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Sobre La cinta blanca, de Michael Haneke

Fuentes: Rebelión

Merece la pena. Bellísima película, duríiii…sima crítica contra el acartonamiento, la sumisión y la inhumanidad en el trato. Dolorosísima carencia de ternura, de abrazos, de gozo, de primavera… Nunca vi película más dura que ésta del austriaco Michael Haneke. Una relación cruel, sangrante la de este pueblo del norte de Alemania de los años 1913, […]

Merece la pena. Bellísima película, duríiii…sima crítica contra el acartonamiento, la sumisión y la inhumanidad en el trato. Dolorosísima carencia de ternura, de abrazos, de gozo, de primavera… Nunca vi película más dura que ésta del austriaco Michael Haneke. Una relación cruel, sangrante la de este pueblo del norte de Alemania de los años 1913, que contamina la vida de sus gentes protestantes, en guerra perpetua entre sí. Una relación amordazada, enraizada en la amargura, en el sufrimiento, en la represión.  

Quizá la película explique también  por qué, a juicio de teóricos de la guerra, se considera al ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial el mejor ejército de la historia.

Quizá la vida del pueblo explique el porqué de las dos guerras europeas con sus campos de concentración, con su brutalidad inhumana, sus bombardeos nocturnos, la destrucción intencionada de ciudades, los 70 millones de muertos.

La salida de la maldita jaula nos ofrece el niño más niño del pueblo de la mano de un pajarito.  

Al salir de la sala me acordé  de «La mordaza» de Alfonso Sastre y su comentario: «Traté de hacer una protesta cauta, un drama de apariencia rural y de mensaje subterráneo. Trataría de decir: Vivimos amordazados. No somos felices. Este silencio nos agobia. Todo esto puede apuntar a un futuro sangriento». Como La cinta blanca de Michael Haneke

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.