En relación a las objeciones feministas al actual proyecto de Ley de libertades sexuales recientemente publicadas en el diario El País.
“Españoles, un esfuerzo más si queréis ser republicanos”
Donatien Alphonse François de Sade
El texto que sigue es una caricaturización (no sólo respetuosa sino, incluso, llena de admiración, como lo son aquellas que intentan ser buenas caricaturas) de un texto que fue publicado en el diario El País el pasado 1 de marzo de 2021.
Haga click aquí para ver el texto original (aunque para eso hay que registrarse y es un poco lío. Es lo que pasa cuando se usa estos medios viejunos. Pero bueno, yo lo he tenido que hacer y, por lo menos, es verdad que registrarse y leer este texto es gratis, y vale la pena. Pero por si el lector/a no tiene ganas, lo reproduzco yo también abajo).
El texto original es un texto firmado por personas como Santiago Alba Rico (pensador a quien admiro y hasta quiero –aunque parezca imposible—), Nuria Sánchez Madrid (pensadora rigurosa y generosa –aunque parezca imposible— con la que he hasta colaborado en algunos trabajos públicos, y con la que he aprendido y vivido cosas maravillosas que me han hecho inmensamente feliz, y no sólo a mí), Carolina del Olmo (a quien conocí en la facul, y con quién he comido alguna vez –creo recordar— y nos hemos reído juntos/as haciendo una interpretación de los Fraggel en términos de la metafísica platónica, y a quien sigo en Twitter porque me sigo riendo mucho con ella y, además, normalmente me interesa y me encanta todo lo que publica). Estas tres personas son las únicas de las que firman a las que conozco personalmente. A algunos/as otros/as sólo los/las he leído o escuchado o he oído hablar de ellos/as.
Bueno, a Santiago en persona física sólo le he visto en algunas extrañas ocasiones (una orinando con Carlos Fernández Liria en los servicios públicos de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, los de abajo, al lado del bar), otra en el maravilloso pueblo de Piedralaves (de cuyo entrañable bar ha hablado él en alguna ocasión en sus textos) entrando a su casa con sus hijos/as. Pero en ninguna de esas ocasiones me vió él a mí. No es que le estuviera acosando, ha sido por casualidad. Sin embargo, Santiago y yo nos hemos leído y escrito mucho durante la tira de años, y me ha salvado la vida (en términos espirituales) en más de una ocasión. Digo esto para que quede claro que mi intención no es reírme del texto en cuestión, ni mucho menos aún de las personas que lo firman, a algunas de las las cuales amo (en distintos grados y maneras) y a todas las cuales respeto aunque sólo sea por su esfuerzo en resolver unos problemas que para mí han sido muy importantes desde hace mucho tiempo como son estos de los que hablan en su texto.
Sí querría poder reírme con ellos/as y que ellos/as se rieran conmigo como se ríe uno/a de una caricatura que le hacen, es decir, de un dibujo, rápido, esbozado, en el que se exageran ciertos rasgos para producir una imagen cómica de alguien o de algo. Es cierto que una buena caricatura no dice más la verdad acerca de un rostro o de un texto, que un buen retrato, pero yo creo que tampoco la dice menos, y que la dice de otra forma, de tal forma, que si uno/a no tiene miedo de hacer un poco el ridículo –como esos/as profes que se enfadan mucho cuando les haces una caricatura—, sino que es capaz de disfrutar y apreciar esa imagen suya deformada, también la puede llegar a disfrutar y aprender algo de ella. Eso me pasó a mí con el Átomo, mi profe de física en el insti –que le llamaban el Átomo, de generación en generación, y de corrupción en corrupción, porque era muy pequeñito y daba física y, vamos, porque es que lo estaba pidiendo—, y que me pilló una caricatura que hice de él y se rió tanto que me pidió que se la regalara para enmarcarla –puede que fuese también porque el hombre estaba ya mayor, y ese año ya se jubilaba (y además nos dió aprobado general a todos/as por eso, como los/as profes/as de antes, cosa que nos hizo, por tanto, muy felices también a nosotros/as)–. Si uno/a, decíamos, está dispuesto/a a hacer un poco el ridículo ante los/as demás y también ante sí mismo/a (que eso es todavía más difícil), no sólo él/ella, sino todo el mundo puede también no sólo pasarlo bien y ser feliz, sino también aprender algo a través de una caricatura. Y quizás algo que no podría aprenderse de otra manera.
En fin, para hacer esta caricatura, lo que he hecho ha sido dejar tal cual la mayor parte del texto, tachar algunas partes del texto original (que son, obviamente, las que aparecen tachadas) y escribir en cursiva aquellas frases o palabras que yo, como caricaturista he añadido para intentar acentuar ciertos rasgos y ciertos gestos.
Por supuesto que no pienso, ni creo que nadie en su sano juicio lo pueda llegar a pensar, que las personas que firman el texto original piensen estas cosas que hago yo decir al texto caricaturizado. Tampoco pienso que Pablo Iblesias tenga una nariz tan larga como la que le ponen en las caricaturas o que Pablo Casado tenga esos dientacos con los que le caricaturizan. Pero, en cambio, sí pienso cosas como que a Pablo Iglesias le ha ido creciendo un poco la nariz, como a Pinocho, desde que comenzó su carrera hasta hoy, y que Pablo Casado parece que está, permanentemente haciendo anuncios de pasta de dientes de esa que deja más brillantes, más limpias y más blancas hasta las sedes de los partidos, y que algo de eso hay también en sus caricaturas.
En el caso de esta caricatura, lo que yo he querido destacar son los rasgos liberales que, empezando por ciertas interpretaciones demasiado radicales del feminismo liberal que acaban siendo apropiables hasta por Pablo Casado, podrían llevar a posiciones asumibles hasta por Santiago Abascal y los presuntos proxenetas terceros locativos y padres fundadores de España 2000. Creo que los problemas que se tratan en el texto son serios, y estoy seguro de que se tratan con toda la seriedad y honestidad del mundo, pero yo, por mi parte, creo que si no consigo reírme un poco con todos/as, no sólo los/as firmantes/as, sino públicamente y, hasta reírme yo mismo, privadamente, y hasta íntimamente con estas cosas, pues voy a acabar llorando más de lo estrictamente necesario, porque es que son ya muchos años los que llevamos con esto.
Para ver más acerca de los años que llevamos con esto haga click aquí
Este es, pues, el texto caricaturizado:
“Quienes firmamos estas líneas consideramos que dentro de los feminismos del liberalismo existe una rica y poderosa genealogía de luchas por la emancipación que es hoy especialmente importante para hacer frente tanto a la desposesión y precarización sobreregulación generalizada que produce el capitalismo financiero global paternalismo estatalista nacional como a los proyectos reaccionarios intervencionistas que amenazan con recortar nuestros derechos y libertades. Necesitamos hoy un feminismo liberalismo que apueste por políticas transformadoras fuera del abuso uso del código penal que caracteriza a la política conservadora estatalista, comprometido con ampliar nuestros márgenes de autonomía y libertad y que defienda los derechos de las mujeres más precarias y vulnerables los ciudadanos más emprendedores e innovadores.
Por ello, consideramos urgente y necesario destacar los problemas que en este sentido supone la aprobación del Anteproyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual tal y como ha sido propuesto por el actual Gobierno de coalición. Encontramos en él una preocupante apuesta por el punitivismo, detectamos una deriva puritana que no hace más que reforzar los argumentos patriarcales de la sacralidad feministas acerca del carácter político del sexo de las mujeres e identificamos medidas que van a suponer aun mayores obstáculos y dificultades para mujeres emprendedores que ya sobreviven en condiciones de alta precariedad persecución reglamentarista, como es el caso de las trabajadoras sexuales los proxenetas y dueños de clubs de alterne.
Este proyecto de ley es punitivo al suponer una ampliación de las conductas que pueden ser consideradas delitos, como es el caso del acoso sexual callejero, la tercería locativa y una nueva definición de proxenetismo no coactivo. Nos parece que un feminismo liberalismo emancipador debe ser crítico con las formas tradicionales progresistas de ejercer el poder y con el endurecimiento de un sistema penal que siempre recae con más intensidad sobre las poblaciones más vulnerables los sectores más competitivos e innovadores. En cuanto a las formas de comportamiento sexista más leves que las mujeres pueden vivir —tanto en la calle como en otros espacios—, creemos que el feminismo está los ciudadanos están hoy en día capacitado capacitados para combatir el machismo cualquier forma de discriminación o de violencia a través de la libertad de educación, la pedagogía no adoctrinadora y la disputa cultural de los sentidos comunes, pero nunca colaborando en la construcción de un sentido común punitivo que solo puede acabar siendo funcional al avance de las derechas ideologías de género.
El abordaje penal de las violencias de género domésticas no se ha demostrado eficaz como estrategia de prevención del delito y no ha dado resultados significativos respecto a la disminución de los índices de violencia. Creemos que el feminismo liberalismo tiene que apostar más por la transformación autorregulación de las conductas que por la sanción y el castigo. Si algo sigue estando pendiente en las políticas públicas feministas liberales es la puesta en marcha de políticas basadas en el fortalecimiento de la capacidad de agencia y de decisión de las mujeres todos. Esperamos por parte de un gobierno progresista eficaz la apuesta tanto por un derecho penal mínimo como por políticas decididas contra la pobreza rapacidad recaudatoria, la precariedad sobreregulación y la falta de independencia autodeterminación económica de las mujeres los ciudadanos. En este sentido nos parece preocupante la propuesta de un reforzamiento penal que no está basada en la eficacia y que parece tener más que ver con el derecho penal simbólico o las rentabilidades políticas del populismo punitivo.
Esta ley, de orden proteccionista y centrada en las “soluciones” penales, desatiende que el principal reto para ampliar la libertad de las mujeres los ciudadanos es el de deshacer la tradicional estigmatización del deseo y el placer femeninos y la felicidad propia. En este sentido, la petición de un sexo explicitado que hace la ley, supuestamente purificado de todas las ambigüedades, dudas, inconsciencias o incluso malentendidos que forman inevitablemente parte de la negociación sexual, nos parece que no va a suponer una ampliación del margen de las mujeres para explorar los deseos con libertad, sino un contraproducente incremento de la regulación sexual en nombre de la seguridad. La definición de consentimiento recogida en el anteproyecto de ley, que establece que todo acto sexual en el que no se manifieste la voluntad expresa de participar en el mismo puede ser considerado delito, nos parece que refuerza la imagen patriarcal tradicional de la vulnerabilidad y la fragilidad femeninas feminista de la politización del ámbito de lo personal que ya hemos visto antes imponerse en el ámbito de la violencia intrafamiliar y de las relaciones entre los sexos en el mundo laboral. Esta manera de entender el consentimiento promueve una visión sacralizada e infantilizada politizada e ideológica de la sexualidad de las mujeres al impedirles elaborar, por sí mismas y al margen del proteccionismo estatal, estrategias para establecer límites sexuales ante conductas intrusivas de baja entidad.
Basándose en esta mirada victimizadora de las mujeres y en un excesivo proteccionismo estatal, se niega la capacidad de decisión de las trabajadoras sexuales al establecer como delito el proxenetismo no coactivo. Queremos manifestar nuestro rechazo a un texto legal que considera a las mujeres no aptas para otorgar consentimiento, como ya se hace con otros trabajadores a los que también se está considerando como no aptos para dar su consentimiento a salarios por debajo del salario mínimo o a condiciones de trabajo que no garanticen su seguridad o a horarios y jornadas de trabajo que son arbitrariamente consideradas como inaceptables por el Estado dando por hecho que encontrarse en una situación de vulnerabilidad te convierte en alguien que no sabe lo que quiere. De nuevo creemos que la tarea de las instituciones ha de ser garantizar derechos para fortalecer, empoderar y ampliar la capacidad de negociación, pero nunca poner en duda la mayoría de edad de las mujeres o de los trabajadores o de los ciudadanos. No creemos que las mujeres los hombres tengan siempre razón —como no lo creemos de los hombres las mujeres—, pero, como feministas liberales, combatimos el tradicional descrédito que el patriarcado feminismo ha hecho de la voz de las mujeres no feministas. En este sentido nos parece indefendible, y menos en nombre de lemas como “Yo sí te creo”, la introducción en nuestro código penal de delitos sexuales que quedan establecidos volviendo inválido e irrelevante el consentimiento de las mujeres. Como ya consideramos indefendible que en nombre de otros lemas –expresados además con extranjerismos— como el del “me too”, se considerase igualmente irrelevante el consentimiento tácito o explícito de las mujeres a relaciones de familiaridad o intimidad en el ámbito del trabajo, en ocasiones muy beneficiosas en términos de quid pro quo, o se criminalizase el derecho de los hombres a manifestar sus deseos con libertad en esos mismos ámbitos laborales, con todas las ambigüedades, dudas, inconsciencias o incluso malentendidos que forman inevitablemente parte de la seducción y el trato desenfadado, como ahora se pretende hacer también en los espacios públicos, incrementándose también aquí la regulación sexual en nombre de una estrecha y represora concepción de la dignidad.
Manifestamos nuestra profunda preocupación por la posibilidad de que, en nombre del consentimiento de las mujeres, se apruebe un texto legal que supone la anulación del valor del consentimiento de las mujeres”.
Firmantes: …
Como puede verse arriba, basta quitar algunos términos y frases del texto original (los tachados) y sustituirlos por otros (los añadidos que aparecen en cursiva) para que el texto publicado el pasado 1 de marzo en diario El País y firmado por todas esas personas, en la mayoría de los casos, de clara filiación izquierdista, se convierta en un manifiesto que podrían suscribir muchas personas que se identificasen con la ideología de Ciudadanos, el Partido Popular o Vox. Esto es una técnica que yo creo haber aprendido del filósofo José Luis Pardo (véase el espectacular final de El malestar), pero que también Santiago me ha dicho haber usado con éxito para convertir fragmentos del tema I have a dream de The King, en otros del himno Mein Kampf de Mein Führer.
Puede, ciertamente, que esto sea sólo un efecto retórico producido por la caricaturización misma que, no deja de ser una forma de simplificación (pero es, en todo caso, una simplificación análoga a la que hay que llevar a cabo para escribir cualquier artículo).
Sin embargo yo creo que aquí hay también algo más. Que se debe también a que los argumentos mismos se apoyan, en ambos textos, en una manera de interpretar la participación política y la agencia práctica, que está cortada por el mismo patrón. Un patrón que se dibuja trazando unos límites y unas relaciones entre lo objetivo y lo subjetivo, lo público y lo privado, el individuo y la sociedad, la búsqueda de la felicidad y el respeto a la dignidad, etc. que están hechos a la medida, precisamente, de los patrones. Por ejemplo, a la medida de los padres fundadores (founding fathers) de la primera república moderna, la de los Estados Unidos de Norteamérica. Unos “hombres creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables” entre los que “están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, tal como se dice en la Declaración de independencia por antonomasia, que no es la DUI –que suena un poco más a agencia de viajes y, de hecho, ha promovido unos cuantos a los Países Bajos, por ejemplo, que creo que han salido muy baratos (a los/as viajeros/as VIP o Bussines Class, no al público en general, se entiende–).
Este sujeto independiente, libre, mayor de edad, responsable, dueño de sí mismo, emprendedor, autorregulado, hecho a imagen y semejanza del actor de liberalismo económico clásico, que sabe bien lo que quiere, y que cuando dice que sí quiere decir que sí, y cuando consiente consiente y ya está, da igual que haya sido creado por Dios o por el contrato social. El patrón sigue siendo el mismo.
Ahora bien, tienen todo el derecho quienes (como lo hacía privadamente Santiago Alba Rico, por carta cuando le pasé el artículo para que lo leyera (porque Santiago lo lee todo y lo lee de verdad, lee lo que tú has puesto, no como esa gente que sólo lee lo que quiere) pidan más explicaciones, y más argumentos que justifiquen esta crítica (porque estos últimos comentarios míos ya no son una mera caricatura, sino una crítica, es decir, un intento de señalar un error de fundamentos). Para responder a esa petición, aunque sólo sea por una vez en la vida, no voy a responder sólo con aquello tan periodístico de: “los argumentos no cabrían en un modesto artículo como este” o, “para responder a eso, precisamente, he escrito este libro que podéis comprar en Amazon por sólo 25 € (más gastos de envío porque no llegas a los 29)” o bien, “no respondo de esto por falta de tiempo atenienses/as o españoles/as”. La verdad es que tengo toda la vida para dar a quien le interese conocerlos esos argumentos (y esto puede considerarse una amenaza seria) y eso es lo que he intentado y sigo intentando hacer (porque esto es un work in progress que me he montado para ello), en este texto –o mejor dicho, gipertexto— que estoy escribiendo al respecto, pero que ya tiene, al menos en lo que respecta a este asunto del consentimiento, un final y unas conclusiones que podrían resumirse diciendo que (atención aviso spoiler) que, los argumentos del texto original publicado en El País, pueden darse la vuelta porque detrás hay una confusión fundamental entre la condición de objeto de derecho y sujeto de derecho tal y como es pensada por el pensamiento político moderno, de Rousseau en adelante y especialmente en Kant. Una confusión sólo bajo la cual puede llegar a confundirse algo que tiene dignidad (como lo es esa intimidad que tratamos de proteger a través del derecho al honor, a la intimidad y a la privacidad) con algo que pueda llegar a tener precio (por ejemplo una relación sexual entre personas físicas y/o humanas –incluso aunque sean adultas y consentidoras—).
Lamentablemente yo sólo dispongo de una especie de blog privado muy cutre y no monetarizable para colgar mis argumentos, y la respuesta, la verdad es que me ha salido desproporcionadamente larga, como no podía ser menos y, además, seguirá creciendo, puesto que la propia respuesta, no sólo forma parte de un work in progress, sino que lo es también ella misma.