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Siete lecciones que dejó el paro nacional al sindicalismo colombiano

Fuentes: Rebelión

El más reciente Paro Nacional en Colombia que marcó un hito en la historia, dejó clara una realidad: Los sindicalistas ya no somos los “chachos de la película”. En pocas palabras, progresivamente hemos ido perdiendo el protagonismo.

Soy consciente de que mi planteamiento desatará una tormenta sin precedentes, y no faltará quien se rasgue las vestiduras. Sin embargo, antes que contemplar la posibilidad de considerarme hereje y que se proponga mi lapidación, pido me concedan unas pocas palabras con las que sintetizo mi argumento:

1.- La corrupción y la politiquería han infiltrado el sindicalismo. Para nadie es desconocido que algunos de quienes se denominan dirigentes, establecen nexos con los patrones, lo que por supuesto, va en detrimento de los trabajadores. De la mano con esta realidad, otra igualmente desalentadora: hay quienes comprometen su labor con los partidos tradicionales, los mismos que legislan para golpear a quienes deberían defender: los obreros.

2.- Se ha ido desdibujando la beligerancia. Las batallas que se libran con el sindicalismo, no son las de otras épocas, ni las que marcaron un distintivo como la huelga de las bananeras o el accionar de Jorge Ignacio Torres o María de los Ángeles Cano Márquez (María Cano), la primera mujer que lideró la organización de los trabajadores en diferentes regiones del país.

3.- Las acciones de carácter político-sindical están perdiendo fuerza. El ejercicio del sindicalismo tiene una incidencia política no partidista, que, a la fecha, o bien perdió su norte o no tiene la fuerza de antes. Pese a ello, en muchos escenarios queda en evidencia que incurren en la improvisación, el inmediatismo y se dejan de lado las actividades que incidencia en la búsqueda de reivindicaciones para la clase obrera.

4.- Falta de capacitación y formación de cuadros sindicales. La generación sindical que nos tocó, la que llamamos de vanguardia, demanda la formación política y de liderazgo antes de ocupar un cargo. Eso significaría que el dirigente se desenvolviera a conciencia, con un solo norte: la defensa de la clase trabajadora. A esto se debe sumar que no están preparando cuadros que puedan sumarse, en el corto plazo, a la renovación generacional en las organizaciones sindicales.

5.- Toma fuerza la división del sindicalismo. Antes que propiciar un fortalecimiento de los sindicatos, como un bloque monolítico, salta a la vista que hay fuertes huracanes de divisionismo. Esta tormenta alimenta el surgimiento de nuevas organizaciones débiles que favorecen los intereses de los patrones. Hay tantos sindicatos como religiones en el mundo.

Es cierto que los pretendidos dirigentes quedan amparados por el fuero sindical, pero el creciente fraccionamiento no ha hecho otra cosa que debilitar el movimiento obrero.

6.- Paulatinamente se va perdiendo la capacidad de convocatoria. Retomo el tema del Paro Nacional. Mientras que en las calles brillaron por su ausencia muchos sindicatos—representados en sus lideres y afiliados–, se hizo evidente que sí salieron a manifestarse otras expresiones populares: indígenas, campesinos, comunales, estudiantes y quienes jamás habían marchado y que integraron la llamada primera línea.

7.- Seguimos usando el lenguaje de hace veinte años. Que no queremos a los yanquis, que las políticas neoliberales nos están hundiendo y que las trasnacionales acaban con toda garantía laboral, son entre otros, hechos que conocemos a ciencia cierta. Sin embargo, seguimos utilizando el mismo lenguaje de otras épocas y no estamos llegando de manera clara a las nuevas generaciones y al ciudadano del común.

ES HORA DE HACER UN ALTO EN EL CAMINO

Desconozco cómo quiera usted rotular la situación actual del sindicalismo colombiano. Desde mi perspectiva, que no refleja una verdad revelada—por supuesto–, estamos experimentando una crisis sin precedentes y, además, profunda.

Dadas las actuales circunstancias es tanto como encontrarnos en medio de un puente. No podemos llegar a la frontera sin retorno, porque será la clase trabajadora la que lleve la peor parte.

En ese orden de ideas, además de hacer un alto en el camino, urge reorientar el momento sindical para que responda a las expectativas de la actual situación y de las futuras, porque es evidente que los politiqueros querrán seguir atornillando en el poder atropellando a la clase trabajadora.  

Blog del autor: https://cronicasparalapaz.wordpress.com/