El pasado 16 de julio se publicó en Internet un video desde la acampada de Sol en el que se mandaban mensajes de apoyo y hermandad a Israel (a pesar de la resistencia de muchos participantes que habían conseguido impedir la realización de una conexión de videoconferencia con los «indignados» israelíes). ¿Quién toma esas decisiones? […]
El pasado 16 de julio se publicó en Internet un video desde la acampada de Sol en el que se mandaban mensajes de apoyo y hermandad a Israel (a pesar de la resistencia de muchos participantes que habían conseguido impedir la realización de una conexión de videoconferencia con los «indignados» israelíes).
¿Quién toma esas decisiones? ¿Es la intención del movimiento 15M normalizar el apartheid en Palestina? Confiamos en que la respuesta a la segunda pregunta sea «no», pero no conocemos la primera.
Son ya décadas de experiencia del movimiento de solidaridad con el Pueblo Palestino en las que se han probado muchas estrategias y se han invertido innumerables recursos y esfuerzos para intentar aislar al estado israelí en tanto que violador sistemático de los derechos humanos, debilitarlo y posibilitar la consecución de los derechos históricos del pueblo palestino. Sin embargo, ahora que estamos cosechando más éxitos que nunca; ahora que el estado israelí está acorralado diplomáticamente ante la perspectiva del reconocimiento de un estado palestino en septiembre; ahora que muchas empresas y estados retiran sus inversiones en fondos y empresas israelíes; ahora que universidades de todo el mundo se suman al boicot académico a Israel; precisamente ahora, el «movimiento» con más presencia pública en el estado español alarga sus brazos para rodear con ellos a sus «compañeros» israelíes, sin haber realizado el más mínimo esfuerzo por averiguar quiénes son. Sin preguntarse siquiera: ¿estaré asociándome con alguien que apoya el genocidio palestino?
Si mirásemos el mapa político israelí sabríamos que los activistas israelíes por los derechos de los palestinos miran con sorpresa el éxito de la movilización por los precios de los alquileres de vivienda, cuando ellos llevan años solos en las protestas contra la expulsión de miles de palestinos de sus hogares o por el secuestro y asesinato indiscriminado de niños, adultos y ancianos sin que (en el mejor de los casos) a nadie le importe. El análisis de los resultados electorales de 2009 muestra que la izquierda parlamentaria israelí (los laboristas y el partido Meretz) fue derrotada de calle debido al desplazamiento del voto de la clase media-alta hacia la derecha de Netanyahu (precisamente el mismo segmento de población que hoy se suma masivamente a las protestas contra los precios de las viviendas). Incluso esa izquierda israelí que fue derrotada en 2009 no niega su carácter sionista.
Un movimiento como el 15M, que está destacando por sus esfuerzos para impedir los desahucios, debería saber que en Palestina los desahucios no son por impago sino por motivos de raza y religión y que es el estado de Israel el que las ordena, no un banco.
Cientos de miles de palestinos han sido expulsados de sus tierras y casas para construir pisos baratos para israelíes. Esos mismos israelíes que hoy protestan por el precio de la vivienda son los que siempre han encontrado una salida económica comprando un piso en plena Cisjordania sin querer saber que, para abrir sus grifos o llenar su piscina, a las familias palestinas que viven a 300 metros les cortan el agua durante todo el verano.
Además, e xcepto pequeñas excepciones ocurridas en Nazaret, donde se ha celebrado alguna manifestación en la que también ha participado población árabe israelí, la tónica general es que las acciones han sido organizadas y secundadas por y para israelíes judíos. Porque para los otros, para los israelíes árabes, el precio de la vivienda es un problema, sí, pero pequeñito. El estado de Israel, además de permitir que «los mercados» eleven el precio de la vivienda, los discrimina por no ser judíos, les niega cualquier tipo de ayuda social por no haber servido en el ejército, les obliga a marcharse del país si se casan con una persona no judía, les quiere obligar a jurar fidelidad al estado «solo judío» de Israel… y la lista de agravios es interminable. Por eso, que miles y miles de israelíes se echen a la calle por el precio de la vivienda cuando su estado institucionaliza el apartheid y no cuando asesina a miles de palestinos es, por lo menos, vergonzoso. Recordemos que quien asesina no es esa cosa abstracta llamada estado, sino el soldado que no se declaró insumiso cuando le llegó la carta del servicio militar.
Por el momento, las presentes en las acampadas son principalmente organizaciones de izquierda. Sí hay israelíes que apoyan los derechos de los palestinos participando en las protestas, pero que haya unos cuantos no significa que sea un movimiento antisionista. Y aun más preocupante es que se espera que en breve se sumen a las protestas los colonos de Cisjordania, situados en la derecha religiosa y vanguardia del sionismo.
De momento, el silencio al respecto de lo ocurrido con el intercambio de videos emotivos en youtube nos mantiene, a los miles de personas que formamos parte de las redes de solidaridad con Palestina, en una situación de gran desconfianza y preocupación por el devenir del 15M. ¿Habrá una explicación algún día? ¿Es aceptable que bajo el cartel del 15M se tire por tierra años de esfuerzos y lucha por los derechos palestinos?
VIVA PALESTINA LIBRE.
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