Los dirigentes del PP creían que con todo el poder político a su disposición -Gobierno, Congreso, Senado, Comunidades Autónomas y la mayoría de los Ayuntamientos- iban a disponer de cuatro años para hacer lo que quisieran prácticamente sin oposición. Se están llevando una desagradable sorpresa al comprobar que su política está a enfrentándose a una […]
Los dirigentes del PP creían que con todo el poder político a su disposición -Gobierno, Congreso, Senado, Comunidades Autónomas y la mayoría de los Ayuntamientos- iban a disponer de cuatro años para hacer lo que quisieran prácticamente sin oposición. Se están llevando una desagradable sorpresa al comprobar que su política está a enfrentándose a una fuerte resistencia y contestación social.
En muy poco tiempo los dirigentes del PP han pasado de la euforia a la perplejidad. Creían que con todo el poder político a su disposición -Gobierno, Congreso, Senado, Comunidades Autónomas y la mayoría de los Ayuntamientos- iban a disponer de cuatro años para hacer lo que quisieran prácticamente sin oposición. Y empezaron esta legislatura de forma arrolladora, como un toro saliendo del toril. En pocas semanas impusieron doce decretos con lo que confiaban solucionar todos los problemas, con la reforma financiera y la reforma laboral, junto a un buen puñado de recortes sociales, como medidas estrella. Incluso estaban convencidos de que bastaba con que ellos llegaran al Gobierno, quitar de en medio a Zapatero, para que toda la situación económica cambiara de la noche a la mañana. Parecía que muchos de ellos llegaron a creerse su propia propaganda de que la culpa de todo era de Zapatero sin comprender en absoluto los procesos económicos y sociales de fondo, las verdaderas causas de la profunda crisis en la que está sumido su sistema de «libre mercado».
Pero la avalancha de medidas antisociales, y de amenazas de que eso sólo era el principio, unida a los regalos a los más privilegiados (como poner a disposición del sector financiero más y más recursos) provocó una rápida reacción. En tan sólo cuatro días de finales de marzo dos acontecimientos vinieron a romper la euforia del PP. Las elecciones andaluzas y la repetición de las asturianas el 25 de marzo; y la Huelga General, del 29. Durante esos días los dirigentes del PP, los del Gobierno y los de la patronal dieron la impresión de que no entendían lo que estaba pasando. Andalucía, que ya consideraban «suya» tras 30 años de impotencia y dominio socialista, se les escapa de las manos. Y la huelga general, que preveían como una pequeña protesta testimonial debido a la situación de los sindicatos y las dudas de sus dirigentes, les vino a demostrar, una vez más, que no se puede confundir a los trabajadores con su dirección sindical o política. Sin ser un éxito espectacular sí fue respaldada por manifestaciones realmente masivas en todo el Estado. Se llevaron una desagradable sorpresa al comprobar que, a pesar de todo el poder político que habían acumulado, su política va a enfrentarse a una fuerte resistencia y contestación social.
Además, todo se les está complicando. La reforma laboral, que sí ha servido para recortar los derechos de los trabajadores, no ha servido, como era fácil prever, para crear empleo ni reactivar la inversión. Por el contrario, las previsiones acercan la cifra de parados a los 6 millones a finales de este año.
El resultado de la reforma financiera fue la necesidad de hacer otra, es decir, de poner más dinero a disposición de las entidades financieras, y la quiebra de BFA-Bankia ha puesto en entredicho la solvencia de todo el sector bancario español. Estas medidas que perseguían evitar tener que recurrir al rescate del sistema financiero español, han fracasado estrepitosamente.
11 de julio: Tres señales
Así llegamos al 11 de julio día en el que se producen tres hechos simultáneos que son muy reveladores de cómo se está viviendo la crisis en las diferentes clases sociales. Tres señales de lo que está pasando que, a su vez, son claras advertencias para los trabajadores de a qué nos enfrentamos.
El primero es la impresionante manifestación en apoyo a la minería que hizo parecer pequeño el paseo de la Castellana. La minería española está en huelga indefinida desde el 23 de mayo contra los recortes que condenan al sector a la desaparición. El día 10 julio por la noche, los mineros que protagonizaron la Marcha a Madrid desde todas las comarcas mineras, fueron recibidos por una multitud emocionada de trabajadores y jóvenes madrileños. Al día siguiente, en su cincuenta día de huelga y lucha, encabezaron una enorme manifestación en la que confluyeron los miles de mineros y familiares venidos desde sus poblaciones con decenas y decenas de miles de trabajadores y trabajadoras de la capital. La lucha minera, a pesar del silencio y/o contaminación informativa, a pesar de la actuación provocadora de los antidisturbios, a pesar de que es un sector obrero que ha sido reducido a la mínima expresión, se ha convertido en un referente de lucha, de inspiración y de ánimo para la clase trabajadora en todo el Estado. La consigna más coreada durante los dos días de estancia de los mineros en Madrid fue: «¡Sí se puede!». La presencia de los mineros en Madrid dio cauce de expresión al tremendo cabreo que hay en la sociedad frente a toda la política del Gobierno del PP con la participación de cientos de miles de trabajadores a pesar de ser por la mañana.
La clase dominante pretende dar un escarmiento a la clase trabajadora en las carnes de un sector histórico, emblemático, del movimiento obrero, emulando a la Thatcher en los años 80. Creen que si acaban con los mineros acabarán con la resistencia a sus planes de recorte de los derechos democráticos y laborales. Por esa razón, es el momento de poner toda la carne en el asador para evitar una derrota de este sector que es el buque insignia de nuestra clase, el ejemplo a seguir. Los dirigentes sindicales y la dirección de los partidos de la izquierda ya han podido comprobar en la práctica cuál ha sido la reacción de los trabajadores respaldando de forma entusiasta esta lucha. Ya se han hecho huelgas generales en las comarcas mineras. Es obligación de esas direcciones mantener y profundizar en esa línea de lucha convocando ya huelga general en todas las provincias mineras que sería la mejor manera de preparar una huelga general, siguiendo la estela de los mineros y para la que realmente «sobran los motivos». Esta lucha ya ha tenido un efecto en la actitud y conciencia de los trabajadores al contribuir a recuperar parte del orgullo perdido de ser los protagonistas de la lucha por una sociedad mejor. Su desenlace también tendrá una influencia, según sea su resultado. Si esta lucha se gana, lo que no es fácil si no se extiende y amplia a otros sectores, será un ejemplo a seguir para millones de trabajadores.
Nuevo Plan de Recortes
El segundo hecho ocurrido el día 11, a la misma hora que se manifestaban mineros y trabajadores por las calles de Madrid, fue el anuncio por parte de Rajoy en el Parlamento de un nuevo Plan de Recortes de 65.000 millones de euros para dos años. Es más que una simple coincidencia. Es toda una declaración de intenciones de la clase dominante. Es una declaración solemne de que el Gobierno del PP no va a cambiar de política. Siguen cargando la crisis sobre las espaldas de todos los trabajadores al subir el IVA tres puntos y, especialmente, sobre los 2,7 millones de trabajadores públicos, a los que se les arrebata la paga de Navidad, sobre los millones de parados que cuentan con algún tipo de subsidio, que verán disminuidas sus prestaciones, y sobre los jubilados y pensionistas a los que se les avisa de que también les van a meter mano en el bolsillo. Al tiempo, se regala a los empresarios la reducción de dos puntos las cotizaciones a la Seguridad Social, una de sus exigencias pendientes y sin importar que esa concesión aumente el déficit público.
Los altos cargos de las grandes empresas ganan un 5% más
Y en tercer lugar, el mismo día, y esta sí que es una casualidad insultante, se anuncia que los directivos de las empresas que cotizan en el Ibex 35, las grandes, han gozado de un aumento de sus remuneraciones en un 5% en 2011, no sólo a pesar de la crisis, no sólo a pesar de que son ellos y sus representantes los que nos están pidiendo sacrificios todos los días, sino, y también, a pesar de que globalmente sus empresas han tenido una reducción significativa de beneficios. En su caso da igual el contexto económico y social, da igual lo que hagan y da igual cual sea el resultado de su gestión: siempre ganan. Los presidentes y consejeros de estas empresas disfrutaron de un sueldo medio de 2,4 millones de euros el año pasado. Los 482 altos directivos gozaron de un sueldo medio de 777.000 euros.
Los trabajadores, por el contrario, tenemos que entender que hay crisis, tenemos que trabajar más (o sufrir el desempleo), ganar menos y aceptar que haya menos y peores servicios públicos. Es la ley del embudo: «Lo ancho para ellos y lo estrecho para nosotros».
Acabar con el Gobierno del PP
El Gobierno de Rajoy no se está equivocando y no tiene la más mínima intención de rectificar su política. El Gobierno del PP es el Gobierno de la clase dominante; banqueros, grandes empresarios, la Iglesia, los altos cargos del Estado, los propietarios de los medios de comunicación privados… Es el gobierno de la gran burguesía aunque se base en la explotación electoral del respaldo de la pequeña burguesía y otros sectores políticamente atrasados de la sociedad. Su programa electoral está destinado a engañar a estos sectores y alimentar el miedo a la izquierda. Pero su programa de gobierno responde sólo a los intereses de los grandes propietarios y las grandes fortunas. Por esa razón ni se equivocan al decretar una amnistía fiscal a los defraudadores, ni para ellos es un error subir el IRPF o el IVA, aunque con lágrimas de cocodrilo Rajoy diga que «no le gusta». Por esa razón tampoco es un error para ellos que la deuda de la Banca, contraída principalmente por las grandes empresas, la pague el Estado, es decir, todos nosotros. Un gobierno que representase los intereses de la mayoría de la población, es decir, de los trabajadores, jamás debería tener como prioridad el pago de una deuda privada. Su prioridad absoluta en estos momentos debería ser la de dar un puesto de trabajo o un subsidio indefinido a todos los parados. Y si se decide poner dinero público en la banca, porque se ha convertido en un sector vital en el funcionamiento de la sociedad, tiene que ser con la contrapartida de propiedad y gestión pública de ese servicio.
Todo esto jamás lo va hacer el PP. Ninguna de las medidas que están tomando van a solucionar el problema de fondo, la crisis del sistema y sus consecuencias para los trabajadores. La deuda brutal de la banca no se soluciona acumulando más deuda. Si ha nacionalizado Bankia ha sido para evitar su quiebra y con la intención inequívoca de ponerla a disposición de la gran banca privada una vez saneada con dinero público.
La izquierda sólo tiene un camino y no es el de pactar los recortes y un programa de gobierno con el PP o con la UE. La única alternativa para los trabajadores es convocar a la lucha y es evidente que hace falta ya una huelga general. Pero no basta una huelga general. Si el objetivo no puede ser otro que derrotar y tumbar al Gobierno de Rajoy habrá que hacer las huelgas que haga falta, parciales, generales,… combinando la lucha en la calle, en las fábricas, en los hospitales, en los centros de enseñanza… con una alternativa parlamentaria que exija elecciones anticipadas ya con un programa basado en el rechazo total a los recortes del gasto social y ni un euro más para la banca privada si no es para conseguir su nacionalización y poner sus recursos, los ahorros de toda la sociedad, al servicio de quienes más lo necesitan: precarios, parados, jóvenes, jubilados,… Será en la lucha como prepararemos esa alternativa política capaz de poner en práctica un programa en defensa de la clase obrera. ¡Si! ¡Se puede!
* Jesús María Pérez es miembro del Consejo Político de Izquierda Unida Comunidad de Madrid.
Fuente original: http://www.nuevoclaridad.es/revista/index.php/revista/estado-espanol/456-si-se-puede-acabar-con-el-gobierno-del-pp