Los resultados de Castilla y León refuerzan solo a Vox entre los partidos con representación en todo el territorio. El impulso de cambio de 2011 ha quedado otra vez fuera del mapa electoral.
Cuestión de perspectiva: el factor de la España vaciada es la noticia de la noche en la pequeña provincia de Soria, una de las menos pobladas de toda Europa. En León, Unión del Pueblo Leonés obtiene un resultado asimismo histórico (21,28%, once puntos más que en 2019) y tendrá cuatro años para fortalecer su demanda de autonomía. La crisis territorial en su variante menos conocida, o más soterrada hasta la fecha, ha dado entrada a un nuevo partido en las cortes, que se suma a UPL y Por Ávila.
No ha sido una casualidad: Soria Ya es el resultado de dos décadas de trabajo de base. Nadie regala nada, ninguna marca sin una TV estatal puede alcanzar el 5% del voto y diputados autonómicos. Las otras candidaturas de la España vaciada, sin esa implantación y sin experiencia, se han quedado lejos de obtener representación.
La perspectiva nacional de las elecciones de Castilla y León, sin
embargo, es la de la consolidación de la extrema derecha como el factor
de atracción de voto más pujante de lo que llevamos de década. Vox ha
obtenido 13 diputados, ha absorbido el voto de Ciudadanos y, a tenor de
los avances de participación, lo ha hecho en lo que el sociólogo Jorge
Dioni ha llamado la “España de las piscinas”. Las urbanizaciones anejas a
las ciudades parecen ser, debe ser corroborado por la sociología
electoral, un caladero para las ideas de narcisismo herido que están
sabiendo vender electoralmente los de Santiago Abascal.
El líder de Vox ya ha pedido la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León y hay pocas dudas de que Alfonso Fernández Mañueco le concederá lo que pida a la extrema derecha, por más que en la noche electoral quiera contemporizar. Desde el minuto cero de la irrupción de Vox no ha existido un cordón sanitario contra las ideas de ultraderecha, quizá porque eso no podía funcionar en un país donde los neofranquistas y tardofranquistas nunca han tenido que renunciar a serlo. Pero el factor fundamental es que Castilla y León es un territorio de poder, de redes de contactos y negocios. Mañueco no se arriesgará a perderlo.
Es ciencia ficción pensar que el PSOE ofrezca gratis sus votos a Mañueco para que no pacte con Vox. El plan general de Pedro Sánchez no ha cambiado tanto desde que llegó al Gobierno en 2018, aunque en mayo de 2021 el factor Díaz Ayuso supuso un golpe difícil de encajar para el PSOE. La presión de Vox al PP es una buena noticia para un PSOE que en este tiempo ha conseguido reducir a Unidas Podemos.
Pablo Casado se puede felicitar esta noche de los resultados en Castilla y León, a pesar de que ha instado a convocar unas elecciones en las que ha repetido exactamente el mismo porcentaje que en 2019 (el 31%), pero seguirá siendo mañana un líder frágil y no habrá avanzado en su objetivo de descabalgar a Sánchez. Juanma Moreno, el presidente de la Junta de Andalucía, se lo pensará bien antes de convocar elecciones y propiciar otro banquete de la extrema derecha en su territorio.
Los resultados de esta noche en Castilla y León no son una mala noticia para Sánchez: el PSOE tiende a perder con serenidad en territorios propicios para la derecha, en Ferraz pueden creer que eso es un peaje asumible en un marco de polarización que disparará el miedo a la extrema derecha en los territorios en los que los socialistas se manejan mejor.
Lo que queda fuera del debate es la posibilidad de un cambio “por abajo y por la izquierda” en el corto plazo. A Unidas Podemos se le ha puesto la cara de la Izquierda Unida de Gaspar Llamazares. La noche electoral ha podido ser peor, se ha conseguido un escaño por Valladolid y ha estado cerca el de Burgos. UP es la cuarta fuerza del territorio, pero la ley electoral es implacable y ha generado resultados discretísimos en Castilla y León, peores que los de 2019, cuando Podemos e IU acudieron por separado a las elecciones y a años luz de 2015, cuando el rumbo del país miraba a la impugnación. Ya no se trata de candidatos y simpatías, el proyecto está fuera de su tiempo y no se espera que UP pueda invocar vientos de cambio, que por fuerza tendrán que venir de otro espacio que no sea la política institucional.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/elecciones-castilla-leon-sigue-banquete-extrema-derecha