la presidencia de la nación en Colombia.
-Tratando de ajustarme a la premisa de Gramsci del pesimismo de la razón, distanciándome un poco de los sectores progresistas de Colombia y de izquierda, que tienen casi un espíritu triunfalista y un furor extraordinario por los resultados, que de paso son resultados históricos muy favorables, pero que distan mucho de la pretensión que se plantea de entrada de tratar de ganar en primera vuelta.
La necesaria exigencia que debemos tener todos los demócratas en Colombia es hacer causa común para ganar en la primera vuelta. Esas elecciones del pasado 13 de marzo, que son las que nos permiten la elección de senadores, de representantes a la Cámara, nuestro Congreso es bicameral, y en esa perspectiva en una sola elección se eligen ambas Cámaras para tener el Congreso de la república por 4 años que acompañará al futuro presidente elegido el 29 de mayo o el 19 de junio de este año, en la segunda vuelta.
Se ha considerado que por las consultas internas de los partidos políticos, que se ha generalizado, se ha convertido a estas consultas como en unas primarias, como la primera vuelta. Por eso la puesta radical que tienen los dos principales candidatos, los dos más posicionados por los resultados del 13 de marzo, Gustavo Petro, del centro-izquierda, del progresismo, y el candidato de la derecha de la Coalición por Colombia, que junta expresiones de la derecha y ultraderecha, heredero y ungido prácticamente por Álvaro Uribe Vélez, heredero del ‘duquismo’ y el ‘uribismo’, de toda la estirpe narco-militar que dirige este país hace muchos años, son los principales opcionados.
El segundo o tercero que estaba ahí, que fue el segundo o tercero de las elecciones pasadas también, Sergio Fajardo, de una coalición llamada Coalición Centro Esperanza, quedó muy rezagado comparativamente.
¿Por qué mi escepticismo y por qué el optimismo de algunos y de otros? El optimismo radica en que se logró por primera vez que 19 representantes al Senado se lograran colocar en una arista del denominado ‘Pacto Histórico’, que es la fuerza que acompaña a Gustavo Petro Urrego.
Eso es histórico y muy importante, pero también hay que tener en cuenta que los representantes a la Cámara fueron un número significativo que sumando nos da la posibilidad de tener un juego importante dentro de lo que es el Congreso de la república, que nunca antes se había tenido desde una posición de izquierda o centroizquierda, con la posibilidad de generar alianzas con otros sectores, como los del Partido Verde, entre otros.
Otras expresiones, como Fuerza Ciudadana, que calculaba tener por lo menos 3 representantes en el Senado de la república, que es una propuesta de centroizquierda también, y algunos representantes en la Cámara, no logró el umbral.
En esa perspectiva, teniendo este avance histórico, Gustavo Petro sale victorioso en la noche del 13 de marzo diciendo que estábamos prácticamente a 2 o 3 puntos de lograr la mayoría en la primera vuelta. Es una relación no tan cierta. Él dice que como se obtuvo 40% de las votaciones de consulta de la mano del Pacto Histórico a su nombre, estábamos muy cerca de ser mayoría. Eso es cierto y no lo es. Es cierto en la medida que se ganó en término de las consultas con la mayor votación, pero no es cierto cuando se hace la relación cuantitativa de los votos que se obtuvo en el Senado de la república por parte del Pacto Histórico comparado con la coalición de la derecha. La coalición de la derecha sacó 4.000.000 de votos en la consulta, la coalición del Pacto Histórico saco casi 6.000.000, 2.000.000 por arriba de la derecha.
Esto también llena de euforia y optimismo a los sectores de la izquierda y progresistas. Sin embargo, cuando eso se remite a los votos del Congreso de la república y a las maquinarias electorales, las mafias, el fraude, toda la presencia de los narco-militares y cómo han robado y siguen robando con el fraude, porque el mayor fraude está centrado en lo reinstaurado y lo registrado paralelamente por las estructuras del poder narco-militar e inclusive, me atrevo a decir, las estructuras de poder extranjero que hacen presencia en nuestro país y que saben que si Colombia se pasa a la izquierda o al centroizquierda será una pérdida muy dura que tenga toda la derecha continental porque va a perder una retaguardia estratégica como es la derecha, la ultraderecha y el neo fascismo colombiano.
En esa perspectiva, esas organizaciones y esas estructuras que agrupan y promocionan el fraude, lograron que en el Congreso de la república las cifras fueran distintas, principalmente en el Senado que es el que marca la proyección de las elecciones presidenciales.
En el Senado, la coalición de la derecha y la ultraderecha llamada Coalición Primero Colombia, sacó más o menos 8.000.000 de votos, es decir, los 4.000.000 que sacaron en la consulta se duplican, tuvieron un aumento del 100%. Cosa distinta es lo que sucede al Pacto Histórico, porque para el Congreso de la república sus 6.000.000 se convierten en 2.500.000, menos de la mitad de los votos.
Mientras algunos aumentan, otros disminuyen, es decir, es una situación bastante complicada porque la coalición tiene más del 50% para poder llegar a ser ganadores en la primera vuelta, sin contar los votos del Partido Liberal, que es ambiguo, pero se suma al Pacto Histórico de la campaña ‘Petro presidente’. Sin sumar los partidos cristianos en términos de votos que lograron obtener, ahí hay por lo menos.500.000 votos aproximadamente que tal vez sumarían a esos 8.000.000 y tendrían más de 8.500.000 votos, que comparado con las elecciones anteriores sería más que suficiente para que ganaran con más del 55%. Es una situación difícil, porque una cosa es la euforia y otra cosa es la realidad numérica en término del proceso electoral. Ni qué decir con respecto a la ambigüedad que tuvo el Pacto Histórico y Gustavo Petro en la denuncia del fraude.
-Son casi 39.000.000 los y las colombianos y colombianas habilitados para elegir el Congreso y resolver las internas de los bloques, pero a este punto solo votaron unos 11.000.000, es decir, menos de un 30% del electorado. ¿Qué análisis te merece esa situación?
-Estadísticamente, los reportes de la Registraduría nacional y todos los entes oficiales del Estado plantean que la abstención en Colombia en estas elecciones del 13 de marzo, reflejó un 45% de abstención sobre un 55% de participación. Realmente no es tan cierto. Es muchísimo menor, eso es lo que indican ellos oficialmente, pero la cifra está por debajo, como usted lo refleja, del 50-40% lo que ha venido siendo la abstención histórica en Colombia.
En Colombia el voto no es obligatorio, la votación es voluntaria y la gente se abstiene. Pero hasta en eso, consideramos nosotros, se refleja el fraude. Están inflando una cifra de participación para legitimar unos votos que le inyectan al conteo definitivo que se hace a través del sistema computarizado del software de la Registraduría que no tiene ningún tipo de control claro y preciso.
Es claro que el tema de la abstención en Colombia sigue siendo una constante que le sirve mucho al régimen para elegirse con votaciones sumamente precarias. El presidente Duque fue elegido con un poco más de 10.000.000 de votos sobre más de 30.000.000. Demuestra que con más del 30% se elige un presidente en Colombia. Es una situación que raya con la ilegitimidad de estos gobiernos y por eso la única fortaleza que tienen no es la legitimidad, tampoco la legalidad, sino la bota militar y todo su proyecto represivo.
Eso es lo que los sostiene y se demostró en el gran paro que se desarrolló en 28 de abril y que muchos dicen que todavía continúa, y de alguna manera así es, pero que su fuerza más grande se sostuvo hasta el mes de julio pasado. En esa perspectiva es la impronta de cómo se sostienen estos gobiernos cuando no tienen el amparo de la legitimidad y muchas veces están en el limbo de la legalidad.
Las elecciones están marcadas por el escenario de la guerra
-La candidata a la vicepresidencia de Colombia por la coalición de izquierda Pacto Histórico, Francia Márquez, denunció haber sido víctima de amenaza de muerte y demandó al gobierno que garantice su seguridad y la de su familia. Teniendo en cuenta los antecedentes al respecto, ¿cómo ves la posibilidad de un magnicidio?
-En Colombia el tema del magnicidio no solamente en la cabeza de Francia Márquez, sino de Gustavo Petro y cualquiera que se oponga a los intereses de las castas dominantes en nuestro país es una constante. Yo no subestimo esa salida cuando ellos vean que la situación realmente la tienen perdida, no creo que eso sea un ejercicio de marca menor. Sin embargo, las palabras que la oficialidad expresa en torno a esas amenazas es que le brindarán todas medidas de seguridad para garantizarle la vida a la vicepresidenta, pero en este país esto no es creíble, menos aun cuando sabemos el origen del gobierno de Iván Duque Márquez, que es un gobierno principalmente colocado por los todopoderosos carteles del narcotráfico y todas sus estructuras mafiosas que tienen toda la fuerza y el poder para aniquilar en Colombia a quien se les dé la gana.
Realmente uno, cuando ve el esquema de seguridad que tienen Gustavo Petro y Francia Márquez y demás líderes de la Colombia Humana, del Pacto Histórico y de la UP del Partido Comunista y de todas esas fuerzas que convergemos en el Pacto Histórico, nos damos cuenta de que no ejecutan sus acciones en un cálculo político, no porque no lo puedan hacer, sino porque no les conviene hacerlo todavía, su cálculo político lo miden y repito estamos a merced de lo que ellos quieran hacer con la población colombiana.
El esquema de seguridad de Gustavo Petro es precario, la situación que se vivió hace unos meses cuando él consumió un licor que lo terminó dejando bastante mal en términos de su salud y que dio el discurso bajo los efectos de ese licor que se tomó, es prueba que le pueden dar ese licor alterado como le pueden dar cualquier otra cosa.
El esquema en términos de la reacción a los ataques como los que le hicieron a Luis Carlos Galán en los 90 de un atentado en plena plaza pública sigue estando latente. Ya lo hicieron en el 2018, en las elecciones, cuando le hicieron un atentado en Bucaramanga, en el departamento de Santander, aquí en Colombia. Dispararon contra su vehículo, que gracias al blindaje no logró perforar o sino Gustavo Petro no estaría entre nosotros.
Esa es una constante en nuestro país. Lo que llamamos es a que la comunidad internacional esté pendiente porque las elecciones en nuestro país están marcadas por el escenario de la guerra, estamos en un país en guerra, estamos en un país donde hoy consideramos que el atentado terrorista que cobró la vida de dos niños, un niño de 12 años y una niña de 5 de colegios públicos de Bogotá, en una de las localidades más combativas y que más resistencia brinda contra el régimen opresor, que es Ciudad Bolívar.
El atentado del pasado sábado 26, es parte de la estrategia genocida y de terrorismo de Estado que estos gobiernos generan en época electoral. Se ha comprobado que en las elecciones, por ejemplo, del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, varias de esos procesos electorales donde él resultó triunfante estuvieron marcados por falsos positivos jurídicos y militares donde el mismo Ejército y estructuras de seguridad del Estado hicieron esos atentados para generar ambientes de temor para que ellos salgan siendo elegidos, porque el pueblo colombiano desafortunadamente en muchos casos responde a estas presiones.
Hoy esperamos que salgamos de ese embrujo, de ese terrorismo de Estado y superemos el miedo con un voto consciente y comprometido y en aras de que defendamos en las calles, si es necesario, el posible fraude. Yo creo que el fraude está cantado y Petro no ha hecho lo suficiente para desenmascarar ese fraude, peor aún, se terminó legitimando el fraude del pasado 13 de marzo.
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