Estamos en año de elecciones importantes y hay muchos comentarios en clave electoral en el seno de la izquierda anti sistema. Por una parte se hace un análisis del fin de la concertación social en el plano sindical iniciada tras la huelga general de 1994 y lo que esto significa en relación con la reactivación […]
Estamos en año de elecciones importantes y hay muchos comentarios en clave electoral en el seno de la izquierda anti sistema. Por una parte se hace un análisis del fin de la concertación social en el plano sindical iniciada tras la huelga general de 1994 y lo que esto significa en relación con la reactivación del movimiento obrero. Por otra parte se comenta las causas electorales que pueda tener la crisis sistémica que estamos viviendo en un escenario en el que el marco que han creado nuestros gobiernos en los últimos treinta años se viene abajo y a su vez la correlación de fuerzas a nivel mundial se recompone dejando progresivamente atrás el mundo nacido tras la II Guerra Mundial, la crisis de la Tasa de ganancia en la década de 1970 y finalmente la destrucción de la Unión Soviética. Por último se comenta en los países en los que gobierna la socialdemocracia europea, tras ser ésta un elemento central de la gran contra reforma neoliberal, cómo puede beneficiar esto a la izquierda revolucionaria, en su recomposición, reconstrucción, refundación, etc.
Sobre la primera cuestión habría que decir que en el mus el que juega a pequeña, pierde. Es decir, pensar hoy en día, como hacen los izquierdistas, en lógicas que no pasen por tener en cuenta a CC.OO como un agente central de lo que vaya a ocurrir a corto y medio plazo es un error suicida. Una de las consecuencias de la concertación social es el adormecimiento del elemento movilizador del sindicalismo de clase mayoritario, lo que a su vez obliga a una burocratización del sindicalismo, a que la conciencia social determinada por el ser social de esta situación conlleve la existencia de dirigentes que no quieren unas bases activas y protagonistas de aquello que Marcelino Camacho llamaba el sindicalismo de «nuevo tipo», «sociopolítico», con voluntad socialista. Pero estamos en una crisis sistémica, no financiera, y la concertación social y la negociación ya no es un escenario a considerar por mucho que le gustase a determinados dirigentes sindicales, y la reconfiguración del capitalismo en cuanto a su estructuración mundial, sus lógicas de poder, la búsqueda de un nuevo proceso de acumulación de capital, etcétera incluye por parte del sistema realizar a través de los partidos tradicionales la desregulación del denominado modelo social europeo, es decir, abrirlo al capital a la vez que se destruye la protección laboral. Y eso incluye eliminar el poder de los sindicatos, es decir, incluye la eliminación de su propia existencia tal y como los conocemos en la actualidad. Es decir, la movilización va a ser obligada, su recomposición y su conexión con la izquierda anticapitalista dependerá de si se van generando dinámicas conectoras de los sectores críticos internos de CC.OO que están por iniciar un periodo movilizador y generar espacios democráticos para la acción sindical a la vez que desarrollan una política de apoyo interno a las lógicas que supongan avanzar contra las lógicas lanzadas por el ala derecha del sindicato, crear redes con el sindicalismo combativo de los sindicatos minoritarios a la vez que las luchas generen confluencias militantes entre el conjunto de las bases sindicales. A la izquierda política anticapitalista en este sentido le corresponde dotar a la generación de resistencias contenido político, ser parte del movimiento sindical, es decir, que las posiciones, las propuestas y la participación democrática circulen de un lado hacia el otro y viceversa. Esto exige la superación del actual situación, exige darnos cuenta todo de que es necesario de que vayamos sentando las bases para la creación de un Frente de Izquierdas sociopolítico que nos permita aprovecharnos de las sinergias, conectar las distintas luchas, sentirlas en el plano orgánico como nuestras en su conjunto, y en definitiva ir creando bases para un cambio en la correlación de fuerzas entre el trabajo y el capital.
Sobre la incidencia de la crisis sistémica en el mapa político español y europeo tenemos en esta primera fase una realidad obvia partiendo de que la izquierda parte de una gran debilidad. Esta realidad obvia es que en el país en el que gobernaba el homólogo del PP se ha fortalecido el homólogo del PSOE y viceversa, con mayor descalabro electoral cuanto más tiempo haya estado el partido gobernante en plena crisis. La debilidad política y sindical de la izquierda, el control de los medios de comunicación por el capital, al menos los dos grandes partidos en cada país apoyados por los elementos centrales del capital para la reproducción del sistema en su conjunto (al margen de matices), fundamentos materiales que explican la derechización de las organizaciones de izquierda en los años precedentes al estallido de la crisis (Ejemplos: IU, PCF, Refundación Comunista, etc.), etcétera explican el campo abonado para que esto sucediese. Al margen de todo esto la crisis favorece la recomposición de la izquierda política, social y cultural porque implica una presión creciente de la clase dominante sobre la dominada (En los salarios, sanidad, educación, pensiones, gasto social, inversión pública, legislación laboral, explotación del medio ambiente, etc.) y en consecuencia se instala en la sociedad el conflicto social. De que sepamos hacer una lectura correcta de todo esto dependerá la construcción de un polo anticapitalista vaya sentando las bases, dotándose de contenidos y creciendo socialmente. Esto exige en primer lugar abrir espacios militantes a nivel político y sindical, potenciación de los movimientos sociales conectados con las entidades orgánicas, hacer un análisis materialista que nos sitúe en que partiendo de que la reproducción del capitalismo y la justicia social/ambiental no es posible a la vez cómo planteamos un proyecto de voluntad socialista e internacionalista que dialécticamente vaya creando nuevas realidades, superar especialmente a nivel de direcciones la lógica continuada del mercadeo institucional que al final termina por envenenarnos en vez de ser un frente de lucha más.
Pero por otra parte la crisis también trae consigo el aumento de las medidas autoritarias para controlar la situación por parte de las fuerzas del sistema. Aumenta la represión policial, aumenta la represión a los inmigrantes y se utilizan a éstos como un elemento central de la creación de un discurso proto fascista como vía de escape y estabilización de las estructuras de poder, aumenta el control sobre las estructuras judiciales, etc.
Y sobre el daño electoral que pueda sufrir la socialdemocracia en un país como por ejemplo España en beneficio de IU u otros paralelismos a nivel europeo… No entiendo a los dirigentes o militantes de la izquierda que están pensando continuamente en esto. Resulta obvio que de los votos que vaya a perder el PSOE una parte fundamentalmente vayan para el PP, otra para IU, otra a la abstención y otra para partidos nacionalistas por ejemplo en Cataluña o algún partido muy minoritario como puede ser UPyD. Pero esto no debe ser una cuestión de atención principal, sino que lo que hay que hacer es centrarse en denunciar en las instituciones y en la calle las políticas de derechas, al margen de las siglas. El Grupo Popular y el Grupo Socialista han creado a nivel europeo durante los treinta últimos años las condiciones legales para todo lo que nos está ocurriendo pueda ocurrir (Desregulación de los mercados financieros, progresiva desregulación laboral y fiscal, aumento de las rentas del capital y descenso de las rentas del trabajo, la creación de una UE al servicio de los mercados -Dominados por la gran banca y las grandes empresas-, la creación de una moneda única al servicio de los países más desarrollados, privatización del sector público y servicios públicos, etc.), y actualmente están siendo los instrumentos de los grandes grupos de poder económico para reestructurar Europa de acuerdo al nuevo mundo naciente que comentábamos al principio. En España la punta de lanza de esta política está siendo el Gobierno central (PSOE) como es natural, pero seguidos entusiastamente por los gobiernos de todas las Comunidades Autónomas de un color y de otro que mimetizan sus politicas en lo fundamental, por no hablar del desastre que es la cuestión municipal en España (Sobre lo que al margen del desastroso modelo hay pocos municipios en España que se salven por una gestión verdaderamente social). Por lo tanto la obligación política es la denuncia de toda esta política, y a continuación hacer la contrapropuesta que demuestra cómo los anteriores son elementos al servicio de la oligarquía financiera y cómo es posible hacer otra política a todos los niveles (Fiscal, laboral, social, productiva, de reparto de la riqueza, de modelo de Estado, etc.), y todo esto fundirlo en la calle, en las instituciones, en el movimiento sindical, movimientos sociales, etc. Es decir, una fundamentación programática, votar y pactar aquello con lo que se está de acuerdo y viceversa. Y a partir de ahí vendrá lo que tenga que venir, de los partidos tradicionales, de la abstención (Importante espacio de trabajo), etc. Es decir, una acumulación de fuerzas (Más lenta o más rápida dependiendo también del contexto de la lucha de clases) con la República como eje central ligada a los derechos políticos y sociales de los trabajadores de toda clase con la perspectiva de la construcción del socialismo con la democracia participativa como vía a éste.
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