Esta reflexión surge de la crítica que Carlo Formenti hace del libro de Manolo Monereo «Oligarquía o democracia. España, nuestro futuro» https://www.cuartopoder.es/ideas/2021/03/24/espana-e-italia-la-ofensiva-de-las-oligarquias/ por situar los defectos que desde los años sesenta del siglo pasado padece el marxismo occidental y ello, desde el apoyo sincero a las aportaciones de ambos y en particular a la Monereo, por el esfuerzo personal que está haciendo de recuperación desde una perspectiva marxista, de conceptos como España, soberanía o el de las clases subalternas (desde la consideración de que la clase obrera ideológicamente, es la única que se conforma como sujeto revolucionario aunque socialmente no sea mayoritaria) al tener la expresión la subjetividad revolucionaria de aquellos sectores sociales, que no entrando dentro concepto del que vende su fuerza de trabajo, mediante contrato por un salario y sin mando en las relaciones de producción, ocupa su espacio social como sujeto, por la relación creada de dependencia con la clase dominante de esclavitud y explotación. China, Vietnam o Nicaragua son un ejemplo, sin que signifique, que la clase trabajadora o las subalternas sean revolucionarias de por sí.
Mi experiencia como militante marxista y sindical dice, que para acertar con la crítica a Podemos o movimientos similares que vienen del reformismo populista, lo primero que debemos de hacer es aclararnos de a qué tipo de fuerza ideológica y política responde, desde la consideración, de que lo que nos define son los objetivos políticos y programa y aquí se ve, que su propuesta es reformista y centrada en la democratización del sistema capitalista; incidiendo en pequeños avances sin negar ir a más, siempre que la movilización de las masas los acompañe. Si esto es así como hasta ahora ha demostrado su práctica, las críticas que se le hacen por entrar en el gobierno negando la opción de mantenerse en la oposición, como correspondería a una fuerza revolucionaria, no es correcta y tampoco, la de que paso de la guerra de movimientos del 15M a una de posiciones con la entrada en el gobierno. La verdad al ser el marxismo una ciencia con principios y metodología y no juicios de valores, la encontraremos en el análisis concreto de cada tema en su relación con la realidad que la rodea e interacciona, como bien lo explica Mao en sus cuatro tesis filosóficas.
No conozco en la teoría política marxista, ningún principio contrario a la entrada en gobiernos que no sean políticamente antagónicos y menos, cuando el programa pactado con el PSOE lo aleja del neoliberalismo, línea actual de demarcación entre progresismo o reacción y cosa que los acuerdos entre IU-PCE con el PSOE nunca lograron. Entonces, si Podemos no es una fuerza revolucionaria, incluso ni marxista, aunque no lo nieguen y lo usen en sus análisis, criticarlos por abandonar una opción revolucionaria es una incongruencia. En el segundo caso, hay que partir de la respuesta al primero, porque por muy herederos que sean del 15 M, la movilización social contra la austeridad y los recortes ejecutados por los neoliberales del PSOE, del PP y nacionalistas, fue una respuesta espontánea de las masas, ajenas a sindicatos obreros y partidos de la izquierda.
Por lo tanto debemos considerar que Podemos que no existía en ese momento, lo que hicieron sus creadores fue recoger de forma muy oportuna, las principales notas de la movilización social y generar una oferta política y programática a nivel nacional, de regeneración de la democracia, de la política y de la defensa de los servicios públicos del estado de bienestar, rompiendo los cuarenta años de bipartidismo en España, construidos como salida a los otros cuarenta de franquismo por la inutilidad de la izquierda marxista, incluida la que se dice leninista. Con su hacer, cambiaron las estructuras partidarias de funcionamiento interno y formas de hacer política, de ahí la victoria de Pedro Sánchez en el PSOE, desarrollando una batalla de posiciones contra las políticas neoliberales en las instituciones, apoyándose en las redes sociales y medios de comunicación, al carecer desde su nacimiento como fuerza reformista, de estructura propia organizada y de complicidades con las organizaciones sindicales y sociales. Por eso, culpabilizar a Podemos de la desmovilización social es además de falso, oportunista y viene del revisionismo, de esa cultura de responsabilizar al enemigo externo de los errores internos, de nuestras insuficiencias e inutilidades.
Parecido con los temas supranacionales de la Comunidad Europea o la OTAN, que plantean desde el marxismo occidental en coincidencia con el infantilismo de los definidos leninistas, que no dejan de ser posiciones defensivas y maximalistas, por no querer ver una realidad hegemonizada por un neoliberalismo crecido, por la decadencia ideológica dejada en Europa por el marxismo occidental del desastre y la derrota de la izquierda en Madrid lo ratifica. No olvidar que la clase trabajadora y subalternas politizadas, incluida la académica, la idea que tienen del marxismo es la que ha dejado la socialdemocracia y el eurocomunismo neoliberal, con una visión revisionista del marxismo, de la historia y de traición a las aspiraciones rupturistas en la transición política del franquismo. De esta derrota ideológica y política por el predominio del oportunismo reduccionista del marxismo en el seno de la clase obrera, viene el populismo de izquierda de Laclau, como respuesta a la decadencia del marxismo y leninismo occidental, siendo actualmente más positivo para la clase obrera su idea de pueblo como unidad interclasista, corresponde además con la leninista de frente popular, que la dogmática y divisionista de que la única clase revolucionaria es el proletariado y el partido su único representante. Así nos pasaron y seguirán pasando a los marxistas y leninistas por todos lados. En Grecia y Venezuela tenemos dos ejemplos de sectarismos dolorosos para la clase obrera.
¿Es realista y revolucionaria una táctica política y un programa, que no se corresponda con el nivel de conciencia y organización de las masas trabajadoras y subalternas? pues no, y a las pruebas me remito aquí después de cincuenta años de inutilidad posfranquista. Si no responde ni da opciones alternativas, desde sus niveles de conciencia de la realidad y de sus necesidades más vitales, toda propuesta es inútil y esto lo sabe cualquier sindicalista economicista en cualquier centro o sector de trabajo. Por eso, es fundamental el trabajo de masas, porque de la relación con las masas sale el conocimiento de sus necesidades más vitales y su nivel de conciencia y de ahí, debe surgir el discurso político, la táctica y el programa inmediato. Marx y Lenin tenían conocimiento directo del trabajo ideológico y político en centros de trabajo y barrios, donde la militancia vivía y trabajaba, aportando ideas al combate cotidiano, contra el economicismo de la socialdemocracia oportunista. De este conocimiento de la realidad social viene, que el reformismo muy acertadamente decayera de su programa inmediato, las referencias críticas a la CE y la OTAN por un europeísmo positivista, democrático, participativo y soberano y que no esté situado en el pacto de gobierno por táctica, no significa que sus cuadros y dirigentes no participen de la movilización, porque si vas los ves. Similar al reformismo griego que en su ingenuidad por lo menos lo intentaron, los marxistas de allí ni eso.
Que el marxismo normalizado occidental en España en coincidencia con el leninista, reivindiquen como objetivo inmediato la salida de la CE y del euro como posible, cuando la mayoría del pueblo español apuesta por Europa como garantía de mantener lo conseguido socialmente hasta ahora, es de ilusos y la Gran Bretaña no sirve de ejemplo, al ser una potencia económica e industrial con moneda propia. En España, Portugal o Grecia, tenemos unas burguesías de carácter parasitario y un estado sin tecnología, ni industria, ni moneda propia, que vive del turismo, de las rentas de la tierra y totalmente dependientes del capital financiarizado internacional. Por eso, el rechazo a esta realidad negativa e inevitable, no nos hace más revolucionarios y no querer aprender del fracaso griego, nos impide el desarrollo de una táctica y un programa que ilusione y garantice la unidad del pueblo, en torno a un proyecto de una Europa bajo la soberanía de los estados y la igualdad de derechos para la clase trabajadora y subalternas, porque lo malo no está en la unidad europea, está en el dominio que ejerce la oligarquía financiera. En esta lucha de clases, puede pasar de todo siempre que la clase trabajadora sea quien la hegemonice, porque está claro que la oligarquía alemana y la parasitaria española, no soltarán su presa de forma democrática en medio de la crisis global del sistema capitalista de libre mercado, que impide la recuperación del estado de bienestar bajo el capitalismo, al seguir cayendo el beneficio del capital productivo. La pretensión de EE.UU y sus organismos como el FMI con el actual ciclo de inversiones, es impedir el estallido del montaje o globo virtual del capital financiarizado, muy conscientes, de que los países que están construyendo el socialismo bajo un mercado planificado, están restaurando el estado de bienestar socialista.
Decía Foucault en el conocimiento de la verdad, que para que sea un acto sincero tiene primero que cambiarnos a nosotros interiormente, por eso, es difícil que el marxismo occidental pueda dar una reflexión sin contaminación dogmática ni mecanicista, sin siquiera hacer una mínima reflexión autocrítica en su interior, del proceso de degeneración revisionista del marxismo desde los años sesenta bajo la hegemonía soviética y de ahí, la coincidencia con los denominados leninistas. Unos y otros bajo el mismo concepto doctrinario, dogmático y mecanicista del marxismo, les lleva en su paroxismo por la derrota del reformismo en Madrid, a alegrarse y a desear su desaparición como si ya fueran la alternativa, llamando ahora a estas alturas de la historia a remangarse sin más, para la batalla contra el fascismo y la reacción, después de cuarenta años de bipartidismo neoliberal y sin hacer una reflexión autocrítica, del revisionismo que mamaron en el entorno del eurocomunismo que se formaron. Así imposible que aportasen algo nuevo al revés que el populismo de izquierda.
Las coincidencias entre el marxismo normalizado occidental y el de los autollamados leninistas no es casualidad, beben de la misma fuente y viven la realidad frustrante de la misma manera, y las cosas que el reformismo puede cambiar, ni las ven ni les importa, porque el maximalismo del todo o nada representado por la CE, la OTAN, la República o cualquier identitarismo burgués, les impide ver que correlación de fuerzas y objetivos van unidos y dependen del nivel de conciencia política y organización de la vanguardia del pueblo: la clase obrera y subalternas. Por eso, pedir esto a los reformistas es pedir peras al olmo y como no las puede dar, los ponen pingando. ¿Pero de verdad se puede creer que un partido formado por cuadros institucionales puede cambiar en profundidad algo en una sociedad capitalista?. Pues si no estuviéramos impregnados de una visión mecanicista del marxismo sabríamos que no, que este capitalismo democrático que vivimos es aparente y que es falsa la teoría revisionista, de que bajo la democracia del capital se pueda llegar al socialismo, porque el dominio ideológico, político y económico que la oligarquía parasitaria española ejerce, se sustenta bajo un orden autoritario policial, judicial y militar, impuesto tras la claudicación de las dos fuerzas políticas dirigentes del pueblo en la transición PCE y PSOE. Ahora Pablo lo sabe mejor.
Nuestros marxistas y leninistas normalizados occidentales, se preguntan una y otra vez, como se puede ser revolucionario en tiempos no revolucionarios, pero como en los dos componentes en su interior perviven idealismos y subjetividades sin pulir, son incapaces de entender que en política no hay atajos, hay oportunidades y que en estos tiempos de defensiva desorganizada de la clase obrera y el pueblo, solo lo seremos desde lo concreto de nuestro trabajo en las organizaciones de masas de la clase trabajadora, para ir creando con la práctica en los sindicatos dominados por el economicismo posibilista, una nueva hegemonía ideológica, política y cultural, tal como Lenin hizo hasta conseguir la mayoría en los soviet y así poder enfrentar nuevas realidades y objetivos o como ejemplo más cercano, de la experiencia que nos dejaron los comunistas que se mantuvieron en la clandestinidad en España, construyendo un movimiento desde las comisiones obreras de fábrica o sector, directamente desde el centro de trabajo o desde el sindicato vertical, mientras la dirigencia exiliada apostaba por la creación de un sindicato llamado OSO. Lo más revolucionario en tiempos no revolucionarios, es como nos lo cuenta Gramsci en referencia a la construcción de la hegemonía social, con la diferencia de que el sistema fordista ha sido superado y el taylorismo que lo sustituyó con su precariedad laboral y social, está colapsado por sobreproducción en un mundo globalizado, donde para la humanidad el principal problema a que se enfrenta es de alimentación y de guerra y por eso, no tiene sentido la consigna de que «seamos realistas, pidamos lo imposible» cuando el socialismo está en muchos países y son la vanguardia en la confrontación contra la guerra, y a sus pueblos a pesar de los bloqueos del imperialismo yanqui-occidental, dan de comer.
Alonso Gallardo Florencio. Militante de los círculos comunistas de Unidas Podemos.