El relato Entresaco unas frases de un escrito enviado a la prensa por Patricia Flint, turista estadounidense, víctima de una agresión sexual en estas pasadas fiestas de Sanfermines, en Iruñea, el día 13 de julio, a las 8,30 de la mañana en la Calle Estafeta: «… necesito deciros que una agresión sexual es una situación […]
El relato
Entresaco unas frases de un escrito enviado a la prensa por Patricia Flint, turista estadounidense, víctima de una agresión sexual en estas pasadas fiestas de Sanfermines, en Iruñea, el día 13 de julio, a las 8,30 de la mañana en la Calle Estafeta:
«… necesito deciros que una agresión sexual es una situación muy violenta. Son momentos de pánico en los que no sabes qué está sucediendo ni por qué está sucediendo. Todo se vuelve oscuro. El miedo te paraliza. Un sabor agrio se apodera de ti. Los segundos son horas. Cuando las vives y cuando las recuerdas, porque una agresión sexual es muy dura de vivir, muy dura de contar y muy dura de recordar (…) Después de declarar la agresión sexual en comisaría, separada de mi pareja,… tuve que enfrentarme a unas calles atestadas de hombres que me decían cosas, y que ya sabía qué podía esperar, pues previo a la agresión también tuve que soportar que me levantaran la falda y escuchar obscenidades. Regresé a la pensión donde permanecí 48 horas sola. No salí ni siquiera para comer. Me daba terror pisar la calle».
Lo anterior es parte de la carta que ha enviado a la prensa la chica agredida en la calle Estafeta en las fiestas de Sanfermines. Si hemos tenido noticia de esta agresión, en parte, se ha debido a que su compañero, que había corrido en el encierro ese día, al ir a buscarla, la encontró justo en el momento en que estaba siendo agredida sexualmente por un hombre, en estado de ebriedad importante. Al ver a su novia en esta situación, le propinó un puñetazo tal al agresor que, éste perdió el equilibrio y cayó al suelo golpeándose fuertemente en la cabeza. De ahí lo llevaron a Urgencias y actualmente está ingresado en la UCI. La policía detuvo al novio de la agredida y ésta fue a comisaría a denunciar la agresión. Luego esperó a que pusiesen en libertad a su compañero y finalmente, tras pagar una fianza de 12.000 euros, el «agresor» ha sido autorizado a salir del Estado.
Esta versión de la mujer agredida y de su novio está contrastada por el testimonio de un chico que vio la agresión, y por la filmación de más de un minuto de uno de los vídeos colocados en la calle Estafeta.
El testigo declara en las diligencias judiciales, que el agresor pamplonés, ahora ingresado en la UCI «estaba manoseando y quería besar» a la chica, que «no paraba de llorar y le temblaba el cuerpo», y que la vió, alrededor de las 8,45 de la mañana » llorando y de espaldas a la pared en el lado derecho de la calle y a un hombre que la estaba manoseando … y ella hacía fuerza para quitárselo de encima… el hombre insistía en su actitud».
Este es el relato. Un caso típico en Sanfermines. A veces con un final todavía más doloroso para la chica agredida. Ese día cumplía 24 años y lo estaba celebrando en nuestras fiestas.
La campaña
Este año el movimiento feminista empezó muy pronto la campaña contra las agresiones sexistas en las fiestas. En las del barrio de la Txantrea de Iruñea, que coinciden con el 1 de mayo, se tuvo conocimiento de una violación en el espacio colindante a las barrakas. De madrugada una joven fue violada. La manifestación y la protesta fue contundente, inmensa, el mismo día 1 de mayo. La rabia se acumulaba en nuestros cuerpos. En fiestas, en nuestros espacios que tanto nos cuesta mantener, se producía una agresión sexual máxima. No quisimos enmudecer. Nos negamos a callar.
Unos días más adelante, en el mismo mes de mayo, en Villava-Atarrabia, se producía otra agresión sexual al finalizar una fiesta, otra violación. También en los aledaños de un espacio popular.
Para preparar las fiestas de Sanfermines, que suelen ir cargaditas de baboseo y de agresiones, se articuló desde el movimiento una bonita campaña, complementaria de la que solemos hacer todos los años. Además de las pancartas, las pegatinas, los pañuelos,… apareció en escena la manifestación cañera, con nocturnidad y alevosía, vestidas de negro y encapuchadas, y el adiestramiento en autodefensa feminista: el GPS, gas pimienta sanferminero. Siguiendo tradiciones ancestrales y acudiendo a los saberes centenarios de nuestras amamas (abuelas) se trataba de adiestrar a las más jóvenas en el rito iniciático de la utilización de nuestra arma de autodefensa más eficaz: el espray intimidatorio GPS.
La manifestación del 4 de julio, a las once de la noche, recorriendo las atestadas calles de la parte vieja de Iruñea, reunió a unas 1.500 personas, en su mayoría chicas, encabezadas por una vanguardia para la ocasión: todas vestidas de negro, con las caras tapadas y con antorchas encendidas, donde el mensaje era más que claro: si tocan a una nos tocan a todas; responde a la agresión; ninguna agresión sin respuesta; la calle y la noche, también son nuestras…
Desde el movimiento feminista se quería contestar a la agresiones, sensibilizar sobre la constante violencia sexista que se produce en fiestas y de forma muy especial, consolidar nuestra presencia en éstas: a todas horas, como queremos, como nos de la gana, divirtiéndonos, sin renuncias a ocupar los espacios y las horas. Hay que atajar un mensaje subterráneo de intimidación y represión. El mensaje de «es mejor no ir», «no salgáis de noche»…
También desde las Peñas sanfermineras y desde «Gora Iruñea» (plataforma por unas fiestas populares y alternativas, libres de agresiones sexistas) se hizo una campaña y un esfuerzo especial para sensibilizar sobre las fiestas y las actitudes sexistas y para ocupar cada vez más los espacios libres de agresiones, llamando a la solidaridad activa en los casos en que se produzcan. Esto incluyó que en el paseillo de las Peñas previo a la entrada a la plaza de toros, varios cientos de miembros de éstas portaran camisetas moradas en reivindicación de unas fiestas sin agresiones sexuales.
Los Sanfermines terminaron y el alcalde, como siempre, hizo una valoración hiper-positiva del comportamiento cívico. Solo algunos elementos distorsionantes que habían osado insultarle en la procesión del 7 de julio, cuando rodeado de lo más carca del todo Pamplona y de su fuerza especial de protección, le obstaculizaban el paso a la Catedral. Esta vez Iruñea no era portada de los medios ni por el txupinazo, ni por ninguna agresión sexista grave.
El movimiento feminista hacía, asimismo, una valoración muy positiva, por la visibilización importante del rechazo a las agresiones sexistas y por la campaña potente desplegada. Todavía no se sabía que lo que apareció en los medios como un puñetazo de un «guiri» a un pamplonés, que hubo de ser hospitalizado de urgencia, escondía una agresión sexual.
El debate mediático
El año pasado, en el mes de octubre, escribí en este mismo espacio de tribuna, un artículo sobre las agresiones en las fiestas, que quería ser un balance de los sucesos festivos y las diversas interpretaciones y comentarios. Hay quien piensa que las feministas exageramos en esto de las agresiones. Algunos incluso mantienen que mentimos y que hacemos denuncias falsas al amparo de una ley que nos privilegia. Hay otros que entienden que llamamos agresión a lo que en realidad es diversión, ganas de jugar, de romper moldes y roles. Es un debate.
Para discutir de esto, ETB2, televisión pública vasca en castellano, realizó un programa al que fui invitada. Era el día 11 de julio, viernes. O sea, todavía no habían terminado las fiestas. Para esas fechas, la famosa marca iruindarra «kukuxumuxu», que patrimonializa mercantilmente en gran parte los Sanfermines, había retirado un anuncio sobre la fiesta, donde aparece una mujer con los pechos al aire, siendo manoseada por un tipo. Lo había retirado por las protestas recibidas que lo tachaban de machista y no por convicción propia. Su más conocido directivo local también estaba invitado al programa.
Quien me llamó, había leído el artículo de Viento Sur al que he hecho referencia y me dijo que quería que plantease el debate ahí transcrito. Era un buen momento para sacar nuestras reivindicaciones y sobre todo tenía ganas de contar la exitosa campaña que habíamos hecho y conectar el tema de las fiestas con las tradiciones que nos imponen y que excluyen a las mujeres de los espacios. Hacía poco había sido el Alarde de Irún, dónde una vez más, el alarde machista, con participación tan solo de hombres, había reunido a la mayoría de las compañías y el mixto, el realmente legal, que va «in crescendo», recogía a una minoría de la población. En breve sería el Baztandarren Biltzarra, en el Valle del Baztan, y las fiestas de Elizondo, y de nuevo nos enfrentaríamos a la mutil dantza -baile de chicos- y a la práctica desobediente de las valientes mujeres que salen a bailar y de hombres que las acompañan. Eso sí entre gritos y descalificaciones de todo tipo, sobre todo sexistas.
¿Qué voy a decir de estos debates de televisión que no se sepa? Pues eso, fue imposible. Lo que tenía que ser un debate sobre las fiestas y las agresiones, se convirtió, en gran medida, una vez más en un foro de culpabilización a las mujeres por sus actitudes. Como ese día estaba en boga en los medios el asunto del «mamading» en Palma de Mallorca y que si las chicas en algunos sitios intercambian un kalimotxo por un toqueteo de tetas, ahí se empezó a hacer antifeminismo barato y soez, además de ridículo, sobre la falsa «liberación de la mujer» vía sexualización de su cuerpo. No era solo el fondo del debate, sino la forma agotadora del medio. Espolear el discurso con frases más bien altisonantes. Hablar todo el mundo a la vez. Gritar más si se puede. Dar una lección pública en una televisión pública sobre cómo todo es lo mismo: mujeres que se desnudan, hombres que pegan, machistas que violan, borrachos que manosean y acosan…
Y así mientras participaba en una tertulia de seis personas, casi todas hablando a la vez, imposible de ser moderada, el conocido directivo de la firma famosísima responsable del anuncio tachado de machista, era entrevistado en «set» aparte, por dos periodistas, y opinaba tranquilamente, sin interrupciones ni reproche verbal alguno, sobre su particular visióln de las fiestas.
El acceso de las mujeres a los espacios públicos, solas -es decir todas nosotras-, es una de las acciones más osadas y desobedientes del feminismo. Por esto, es tan fuertemente contestado por parte del patriarcado. Solo obedeciendo el mandato heteronormativo se permite la incursión: en las formas y en los contenidos. Lo demás es castigado. Nosotras ya hemos decidido desobedece y en ello seguimos.
Begoña Zabala. Emakume Internazionalistak
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.