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Si Evo Morales fuera presidente del Gobierno de Navarra

Fuentes: Gara

Lo del jersey de franjas coloreadas de Evo Morales fue un anuncio de algo que después, afortunadamente, ha tenido continuación: una nueva forma de hacer política que va más allá de los gestos. Tal como afirmó en su discurso de investidura, «hay que servir al pueblo, no servirse del pueblo; hay que vivir para la […]

Lo del jersey de franjas coloreadas de Evo Morales fue un anuncio de algo que después, afortunadamente, ha tenido continuación: una nueva forma de hacer política que va más allá de los gestos. Tal como afirmó en su discurso de investidura, «hay que servir al pueblo, no servirse del pueblo; hay que vivir para la política y no vivir de la política». Algo que suena un tanto al «mandar obedeciendo» de los zapatistas del EZLN.

Si Evo Morales, o alguien como él, fuera elegido hoy presidente del Gobierno de Navarra, comenzaría su discurso de investidura ante el Parlamento pidiendo un minuto de silencio para los tres mil asesinados en Navarra tras el alzamiento fascista y por los que murieron en la cárcel de exterminio de San Cristobal; recordaría, al igual que hizo Evo con Tupaj Katari, Tupac Amaru, Simón Bolivar y Che Guevara, a nuestras Gladys del Estal, Germán Rodriguez, Mikel Zabalza…; traería a la memoria, en suma, «a todos los hermanos caídos en la defensa de la dignidad del pueblo».

Si nos cayera la breva de tener un presidente como el Morales, en la ceremonia de toma de posesión de su cargo, los joaldunak de Ituren y Zubieta, y los cipoteros de Tutera recorrerían el Parlamento, el Palacio de la Diputación y unos cuantos Departamentos (Hacienda, Industria, Educación…) para ahuyentar de todos esos espacios los malos espíritus y peores cuerpos que han anidado en los mismos durante tantos años, y anunciar otros venideros de fertilidad democrática, honestidad en la gestión pública y respeto a la voluntad popular.

En el supuesto de que alguien como Evo fuese llevado en andas por un fuerte movimiento popular y democrático hasta el Gobierno de Navarra, esta persona, al igual que se ha hecho en Bolivia, reduciría a la mitad su propio sueldo y el de todos los consejeros y altos funcionarios de la Administración, así como las retribuciones y dietas de los par- lamentarios y sus grupos, de la Cámara de Comptos, del personal directivo de las empresas públicas, y propondría penalizar la posibilidad de complementar éstos sueldos con cualquier tipo de ingreso extra deri- vado de su condición de cargos públicos.

Si un indígena navarro recuperase el poder usurpado a este pueblo durante cinco siglos, los aymaras, quechuas, mojeños, chipayas, muratos y guaraníes de esta foralísima tierra verían reconocida su identidad, su historia, su lengua y su cultura, y pasarían a ser los artífices de un futuro abierto a la recuperación de todo aquello que les fue arrebatado por la fuerza de las armas, la hoguera, la margi-nación y el desprecio. Y cuando los nuevos Consejeros tomaran posesión de su cargo afirmarían en su lengua «Uka jacha uru jutasjiway», o lo que es lo mismo, «Egun handia iritsi da eta ikusten ari gara».

Caso de que alguien como Evo fuera presidente del Gobierno de Navarra, procedería a legalizar a todas aquellas formaciones, partidos y organizaciones ilegalizadas en los últimos años y concedería una amnistía general, pues no podría menos que recordar que él mismo también, antes de llegar al Gobierno, fue tachado de narcotraficante, de terrorista, de asesinoŠ, siendo expulsado por ello del Parlamento boliviano. Y no sólo esto, sino que buena parte de los legalizados y liberados por él, ostentarían ahora cargos de importancia en su gobierno y en las nuevas instituciones.

Si en esta tierra nuestra el gobierno elegido se pareciera al boliviano, se fijaría como norte, al igual que en aquel país, el avanzar hacia la realización de una Asamblea Constituyente de todas las tierras aymaras, quechuas y guaraníes, refundando la antigua Navarra sometida, negada y silenciada durante quinientos años. «Una Asamblea Constituyente de refundación, y no una mera reforma constitucional», tal como afirmó Evo en su primer discurso como presidente. Y eso en nuestra tierra querría decir que sería el pueblo, sólo él y todo él, el único sujeto con poder para decidir su propio futuro, sin atadura institucional, ni chantaje cuartelero de ningún tipo.

Supuesto que soplaran aires andinos por los pasillos y salones de las dependencias foral-gubernamentales, las mujeres y hombres de esta tierra, agrupados en torno a cientos de organizaciones y grupos populares de todo tipo (sindicales, feministas, barriales, juveniles, culturales, de ocioŠ), no encontrarían tornos, policías, grabadoras de vídeo y scaners en las entradas del Palacio de Carlos III y el Parlamento Foral, sino todo un servicio de recepción para atender sus peticiones y concertar de inmediato todo tipo de citas y reuniones al objeto de poder tratar y atender las peticiones planteadas.

Caso de que Evo accediera al gobierno Foral se acabaría el chollo para el Opus y su Universidad, así como para nuestro arzobispo Sebastian y toda su extensa y parasitaria curia. Porque la Pachamama navarra, nuestra madre tierra, sería la única diosa a la cual se rendiría culto en los presupuestos forales y el calendario anual, impidiendo los cientos de agresiones que hoy se dan contra la misma (Itoiz, autopistas, TAV, térmicas, consumismo y derroche) e impulsando el desarrollo de una agricultura autosuficiente y una política medioambiental asentada en principios ecologistas.

Si la wipala andina sirviera de bandera y manto al nuevo ejecutivo foral, éste denunciaría de inmediato, ante el Juzgado de Guardia, por desacato a la autoridad y colaboración necesaria para la comisión de múltiples delitos, a todos aquellos responsables de que la Ley de Violencia contra las Mujeres aprobada en el Parlamento no haya sido puesta en práctica, por entender que es completamente inadmisible que éstas, dadoras de vida, trans- misoras de lengua y cultura, auténticas responsables de las atenciones sociales básicas a toda la sociedad a lo largo de milenios, en vez de ver reconocida su labor, sean marginadas socialmente, ninguneadas políticamente, explotadas laboral y domésticamente y, por último, sometidas a la violencia machista estructural de este sistema, que pretende así perpetuar su dominación patriarcal.

Larga vida, pues, a Eva Morales, futura presidenta del Gobierno de Navarra.

* Sabino Cuadra Lasarte es abogado