Mucho se alzaron los vientos y se conmovieron los corazones el sábado; sin duda la manifestación del 31 de Podemos fue muy emotiva, ilusionante, cargada de alegría y fe en que vamos a ganar. Nadie lo pone en duda; la capacidad de movilización que tiene Podemos como partido impresiona, una capacidad que no tiene ninguna […]
Mucho se alzaron los vientos y se conmovieron los corazones el sábado; sin duda la manifestación del 31 de Podemos fue muy emotiva, ilusionante, cargada de alegría y fe en que vamos a ganar. Nadie lo pone en duda; la capacidad de movilización que tiene Podemos como partido impresiona, una capacidad que no tiene ninguna otra formación política y es un hecho indudable que fue la manifestación política meramente autoafirmativa más grande desde los albores de nuestra infecta y ponzoñosa democracia.
Nadie pone en duda que fue una gran demostración de fuerza pero ¿De qué fuerza estamos hablando? Podemos se presenta como una fuerza política nueva, particular, que tiene sus propios símbolos y que ha pretendido formularse como un movimiento político transversal en el que «las viejas fórmulas de izquierda y derecha ya no funcionan», su objetivo es gobernar, para lo cual necesita presentarse como una fuerza política seria, patriota y con un gran proyecto de país que atraviese a todas las esferas; en ese sentido no puede contentarse con la «mera izquierda», necesita salir a ganar, y con la pretensión de demostrar su poderío convocó a cientos de miles a las calles de Madrid. Allí fueron, pero… Los que fueron, al fin y al cabo y por más que fueran más de 200.000, ¿no eran los de siempre?
Me refiero a los símbolos, señas de identidad, ambiente, aspecto… Al fin y al cabo la mayor parte de las banderas eran republicanas, otras de las distintas comunidades autónomas, algunas de Cuba, de la URSS, se han mostrado fotos en que aparece alguna rojigualda pero aún así de algún modo justificadas poniendo otra griega justo debajo, o escribiendo un mensaje encima contra la corrupción. Cuento esto como signo representativo del tipo de ambiente y aspecto de la muchedumbre, nombro las banderas pero también habría que tener en cuenta las formas de vestir; mucha gente de barrio, mucho puño en alto, en fin: En cierto modo la marcha de Podemos se parecía bastante a lo que fueron las Marchas de la Dignidad pero a pequeña escala, al fin y al cabo la izquierda de este país.
Es cierto por otro lado que de un tiempo para acá la izquierda ha crecido mucho, es cierto que es una izquierda mucho más «ciudadanista», una izquierda más bien gelatinosa y heterogénea producto de aquel conglomerado de símbolos que se generó a partir del 15M y que comporta actualmente a una grandísima cantidad de gente como han demostrado también las Mareas y aquel amplio entramado de colectivos que llenan el país desde las que fueron sus fértiles plazas y prolíficas asambleas. Aquel 31 de enero muchos son quieres recordaron jocosamente cuando se criticó desde las instituciones a la Acampada Sol y se les dijo que si querían cambiar las cosas se presentasen a las elecciones como si realmente Podemos hubiera sido el producto de aquel guante lanzado desde el poder establecido contra los movimientos sociales. El sábado Podemos mostró su fuerza y parece que todo el mundo estuvo de acuerdo en que tal fuerza se asentaba sobre aquel amor de primavera de 2011.
Volviendo al tema; la cuestión es que ya bien gelatinosa ya bien ciudadanista al fin y al cabo los asistentes a la marcha del cambio no dejaban de ser «la izquierda» como demostraban sus colores y sus afectos. No fue una manifestación en la que se percibiese un sujeto político transversal como pretende mostrarse Podemos sino como los mismos de siempre que al fin y al cabo son a los que les gusta irse de manifestaciones, llevarse sus banderitas, sus pancartitas y pasárselo bien. Así que pese a lo emotivo y la muchedumbre de aquel día mi opinión al respecto de la «marcha del cambio» es que fue un fracaso político con respecto a las pretensiones y los objetivos del partido; en la manifestación se mostró falsamente y antes de tiempo a Podemos como un partido «tan solo» de izquierdas, formado por un montón de gente «de izquierdas», ahogado en un montón de símbolos fatídicamente «de izquierdas». Yo más bien diría que queriendo mostrar su poderío Podemos cayó en la trampa de mostrarse como lo que en realidad no pretenden «meramente» ser y desvelando así como una patraña eso de que Podemos sea realmente un partido «Transversal» que esté más allá de las pantomimas de izquierda-derecha.
¡Y esto aunque pese a todo en realidad sí que está más allá y sí que es transversal! El problema es que Podemos quiso hacer un llamamiento a un sujeto político que no existe en España, que aún tiene que crear y que en cierto modo se está generando poco a poco pero que sigue sin estar realmente configurado y que carece de símbolos visibles más allá de las camisetas o banderitas moradas de Podemos. Considero que los organizadores sobrestimaron el alcance de su paideia en este sentido o la capacidad de transformarse de la gente y aprender las lecciones. Tengamos esto en cuenta: En los mítines de Podemos no se permitían banderas o símbolos visibles que no fuesen estrictamente de Podemos (apenas algunas excepciones con respecto a símbolos de identidades autonómicas españolas). Esta fue una decisión muy acertada, pues de este modo se podía mantener la mascarada al tiempo en que este nuevo sujeto político se iba gestando, pero claro, seguramente fue muy ingenuo o una inconsciencia no darse cuenta que toda esa gente aunque se les negasen sus símbolos «izquierdosos» en los recintos cerrados no iban a estar deseando sacarlos en cuanto tuviesen la más mínima oportunidad. ¿Fue quizás esta manifestación demasiado pronto?
Es posible que por un momento los dirigentes de Podemos rozaran el límite de representación de su propia identidad en esta marcha, en cierto modo lo noté en los discursos, Iñigo y Luis se acercaron quizás más a lo que fuera un discurso de un partido de gobierno, pero Pablo y su pasión por los serios sueños ¿No se pareció más un canto profundo a un Movimiento? ¿Es que acaso llegados a este punto puede sobrarnos corazón?
En cualquier caso las encuestas serias realizadas sobre estimación de voto (La agencia Simple Lógica sería un buen ejemplo de profesionalidad al respecto) dan a Podemos una victoria electoral en las generales rondando el 30% de los votos a una distancia de entre 5 puntos del PP y hasta 10 del PSOE con tendencia decreciente de estos últimos. Estas encuestas fueron realizadas antes de la victoria de Syriza, antes de que la bolsa de Grecia se hundiera con la victoria de los mismos y se recuperara por completo en 4 días, antes del magnífico debut de Varoufakis desmantelando la Troika así como el resto de victorias que veremos en adelante demostrando que «Sí se puede», antes también que la propia «Marcha del cambio» y antes del ofertón del PSOE ofreciendo a sus votantes la derogación de la cadena perpetua que acaban de firmar si ganan las elecciones.
Siendo así, en realidad estoy bastante tranquilo con este pequeño desastre político pues ya bien parece que los astros se hubieran alineado proclamando nuestra victoria y dándonos cierto margen para equivocarnos con cosas que si no fuera por estos factores absolutamente convenientes en el tiempo, considero, hubieran significado una caída directa en la intención de voto para Febrero. Aun así y pese a que saliéramos con el ánimo hinchado este sábado yo más bien haría una llamada a la prudencia y a no tentar a una suerte que ya bastante está haciéndonos un favor con nuestra propia existencia.
Es posible que el susto que le pudiéramos dar a mucha gente con las pintas que llevábamos este sábado se compense por los acontecimientos que he citado, pero eso no nos quita el hecho de que de seguro en este momento hay demasiada gente que necesita algún gesto que les tranquilice de aquí a las próximas elecciones, finalmente, es posible que poner algunos figurantes con banderas rojigualdas o del equipo de futbol pertinente para la próxima concentración de Podemos no estuviera de más.
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