Navarra fue una de las zonas con más muertos pese a no ser frente de batalla. ¿Qué viene a decir y qué espera llevarse de aquí? Nuestra asociación se dedica a recuperar esa parte de esa historia y lo que es fundamental: Recuperar los derechos jurídicos de las personas. Los derechos morales están muy bien […]
Navarra fue una de las zonas con más muertos pese a no ser frente de batalla. ¿Qué viene a decir y qué espera llevarse de aquí? Nuestra asociación se dedica a recuperar esa parte de esa historia y lo que es fundamental: Recuperar los derechos jurídicos de las personas. Los derechos morales están muy bien (homenajes, monumentos…), es gratificante pero no se puede llegar a una auténtica reparación sin el reconocimiento jurídico. Hemos firmado un documento que demuestra la ilegitimidad de todo lo que sucedió después del 36. Esto debe quedar a la vista de la historia y del mundo. Si estamos juzgando aquí a miembros de otras dictaduras no podemos permitir que lo que sucedió aquí quede oculto e impone. Hubo crímenes contra la humanidad en este país que no son amnistiables. Lo que no se consiguió por la vía política, que se consiga por la judicial. Como dice, en otros países europeos como Alemania e Italia, si se pidieron cuentas a las dictaduras. E incluso se ha hecho en países con menos tradición democrática como Argentina, Chile… ¿Se puede construir una democracia sólida sobre esa base? ¿Fue tan ‘modélica’ la Transición? Al cabo de tantos años en aquellos momentos se hizo de una manera, pero tiempo después estamos viendo cómo desaparecen de la vida los represaliados e incluso sus hijos tenemos ya muchos años, no es de recibo que todo esto siga oculto. Cuando me hablan desde posturas políticas en el sentido de no reabrir los temas me pregunto por qué en otros países que tuvieron dictaduras se puede hablar de todo, por qué de allí han desaparecido los símbolos nazis y fascistas y aquí no se nos pone los pelos de punta al pasar por una calle o un monumento que representa a los autores de aquella tremenda represión. Es terrible que la juventud de un país tenga un desconocimiento tan grande de su historia. Resulta paradójico que aquellos ligados a ese bando de los vencedores del golpe de Estado, los que colaboraron con la dictadura y a los que no se pidió cuentas por ello al llegar la democracia, se permitan atacar y cuestionar a quienes como su asociación quieren recuperar la verdad y pedir justicia… Como he dicho antes contra lo que no se puede ir es contra los derechos de las personas. El derecho internacional está por encima del derecho interno. No se puede, en aras de que algunas personas no quieran hablar de su pasado, porque ese pasado les pesa, que tengamos que callar nosotros el nuestro. Tenemos pleno derecho a hablar sobre todo esto. Los alemanes que han borrado del mapa todos los símbolos y anularon los juicios del nazismo, son los hijos de los nazis. En Francia los descendientes de los colaboracionistas también han reconocido esto. ¿Por qué aquí no? Ellos han tenido 40 años en los que han dicho y hecho lo que han querido. Han tenido a un pueblo callado, porque no podían decir nada salvo con movimientos clandestinos. Ahora, bajo ningún concepto podemos dejar pasar esto. ¿En qué se traduciría esa reparación jurídica de la que hablan tantos años después de los hechos? En la ilegitimidad de todos los actos franquistas. En negar la formación de aquellos tribunales de justicia en el que los acusados tenían una indefensión total. No se puede tolerar aquellas penas de muerte y encarcelamientos en aras a una legitimidad que no existía porque las leyes de la República no fueron derogadas. Un señor, con un golpe de Estado, se sacó unas leyes ante un gobierno legítimamente constituido. Queremos también una ley de exhumaciones que permita levantar acta de cada enterramiento. Son muchas más cuestiones que recogemos en un documento que está en nuestra web y siempre tomando como base resoluciones de la ONU. Buscamos un reconocimiento jurídico y moral. Puede ser mezclar dos temas y dos tiempos, en ambos casos sensibles, pero se suele escuchar que en la Transición hubo que pasar página en aras de una reconciliación. Nada es previsible, pero en el supuesto caso de un escenario de final de terrorismo, ¿cree que se podría pedir los mismo a las víctimas de ETA para cerrar una etapa y mirar hacia adelante? No tiene nada que ver una cosa con la otra. En un estado democrático hay que sabe jugar con las reglas que tenemos, pero tampoco se puede consentir que porque ETA mata haya que montar una guerra civil. Las víctimas de aquella masacre de todo un país tienen un derecho que nadie se lo puede quitar. No es remover el pasado, estamos removiendo nuestro pasado. Todo el mundo tiene derecho a saber la verdad. No se nos puede decir que en aras a algo nos olvidemos de nuestro pasado. Yo no me puedo olvidar de la destrucción de mi familia y de muchas otras con las que convivo día. Voy recorriendo este país pueblo a pueblo. En todos me dicen lo mismo, que alguien debió avisar para que vinieran de otro lado a llevárselos. Ellos sabían que para ganar la vanguardia tenían que acabar con la retaguardia. Y lo hicieron. No se puede olvidar también la represión que hubo con los maestros y maestras ya que querían un sistema educativo para sus fines ideológicos. Depuraron muchos maestros, fueran de derechas o de izquierdas. Ahí empezó el principio de la ocultación de los hechos. Hoy en día muchos libros de texto no están actualizados y en caso de que lo estén, casi nunca se llega en el temario a este periodo de la historia alegando razones de espacio. Su padre era maestro, deduzco… Ejercía en un pueblo de La Coruña cuando estalló la guerra. Lo detuvieron y lo movilizaron hacia el frente de Madrid. Cuando estaba allí se enteró de la muerte de un médico de Tuy muy amigo suyo y criticó el hecho en público. Allí comenzó su calvario. Consejo de Guerra, pena de muerte, conmutación a cadena perpetua… Pasó por muchas cárceles. Salió destrozado física y psíquicamente. Nunca volvió a ser el mismo además de que tenía que presentarse continuamente ante las autoridades. Cada cosa que ocurría lo detenían… Estaba muy mal, vomitaba sangre y acabó escapándose por Portugal hacia México. La Policía nos acosó a nosotras, a mi madre y a mí. Logramos salir con un documento en el que nos comprometíamos a no volver sin mi padre, pero murió a los 10 años de eso y nos tuvimos que volver las dos. Las cosas no mejoraron y yo he sufrido esa persecución y ese estigma durante muchos años del franquismo. Desde que leí aquel terrible sumario de mi padre en Madrid empecé con este trabajo, al que dedicaré el resto de mi vida.