La escritora y activista italiana está de gira en España en un ciclo de conferencias sobre la violencia contra las mujeres, invitando a una reflexión sobre los diferentes tipos de opresiones y sus orígenes: el patriarcado y el capital.
Silvia Federici es un gran referente del movimiento feminista internacional. Demostrado ha quedado este lunes tras el rotundo éxito de la conferencia Capitalismo y violencia contra las mujeres en Madrid. El evento, organizado por Traficante de Sueños, ha tratado las opresiones hacia las mujeres en el sistema actual: el trabajo productivo y reproductivo desde una perspectiva de género y las diferentes formas de violencia pública y doméstica.
La nave de Terneras del Matadero, donde tuvo lugar la charla este pasado Lunes 4 Septiembre en Madrid, estaba a rebosar. Y fuera, centenares de personas se quedaron a las puertas al no tener un sitio dentro de la sala. No se fueron, escucharon a través de unos altavoces a la escritora de Revolución punto cero y Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria.
Que tantas personas hagan cola para participar en una reflexión sobre feminismo y anticapitalismo dice mucho del momento actual, señalan las organizadoras del evento. «Hay que comprender de dónde viene la violencia, cuáles son sus raíces y cuáles son los procesos sociales, políticos y económicos que la mantienen para comprender que cambio social es necesario», comienza explicando en la conferencia la autora italiana. La activista lo tiene claro: la raíz está en la estructura y en el sistema. La violencia contra las mujeres no es individual; es del estado, es policial, es represiva, es de la militarización de la vida, pero, sobre todo, es del patriarcado y del capital
El trabajo productivo es el que produce materiales y herramientas, es retribuido con un salario y es el que históricamente han realizado los hombres. El trabajo reproductivo es el asignado a las mujeres y es el encargado de mantener la vida: alimenta, cuida, educa, pero no es retribuido con ningún salario. Las mujeres siempre se han encargado de él, pero como señala la escritora, ya no hacen solo este trabajo, muchas trabajan fuera de casa sin que se haya producido un cambio social por lo que no hay conciliación entre producción y reproducción.
Esto forma un nuevo desarrollo del patriarcado porque se produce una situación de doble explotación de las mujeres. En este sentido, la autora habla sobre los orígenes del capitalismo para explicar esta organización: es el «proceso de acumulación primitiva», por el cual el capitalismo se desarrolla para controlar todas las fuerzas de trabajo.
El trabajo reproductivo y el cuerpo de las mujeres en sí mismo es la primera fuente de riqueza porque reproducen el resto de fuerzas de trabajo. Sin él, no hay otras formas de producción, y por esto existen estas formas de opresión sobre las mujeres porque «el ataque a las mujeres es un ataque a la cohesión de la comunidad y a la reproducción social».
Esta situación se manifiesta en violencias a las que se tienen que enfrentar las mujeres de todo el mundo, explica Federici. Son violencias relacionadas con el género, pero también «con la precariedad de la vida, la incertidumbre laboral, la violencia institucional y policial o la represión». Hay violencia económica y no económica, y violencia doméstica y violencia publica, todos los tipos están conectados.
Por esto, agrega la autora que cuando se dice que se va a poner fin a la violencia contra las mujeres, se dice que «se va a poner fin a todo el sistema: no solo a los asesinatos o violaciones, también a las guerras, a las expulsiones, al desempleo, a los recortes… Y para enfrentarnos tenemos que articularnos a todos los niveles. Organizarnos y ver cómo vamos a luchar por la sanidad, la educación, el desempleo… Necesitamos un programa de creación de una nueva sociedad».
«Si las mujeres paran, el mundo para»
«El fin de la violencia contra las mujeres debe llegar desde abajo y desde las propias mujeres. No podemos esperar a las instituciones y al Estado porque éste mismo es el máximo responsable de la violencia«. Con estas palabras, Federici hace un llamamiento a la importancia de la organización social del feminismo.
Cuando termina la explicación de la escritora, comienza un turno de debate en el que diferentes movimientos sociales explican sus espacios de lucha feminista y sus formas de organización en el que han salido múltiples ejes de poder, entre ellos, las opresiones a las migrantes, la precariedad de las trabajadoras del hogar o la invisibilizacion de las mujeres en la cultura e historia.
Resalta la organización del 8 de marzo que explica que llevan desde el pasado día de la mujer trabajadora reflexionando y organizando un 8 de marzo en el que se pare el país entero: «Queremos hacer una huelga social: Yo no soy conductora de autobús pero sí pasajera y las pasajeras también podemos parar el autobús» explican desde la organización.
La escritora añade: «El trabajo reproductivo es el principio de todo lo demás y si las mujeres paran, todo para». Federici también ha incidido en la importancia de los hombres en la lucha feminista cuando ha salido el debate sobre el papel de hombres y mujeres en este proceso.
Ha señalado que «la violencia contra las mujeres es un problema, sobre todo, de los hombres, y por ello los hombres tienen que responsabilizarse, movilizarse. Si no se movilizan perpetúan la violencia contra las mujeres y la infancia».