Llegados a este punto nadie podría imaginar que Podemos pudiera convertirse en un fracaso; henchidos por la posibilidad de una victoria electoral que a la izquierda de este país hacía mucho tiempo ya que le había desaparecido incluso de sus fantasías. Parece que se ha embriagado de ilusiones, especulando sobre su futuro como si ya […]
Llegados a este punto nadie podría imaginar que Podemos pudiera convertirse en un fracaso; henchidos por la posibilidad de una victoria electoral que a la izquierda de este país hacía mucho tiempo ya que le había desaparecido incluso de sus fantasías. Parece que se ha embriagado de ilusiones, especulando sobre su futuro como si ya de hecho estuviese en el gobierno sin ni tan siquiera poder prevenir en sus mayores temblores que la victoria Hoy, está más lejos que Ayer. Y es que, a un pasito de llegar al poder, a unos metros de ganar la carrera, de saltar la valla, parece que se nos ha olvidado cómo habíamos llegado hasta aquí (los muchos incluso parece que no se han ni enterado) y desde mi punto de vista o espabilamos o nos vamos de dar la ostia contra el trampolín.
Tengámoslo en cuenta: No son los círculos los que le han dado su fuerza a Podemos, no es una organización horizontal estatal la que poniendo a trabajar a toda su militancia ha logrado la mejor campaña electoral de la historia reciente de este país, en realidad no; ha sido Podemos el que ha dado su fuerza a estos círculos, a esta izquierda heterogénea heredera del 15M, es Podemos el que ha dotado de nuevos símbolos y nuevas ilusiones a mucha gente que en realidad ya estaba ahí, que estaban deseando hacer algo que valiese la pena, pero quienes no le importaban a nadie. Podemos hizo que importen, y de repente, se han creído que si la gente les escuchaba era gracias a su trabajo y no en realidad como meros representantes de Podemos.
Y es que, independientemente de que sea cierto que sin la labor militante Podemos no podría haber llegado a cada barrio, cada pueblo, también es cierto que esta militancia en su mayor parte tiene su origen en el 15M, es decir, que no es heredera de la izquierda tradicional, ni entiende ni asume e incluso reniega de sus costumbres, y que está compuesta por valores vacíos de «democracia», «honestidad», «participación», «transparencia», etcetera, que se conquistaron milagrosamente a través de una maniobra maestra y espectacular (en el sentido bejamineano del termino) y no por una amplia y trabajosa labor de pedagogía y laboriosa construcción de empoderamiento Popular. En este sentido, lo único que hemos ganado, (y cuando digo lo único, quiero decir lo ÚNICO) es que hemos logrado que El Espectáculo se ponga de nuestra parte, nada más.
Claro que por el camino en estos tres años aquel espectáculo nos ha permitido vivir muchas cosas bonitas en la calle. ¿Cómo no? Hemos conquistado el «sentido común», lo cual ha hecho que ayudar a tu vecino okupa sea bonito (porque los bancos son el MAL) o defender lo público sea guay (porque lo defiende un movimiento «ciudadano». Es un gran logro si tenemos en cuenta además la ruptura con aquella ideología tan presente no hace mucho en la cual los neoliberales ganaban esta batalla y nos vendían a los funcionarios como unos sátrapas y unos vagos. Pero más allá de esto, más allá de cambios en la conducta general que en su mayor parte no son más que la incorporación a una nueva estética social (que aun dista mucho de convertirse realmente en una concienciación política) ¿Qué hemos conseguido? Nada, seamos realistas, absolutamente nada: La izquierda sigue sin tener ningún poder y aunque nuestra heroica resistencia nos hace pensar que parar algunos desahucios sirve para algo, si comparamos nuestras luchas con las de aquellos que nos precedieron hace un siglo deberemos reconocer que nuestra heroicidad es patética y triste.
¿Significa entonces que aún nos queda un largo camino para la revolución o algo así, o que en algún sentido estoy defendiendo una profundización en las luchas sociales? No, en absoluto, ojalá que no, por Babalon que no. Lo que quiero apuntar es que nos demos cuenta que por ahí no vamos a conseguir nada, que en realidad somos la misma panda de frikis, piratas e intelectuales orgullosos que no han conseguido nada ni van a conseguir nada en este país del mismo modo que ninguna otra secta (como los evangelistas, por ejemplo, mucho más eficaz que nosotros) podrá jamás conseguir el poder. ¡Y está bien que sea así! Porque si no lo fuera seguramente antes gobernaban en este país los nazis que nosotros, como de hecho está pasando en la mayor parte de Europa. El camino de la militancia, compañeros, tal y como lo conocíamos debe llegar a su fin.
Y en su lugar ¿qué? En su lugar el populismo, porque tomado por las manos adecuadas el populismo es (aunque esto parezca un absurdo) el mejor antídoto al Fascismo (cuya sombra crece en el horizonte). Al hacerlo nuestro les hemos obligado a quedarse en sus barricadas, gracias al gran espectáculo del 15M el fascismo no se pudo desarrollar, pero si fracasamos ellos podrían tomar este relevo, no dejemos de tenerlo en cuenta. Así pues ¿Es que acaso estoy diciendo que la militancia debe disolverse en pos de líderes populistas que sean capaces de conglomerar eficazmente una mayoría electoral en un programa de izquierdas? No, en absoluto: Lo que digo es que la militancia debe conocer cual es su lugar, conocer lo que en realidad es capaz de lograr y cual es en realidad su camino: Un camino que es paralelo al poder, el ámbito en que siempre ha funcionado. La militancia (es decir, un Movimiento) no puede ni debe procurar tomar el poder sino seguir construyendo de forma ascendente un entramado social que vaya dignificando progresivamente la vida de la gente. Es decir, el camino de la militancia es sencillamente la resistencia, pero no debemos llorar por ello, porque está bien que sea así y no debemos pensar que puede ser de otra manera, pues ello nos lleva sencillamente al fracaso. Lo cual duele, duele mucho pensar.
Hay mucho dolor en la izquierda ¿verdad? Demasiados himnos de consolación, demasiado peso histórico, demasiado, en fin, sustrato cultural fracasado. Necesitábamos algo nuevo y con Podemos lo hemos logrado; algo nuevo, diferente: Otra Cosa. Y no deberíamos procurar que esta Otra Cosa se convirtiese rápidamente en lo que siempre soñamos que sería nuestro movimiento; ni lo es ni podrá serlo jamás. Intentar eso sería matarlo y es por eso que digo que aunque nadie parezca darse cuenta, aunque parece que finalmente terminar gobernando este país es algo inevitable, yo lo que veo es que Podemos podría estar a punto de morir. Estamos ante la guerra entre dos perspectivas muy, muy distintas de cómo hacer las cosas, y pienso que si finalmente gana el modelo de Sumando Podemos es el fin.
No lo sería si ganase el modelo de Claro que Podemos, aunque la militancia tendría que renegar de sus fantasías de gobierno y recluirse al lugar que le pertenece, que conoce y en el que se sabe manejar: La calle, no las instituciones. El cual, al final según mi perspectiva es el lugar al que en cualquier caso volvería, ya que siempre va a haber militancia: Siempre habrá resistencia, siempre en fin, con mayor o menor éxito durante toda la historia se han montado Estados Piratas (llamémoslos como hoy en día: cooperativas, centros sociales, pueblos ocupados) cuales fueron siempre los auténticos espacios de Libertad, hasta que, finalmente, llegaba la policía o el ejercito. Pero ahora no se trata de eso, se trata de lograr que la policía y el ejército estén al servicio del pueblo, no de los poderosos. Se trata de tomar el poder no de conformar resistencia. Siendo así, una vez que la visión de Sumando Podemos hiciera colapsar a la organización los militantes volverían a lamerse las heridas como siempre han hecho, les echarían la culpa a otro, harían canciones sobre lo cerca que estuvieron de alcanzar el poder y en fin, sencillamente el ciclo para ellos se repetiría, para lo que es la historia, finalmente, no habría pasado nada nuevo.
Seamos serios, asumamos nuestra responsabilidad y no nos dejemos llevar por el dolor o las vanas pasiones. Debemos tener en cuenta que todo esto es una estrategia, que Podemos es un trampolín que nos debe llevar al poder y no a cualquier otra cosa y que además no hay nadie en España mejor para ello que Pablo Iglesias, que él mismo no es más que una herramienta para esto y que no asumir que esto es un magnifico y genial espectáculo nos hará fracasar irremediablemente. Es el circo de la democracia, aquel espacio en que los neoliberales nunca imaginaron que aprenderíamos a jugar y no sólo esto sino que además sabíamos hacerlo mucho mejor que ellos. Si dejamos de jugar a este juego, sencillamente no podemos ganar y no somos nosotros los que elegimos las reglas, nos vienen dadas y no las podemos cambiar. El equipo de Claro que Podemos lo sabe, y es por esto que para ellos no tendría ningún sentido llevar la portavocía de una organización que no asumiese cual es la situación real en la que vivimos. Sin embargo, el equipo de Sumando es tan inconsciente que ha creído que garantizándole su puesto como cabeza de cartel a Pablo sería suficiente como para lograr apoyo a su modelo: Vieja, vieja y sucia política, vieja renqueante y pegajosa forma de pensar.
Ante esto, y en la inminente posibilidad de que Sumando finalmente ganase gracias a que IA se ha colado en casi todos los círculos para vender su modelo y que los medios han aprovechado esta funesta situación para vender a Echenique como el bueno contra un Iglesias estalinista, llegando incluso hasta el punto en el cual el demencial payaso de Eduardo Inda se mostrase más favorable al modelo de Sumando en La Sexta Noche; mi paisana gadita Teresa (co-fundadora de Izquierda Anticapitalista) se acaba de presentar como la alternativa adecuada al castrante autoritarismo de Pablo Iglesias. ¿Acaso no es evidente el entrismo de IA, acaso no es evidente que algo están haciendo mal si les apoya Inda?
Estamos ante el advenimiento de un desastre que se juega esta semana en unas elecciones internas. Y aunque al final, debo decir que no se lo que va a pasar, al menos soy capaz de reconocer que estamos en un momento crucial en el que ánimo a todo el mundo que se lo piense dos veces antes de votar en pos de Sumando y a que se abstenga en todo caso si es que tampoco le convenciera el modelo de Claro que Podemos.
Necesitamos a Pablo, a él y a todo su equipo incluso para el bien de la militancia, nadie más está capacitado para alcanzar el poder, ningún otro equipo podría dar ese salto, estar a la altura de las circunstancias y manejarse en los términos del juego. Además, una vez lo lograsen, las leyes que rebajasen la represión y fomentasen la resistencia vendrían de la mano. Pero si no alcanzamos el poder no somos nada, todo esto no habrá servido para nada y yo no me quiero ir de este país (que ya bastante lejos estoy de mi tierra en Madrid) a que me exploten más amablemente en otro sitio.
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