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Muralismo, derechos humanos, mojigatería y crímenes de Estado.

Sobre el encuentro dedicado a Gabriela Mistral en Chile

Fuentes: Rebelión

Camilo Catrillanca, ¡presente! En días pasados se llevó a cabo el segundo Encuentro Internacional de Muralismo, Canto y Poesía por los Derechos Humanos, homenaje a Gabriela Mistral, en las ciudades de Osorno y Puerto Montt, Chile. Un extraordinario encuentro que en un momento fue empañado por el asesinato del weichafe (guerrero) mapuche, Camilo Catrillanca, a […]

Camilo Catrillanca, ¡presente!

En días pasados se llevó a cabo el segundo Encuentro Internacional de Muralismo, Canto y Poesía por los Derechos Humanos, homenaje a Gabriela Mistral, en las ciudades de Osorno y Puerto Montt, Chile. Un extraordinario encuentro que en un momento fue empañado por el asesinato del weichafe (guerrero) mapuche, Camilo Catrillanca, a manos del grupo fuerza especial de Carabineros, mejor conocido como Comando Jungla (nombre que recibe por ser entrenado por el grupo de elite colombiano especialista en contrainsurgencia). Un crimen de Estado que se suma al largo historial de persecución y violaciones a los derechos humanos contra la nación mapuche por defender la vida y sus territorios frente al capitalismo brutal que los está exterminando y despojando de sus tierras.

Ya en el marco del primer encuentro de muralismo en el 2017 habían detenido a dirigentes mapuches, pero en esta ocasión la innombrable acción de los carabineros fue criminal, incluso en días subsecuentes fueron atacadas con plomo y saña varias comunidades, dejando como resultado niñas, niños y mujeres embarazadas heridas en estado grave, víctimas de los gases lacrimógenos. De igual manera se desató una ola de represión en todo Chile contra las manifestaciones de apoyo al pueblo mapuche; detenciones arbitrarias, mentiras, fabricación de delitos, encubrimientos y complicidad entre altos funcionarios del gobierno y los Carabineros se han vuelto una constante en el sur de Chile. En el marco del encuentro de muralismo fue detenida violentamente una estudiante que colaboraba con los artistas y quien inmediatamente al conocerse la muerte del weichafe mapuche, junto con sus compañeros, había pintado un simbólico mural exigiendo justicia para Camilo.

Pero el muralismo va y el encuentro internacional siguió su ruta con artistas de varios países de gran trayectoria y compromiso, que indignados por la situación no pararon en ningún momento de plasmar e hinchar de color los distintos muros que les fueron asignados.

Osorno es un lugar de contraste ideológicos, por un lado hay una gran militancia política heredera en gran medida de los tiempos de la Unidad Popular y la resistencia al golpe militar, pero también hay una pequeña clase reaccionaria y conservadora heredera, entre muchos otros factores, de la migración selectiva alemana en una primera ola y posteriormente durante la segunda Guerra Mundial, cuando mandos nazis de la SS encontraron refugio en la región.

El encuentro de muralismo conoció esta parte oscura de la sociedad osornina cuando dos de los murales, sin haberse terminado, fueron señalados por las voces más reaccionarias que respondieron desde la mojigatería a un desnudo de mi autoría y a la exigencia de educación como derecho universal en el mural de los compañeros de la Brigada Ramona Parra, quienes trabajamos juntos en los muros exteriores de la Casa del Maestro.

Ambas obras, basadas en el pensamiento, letras, trabajo, lucha y vida de la maestra y poetisa chilena, premio Nobel de literatura, Gabriela Mistral, dejaron claro que la obra de Gabriela Mistral sigue sin ser aceptada en su magnitud por los sectores conservadores de la sociedad chilena. Gabriela se legitima en ellos solo cuando se le despoja de su ideología revolucionaria y vanguardista en su incansable lucha por los derechos de la mujer o por la educación como un derecho universal, por ejemplo. La doble moral de este sector, que es el mismo en México y en toda América, es justamente el que tiene sumidos a nuestros pueblos en la más profunda ignorancia, es la que detiene el desarrollo cultural e intelectual de nuestros pueblos, es la que justifica el racismo, la xenofobia, el clasismo y el exterminio de los pueblos y naciones originarias. Esa es la moral que fundamentada en el más recalcitrante dogmatismo debemos erradicar.

Y sí, justamente esa es una de las funciones del muralismo, generar el debate, poner las cartas sobre la mesa a través de imágenes, es vestir de colores los espacios públicos físicos y desvelar la oscuras arquitecturas morales del ser humano.

El segundo encuentro de muralismo fue un éxito rotundo y la enseñanza, más allá de la extraordinaria organización del evento a cargo de la Corporación Pilmaiquén de derechos humanos y la Brigada Ramona Parra, sigue indicando que vamos por la ruta correcta.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.