Opino que EH Bildu y Podemos deben entenderse, ser capaces de establecer acuerdos operativos de diferente nivel, tanto en el terreno institucional como, sobre todo, en el político, con el fin de propiciar un proceso constituyente rupturista respecto al régimen. Acuerdos de amplio contenido democrático, feminista, ecologista, nacional y social, que sean el campo fundamental […]
Opino que EH Bildu y Podemos deben entenderse, ser capaces de establecer acuerdos operativos de diferente nivel, tanto en el terreno institucional como, sobre todo, en el político, con el fin de propiciar un proceso constituyente rupturista respecto al régimen. Acuerdos de amplio contenido democrático, feminista, ecologista, nacional y social, que sean el campo fundamental de entendimiento.
Desde mi experiencia personal puedo afirmar que ello es posible /1.
Paralelamente, es necesario establecer un debate conceptual e ideológico sobre diferentes temas, con el fin de precisar y esclarecer aquello que nos une y nos diferencia (y a veces separa), sobre todo en lo relativo a la llamada problemática nacional y social que siguen marcando y afirmando determinados espacios. Y ello no sólo para esclarecer acuerdos y diferencias, sino, también, para establecer puentes que eviten compartimentos estancos y nos permitan enriquecernos en un debate que, a día de hoy, está en pleno movimiento- Y lo está, con una intensidad sin precedentes desde la década de los 60, momento en que, por una parte, las izquierdas de ámbito estatal incorporaron el derecho de autodeterminación (concepto que salvo en el POUM apenas tuvo peso durante la segunda república ya que en el PCE, si bien lo asumió en su programa, cubrió un papel muy secundario en relación al patriotismo español republicano y antifascista que fue su elemento nacional determinante) y, por otra, el componente nacionalista revolucionario vasco, reescribía (entre otras cosas -estrategia, naturaleza de clase, etc.- ) los elementos definitorios de la nacionalidad vasca /2.
Nuevos debates
En lo referente a la actual izquierda abertzale (entendido en tanto que fenómeno socio-político plural y diverso, y cuyos elementos no todos están ubicados en EH Bildu, aunque sí su parte fundamental), se están configurando corrientes de pensamiento que en algunos aspectos marchan en direcciones separadas, unos muy influenciados por el historicismo y la cohesión identitaria /3 y otros orientados en un sentido contrario, representados por una nueva generación de ideólogos universitarios /4, con diferentes enfoques o matices pero que coinciden en la necesidad de articular un independentismo cívico desetnizado y de fuerte contenido social. Corrientes ambas que están produciendo movimientos telúricos de distinto calado y que van penetrando en las propias formaciones políticas abertzales, si bien están evolucionando con ritmos y formas más pausados; entre otras cosas, porque no es fácil compaginar los retos electorales, la presión del día a día y la reflexión ideológica.
Está, además, Podemos, de reciente irrupción, pero que ya ha contribuido a propiciar cambios en el panorama político-social, el ideológico y el identitario (por más que digan que no es lo suyo). Dicha organización en Euskal Herria -a diferencia de su centro irradiador que está en la capital del Rein- se encuentra, de momento, en un fase de consolidación organizativa propia y no termina de despejar determinadas incógnitas programáticas relativas a su proyecto de País, viviendo sobre todo de las rentas del éxito a escala estatal y de la atracción de sus líderes centrales. Esto dificulta hacerse una idea de sus presupuestos políticos y programáticos, pues dependen de la corriente interna de Podemos a la que representen, aunque en teoría exista una dirección oficial. Ello no significa que, poco a poco, no vayan haciendo camino, estableciendo pautas comunicativas y discursivas.
En estos momentos, su principal mensaje consiste en presentarse como la alternativa para descabalgar al PNV de Ajuria Enea, (con lo cual ha dado un paso por delante de EH Bildu en la carrera electoral, si bien el arrancar primero no significa llegar en esa posición a la meta). El segundo mensaje se basa en afianzar sus diferencias con EH Bildu.
A escala estatal, según Errejón /5, «La plurinacionalidad ha demostrado ser una apuesta ganadora: Una alianza fraternal y en pie de igualdad entre una fuerza nacional-popular española -ingrediente que ha faltado en otros intentos- y fuerzas nacionales o soberanistas en las periferias (…). Hemos demostrado que la fraternidad multiplica y puede construir una candidatura ganadora en Madrid, en Las Palmas de Gran Canaria, en Valencia, en Barcelona o en Donosti» (sic!). En lo relativo a Euskal Herria, salvo en espacios muy concretos (ayuntamientos, JJGG y algunos movimientos sociales y en Navarra, la excepción, el acuerdo de Gobierno) no se han esforzado en establecer lazos cooperativos; es más, ni entraron a discutir la posibilidad de una candidatura unitaria para las elecciones generales, tal como lo propusieron Ramón Zallo, Petto Idoiaga y otros (lo cual no significaba que al final la cosa cuajase). En Euskal Herria, Podemos antepone su desmarque frente a EH Bildu a cualquier atisbo de alianzas «plurinacionales«.
Y a la frecuente pregunta: ¿qué os diferencia de EH Bildu? suelen responder con rotundidad: no somos abertzales y nuestra prioridad es la cuestión social . Este enfoque, sin embargo, es cuestionable, tanto en un aspecto como en el otro.
Al respecto la profesora María Eugenia R. Palop /6, polemizando con el PSOE, responde de forma clara y contundente: «Lo más preocupante es que buena parte del PSOE no haya entendido todavía que es imposible defender los derechos sociales, como pretende, obviando el elemento comunitario y democrático que los sustenta. Que una sociedad igualitaria, con derecho a la educación, la sanidad o la vivienda, es necesaria pero no es suficiente. Que no hay derechos sociales, sin derechos políticos y no hay derechos políticos sin soberanía y sin autogobierno. Y que el autogobierno tiene mucho que ver con la identidad y el relato común. Vaya, que no se puede distribuir la riqueza sin hacer comunidad, y que para hacer comunidad es imprescindible conocer, en primer lugar, y respetar, después, lo que tal comunidad es, piensa y quiere (…) hay que tener un concepto muy extraño de la justicia social para defenderla obviando el sentido de pertenencia a una u otra comunidad, porque la justicia social no se ocupa únicamente de la distribución sino que también ha de considerar y valorar los vínculos que garantizan y cultivan dicha pertenencia (como bien señala Sandel, la justicia no solo trata de la manera debida de distribuir las cosas, sino también de la manera debida de valorarlas). En una sociedad realmente justa la gente no solo disfruta de un cierto bienestar, sino que puede razonar sobre el significado de lo que es y de lo que quiere ser, y, desde luego, puede tomar decisiones al respecto (creando, por supuesto, una cultura pública que acoja las discrepancias). De modo que garantizar la libertad de elección y los derechos sociales exige también estimular (y no impedir) una política de participación ciudadana y de cohesión social; fortalecer ese espacio en el que puedan discutirse nuestras ataduras, nuestros afectos, nuestras lealtades y nuestras convicciones, y en el que sea posible definir y redefinir nuestros bienes comunes. Y está claro que eso solo puede hacerse desde una comunidad «política» democráticamente organizada, en la que los factores endógenos, la identidad y el relato propio jueguen el papel que les corresponde «; la cita es extensa, pero ilustrativa!
Hablando en plata, cuando hay un litigio sobre la pertenencia comunitaria y el derecho a decidir, no se puede ir por las ramas afirmando que lo principal es lo social. Algo tan social, por ejemplo, como la gestión de la seguridad social, el marco de relaciones laborales y la capacidad para decidir sobre temas como el fracking, por poner unos ejemplos, que el Estado español, de forma pertinaz nos impide gestionar y que dependen de la capacidad de autogobierno de la comunidad.
Desgraciadamente, Podemos Euskal Herria, con este argumentario hace frente común con el PSOE, que siempre sale con la misma cantinela, si bien en España la negativa a permitir un referéndum de Catalunya (que puede cuestionar la unidad de España) lo antepone a la posibilidad de un gobierno social. Felizmente, Podemos España da la impresión de no realizar tan arbitraria división entre lo social y lo nacional, entre lo prioritario y lo secundario, y da la importancia que tiene a la reivindicación catalana. Y sería deseable que Podemos Euskal Herria presentase en el tiempo más breve posible su proyecto integral para Euskal Herria, yendo más allá de la proclama del derecho a decir (lo cual tiene su importancia y puede ser un nexo en común) y esclareciéndonos el modelo nacional y social que propone así como su engarce con la España plurinacional, diferente a la «independencia» y a la «una grande y libre». Esto nos permitiría (EH Bildu y Podemos) indagar en lo que nos une y separa y encontrar nexos en común para el cambio democrático y social (nacional, feminista, ecologista, etc.).
Por otra parte, en lo relativo a la preocupación en lo «social» y su importancia, más allá del marketing, de momento Podemos no aporta ninguna prueba que demuestre que, en ese terreno, son más activos, contundentes e imaginativos que EH Bildu. Por el momento, yo diría que es lo contrario (junteros de Podemos Gipuzkoa reconocieron en un artículo de opinión la sorpresa que experimentaron al comprobar que sus propuestas en materia social habían sido ya presentadas, y algunas puestas en marcha por EH Bildu durante la anterior legislatura) . Simplemente se valen de su aceptación del plano estatal del cual no quieren desanexionarse, sino, todo lo más, democratizarlo, por lo cual no necesitan dar la matraca con el proceso independentista, limitándose a apostillar el derecho a decidir para todo (como si EH Bildu desconexionase el derecho a decidir en el modelo de Estado con su naturaleza social).
«Quien tenga patria que la honre y, quien no, que la conquiste» decía José Martí. Podemos tiene una patria a quien honrar, y en cierto modo conquistar (para su proyecto nacional-popular). EH Bildu la tiene que conquistar, ya que carece de ella, y a la vez darle el contenido socio-ecologista-feminista, etc. De ahí su dificultad para articular todo ello, sin que dé la impresión de que lo primero oculte lo segundo, o demostrar que ambos son o deberían ser lo mismo. En este terreno Podemos juega con ventaja, en relación a los sectores sociales vascos que se identifican o se sienten españoles, ante los cuales puede presentarse como «el partido de lo social» (lo nacional ya lo tienen resuelto) frente a los independentistas obligados a remarcar una y otra vez el conjunto de su proyecto, si bien ello no significa que los acentos varíen según la coyuntura. Ciertamente, lo que en la coyuntura vasca le favorece a Podemos, en la catalana se le vuelve en contra. El éxito de Podemos en Comú (con Ada Colau) en las estatales, no tapa el fracaso de Catalunya Si que es Pot en las autonómicas. Además, han jugado a su favor los errores y las deficiencias de EH Bildu en las últimas elecciones al acompasar su doble mensaje.
Sin embargo, la cosa se le complica con el encaje del patriotismo plurinacional a escala estatal y su no patriotismo a escala vasca: «no somos abertzales, en realidad, no somos abertzales vascos» afirman con contundencia.
Y es que Errejón (al igual que Iglesias y otros líderes estatales) defiende -ver enlace de la nota 5- el patriotismo español sin ningún tipo de ambages: «Podemos llegaba a las elecciones habiendo hecho una adaptación y refinamiento de la hipótesis nacional-popular que está en el corazón de su nacimiento como fuerza política(…) El descontento y la desconfianza generalizados y transversales pero desanclados -que no encontraban cauce o contención en las identidades disponibles- posibilitaban una identidad política nueva: un espacio para un discurso patriótico de nuevo tipo, refundacionalista /7, que identificase los intereses nacionales con los de las mayorías golpeadas y maltratadas en los años del ajuste y la regresión democrática: la «gente» o un pueblo ya escasamente representado por un sistema político que da muestras de agotamiento. (…) La hipótesis nacional-popular, así, se ha enriquecido, diversificado y reforzado con lo plurinacional y lo ciudadano, ganando en capacidad de articular sectores culturalmente diversos (…) Las posibilidades de hacer de las razones de los de abajo el interés general de un nuevo país se veían, en España, lastradas por el bloqueo de la identidad nacional española para proyectos progresistas, hegemonizada y cautivada por los sectores más reaccionarios que se alimentan de la confrontación con las naciones periféricas«.
Pero lo que en España sería un valor, un acierto unificador y aglutinante de lo popular, en Euskal Herria según sus dirigentes, el patriotismo -el vasco claro- se identifica con lo identitario, es decir, la postergación de lo social en aras de lo nacional, por otra parte elemento de división.
En realidad, son conscientes de que además de diferentes patriotismos en cuanto al contenido democrático y social (el popular republicano y el de derechas), se da el de la diferente opción nacional (vascos y/o españoles) cosa harto difícil de explicitar y/o compaginar al mismo nivel. Hasta el presente, hemos conocido dos tipos de patriotismo vasco y español (también apátridas y/o cosmopolitas varios), pero no una síntesis de ambos con patriotismos a compaginar en cada espacio cambiando de camiseta, hoy del Real Madrid mañana del Athletic. Y aunque líderes estatales como Errejón (ver enlace de la nota 5) afirmen que «Podemos está logrando un encaje inédito: es al mismo tiempo la fuerza que más abiertamente reivindica un patriotismo español identificado con las condiciones de vida de la gente, con la defensa del pueblo olvidado por los de arriba, y la fuerza estatal de relevancia más firmemente defensora y comprometida con la plurinacionalidad -dado que en España convivimos diferentes naciones- y el derecho a decidir como pegamento para decidir qué encaje para un futuro compartido entre ellas. Ante el choque de trenes del unilateralismo y el inmovilismo, esta aparece como la única receta sensata en el actual escenario político, la única llamada a reconstruir entendimiento y, además, a multiplicar fuerzas por el cambio político y la transformación constitucional desde la igualdad y el respeto a la diferencia«.
¡A ver cómo se explica eso Euskal Herria! De momento, Podemos Euskal Herria no ha encontrado algo que concilie tal formulación con el patio vasco, prefiriendo salirse por la tangente, catalogarse como «no abertzales, esto es, no patriotas«. En realidad no patriotas vascos, porque españoles si lo son (con toda legitimidad) en la medida que, mientras no se demuestre lo contrario, comparten el proyecto estatal.
Mi opinión es que Podemos Euskal Herria es consciente de la dificultad de compaginar un patriotismo de doble rostro, cuando hasta el presente los dos patriotismos (el vasco y el español) han sido refractarios y no dos caras de la misma moneda, pues tendrían (esperemos que al final lo logren) que esclarecer en qué términos ideológicos y programáticos tal propuesta de patriotismo plurinacional es compatible como proyecto estatal (por ejemplo, ¿una Confederación entre las diversas naciones, donde cada nación tiene su propio patriotismo cultual y el de Estado, que se compagina con otro de carácter ciudadano y constitucional correspondiente al de la Confederación, que a su vez complementa otro de carácter supranacional de ámbito europeo?).
Otra salida, seria la declaración de un cosmopolitismo o internacionalismo supranacional que huye de cualquier patriotismo (vasco o español) como gato escaldado del agua, y que se limite a defender el derecho a la autodeterminación, sea en un sentido independentista (cosa difícil de contemplar según sus actuales presupuestos) o de libre unión o libre federación, o confederación. Enfoque este que, de seguro, se ajusta a alguna de las corrientes internas de Podemos, pero desde luego no a las del centro irradiador que desprecia ese «infantilismo izquierdista», y es, por ahora, quien escribe la música, también para Euskal Herria.
Notas:
1/ Concretamente, independientes y libertarios, gentes de EHBildu y Podemos, trabajamos conjuntamente desde hace varios años en el Grupo Oarso Taldea, que opera sobre todo en Orereta- Errenteria (Gipuzkoa). El hecho de que con el transcurso del tiempo partes nos hayamos ido integrando en EH-BILDU y PODEMOS no ha alterado el ambiente de compañerismo y en todo caso nos ha dotado de mayor capacidad e incidencia en la localidad al poder incidir también en el interior de ambas formaciones políticas.
2/ Según el fundador Sabino Arana, los fundamentos del pueblo vasco son: por un lado religión y la tradición: «Jangoikoa eta Lege Zaharra» (Dios y Fueros) y la raza. Este segundo factor excluía, de entrada, a quien no formaba parte de ella. Los nuevos ideólogos fundadores de ETA (como Txilardegi etc..) pusieron en la recuperación del idioma, el euskara, lo determinante de la nacionalidad, lo cual, de entrada también, abre las puertas a todo el que quiera formar parte de la comunidad lingüística; poco después, en la Vª Asamblea de ETA, se dio un salto copernicano, definiendo al Pueblo Trabajador Vasco, compuesto por quienes «viven y trabajan en Euskadi«, si bien esto se podía entender de diferentes maneras. En todo caso el sentido de pertenencia pasaba a ser cuestión sobre todo de la voluntariedad, de la adhesión a un proyecto nacional de base ciudadana abierto y democrático.
3/ Identificadas sobre todo en colectivos como Naparralde y Orreaga.
4/ Ver, por ejemplo: A. Olariaga, I. Galparsoro, U.Apaolaza y J. Goikoetxea, (2015), Editorial Txalaparta.
5/ I. Errejón:, «Abriendo brechas: apuntes estratégicos tras las elecciones generales», http://blogs.publico.es/dominiopublico/15529/abriendo-brecha-apuntes-estrategicos-tras-las-elecciones-generales/
6/ M.E.R. Palop, «Sin derecho a decidir no hay futuro para el PSOE» (2016), https://www.vientosur.info/?article10872
7/ Loable tarea pero difícil, ya que, a diferencia de los patriotismos de las naciones sin estado, para lograr un patriotismo español diferente al mayoritario e imperante en el Estado español, que es el que preside las casas cuarteles de la benemérita, hay que expurgar muchos elementos adheridos a un patriotismo de rancio abolengo colonialista, imperialista y opresor de las nacionalidades internas. Y es que el patriotismo existente en países de larga tradición imperialista, de uso y abuso del término para defender los intereses de las clases dirigentes, no es fácil de ser suplantado por otro de signo izquierdista, popular y emancipatorio. La II Republica, a pesar de su carácter democrático, no superó ese déficit, ni en relación a las colonias ni en lo relativo a las naciones interiores. El imaginario nacional español está impregnado de un pasado colonial, de la España una y unida, de Ceuta y Melilla como tierras españolas y de Gibraltar también; es la » marca España «, de indiferencia, cuando no desprecio, a lo que, aunque formalmente se consideran lenguas españolas no castellanas, en la realidad se piensa lo contrario, en caso contrario no habría tanta resistencia en aprenderlas. España, no es Venezuela, ni Cuba, donde hay un patriotismo antiimperialista, España se asemeja más a la Francia de la Grandeur y a la Gran Bretaña (salvo en la tradición democrática), aunque no jueguen en la Champions.
Joxe Iriarte («Bikila») es miembro del partido vasco Alternatiba (integrado en la coalición EH Bildu). Autor de numerosos artículos sobre la cuestión nacional vasca, explicó qué quiere significar cuando afirma ser abertzale (patriota), al redactar el contenido del término «Patria» (pp. 112-115) que en su «Diccionario para la resistencia» publicó la revista VIENTO SUR en ocasión de su nº50, en junio del año 2000, (https://www.vientosur.info/spip.php?rubrique157).
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