Lo planteé ayer en la tertulia de Pásalo, en ETB, donde ya he reiniciado mi particular temporada: ¿cómo justificar la catarata de homenajes, camisetas con mensajes alusivos y dedos al cielo que se nos ha caído encima desde la muerte de Antonio Puerta? Su fallecimiento fue penoso y conmovedor, sin duda, pero el aparatoso circo […]
Lo planteé ayer en la tertulia de Pásalo, en ETB, donde ya he reiniciado mi particular temporada: ¿cómo justificar la catarata de homenajes, camisetas con mensajes alusivos y dedos al cielo que se nos ha caído encima desde la muerte de Antonio Puerta? Su fallecimiento fue penoso y conmovedor, sin duda, pero el aparatoso circo que han montado con ese motivo muchos de los que viven del espectáculo del fútbol suena a hueco por todas partes. Mi intervención resultó controvertida: a algunos les pareció de mal gusto, pero también hubo quien me dijo en privado que ya era hora de que alguien denunciara el comportamiento del coro de falsos plañideros que venimos soportando desde hace una semana.
He leído esta mañana que un futbolista originario de Zambia, Chaswe Nsofwa, jugador del conjunto israelí Hapoel Beersheba, perdió el pasado jueves el conocimiento mientras se entrenaba con su equipo y murió al cabo de unos pocos minutos, pese a que fue atendido a toda velocidad con los medios más modernos (eso dicen). ¿Lo sabíais? Yo, desde luego, no. Me he enterado porque he buceado en internet a la búsqueda de casos similares al de Puerta y me he topado con ése.
¿Qué homenajes ha hecho el fútbol internacional a Nsofwa? ¿Cuántos minutos de silencio se han guardado en su memoria en los campos de juego de Europa? ¿Dónde han estado los brazaletes negros en condolencia por su desgracia?
Hay futbolistas de primera y hay futbolistas cuyas vidas los medios de comunicación dejan a beneficio de inventario. Como si no hubieran existido.
Cambio de gremio.
Parece que ayer fue un día particularmente nefasto en nuestro mundo laboral más próximo. Siete trabajadores, la mayoría de la construcción, perdieron la vida en otros tantos accidentes laborales.
Si alguien tiene ganas de defender que la vida de cualquiera de esos trabajadores valía menos que la de Antonio Puerta, que lo haga. Sería interesante examinar sus razones.
Puestos a argumentar, yo argüiría que su muerte es más trágica que la de Puerta, porque por lo menos el futbolista del Sevilla ha dejado a su familia en una aceptable situación económica, en tanto que los fallecidos en el tajo se han ido al otro barrio con una mano delante y la otra detrás, y a ver cómo se las arreglan ahora quienes dependieran de ellos.
Estoy a la espera del comienzo de la jornada laboral de hoy. Tengo interés por ver cuántos trabajadores entran en su curro levantando siete dedos al cielo.