Ya no se construirá en El Musel la «mayor planta de biodiesel del mundo». El proyecto no es viable dicen los empresarios: los bancos no lo financian, la materia prima es muy costosa y España importa agrocarburantes subsidiados en los Estados Unidos. Así que la primera piedra colocada con pompa en el muelle de La […]
Ya no se construirá en El Musel la «mayor planta de biodiesel del mundo». El proyecto no es viable dicen los empresarios: los bancos no lo financian, la materia prima es muy costosa y España importa agrocarburantes subsidiados en los Estados Unidos.
Así que la primera piedra colocada con pompa en el muelle de La Osa, en medio de la fiebre de los «biocombustibles» hace escasos tres años, será la última.
Esto se veía venir. Varias organizaciones advirtieron que los agrocarburantes no son viables como sustitutos del petróleo por la enorme cantidad de terreno que se necesitaría y por el costo social y ambiental que les valió el mote de «necrocarburantes».
No es coherente luchar contra el cambio climático y contra el hambre y al tiempo destruir los bosques y destinar las tierras a producir los combustibles para alimentar nuestros coches.
Hubo oposición social al proyecto también porque la planta de Xixón se abastecería de aceites producidos en Colombia mediante la devastación de bosques y sobre los cadáveres de los indios y los negros asesinados por los narcoparamilitares para producir los combustibles «limpios» que demanda Europa, sin que se cuestione la cultura del coche individual y el colosal derroche de energía.
El precio de los cereales se disparó al usarse como materia prima para los agrocarburantes, condenando al hambre a mucha más gente. Y cuando el mercado esté saturado y bajen los precios de la materia prima se quebrarán los productores, y sus tierras quedarán en manos de latifundistas y multinacionales.
Héctor Mondragón experto invitado por el ayuntamiento de Xixón advirtió -en abril del año pasado- que al entrar la economía mundial en ciclo recesivo, proyectos como la planta de biodiesel de Xixón corrían peligro pues no tenían en cuenta el comportamiento cíclico del conjunto de la economía, ni el comportamiento de los precios de los combustibles. Dijo que la proliferación de plantas de agrodiesel y etanol podía quebrar los proyectos en curso, impulsados por empresarios captadores de subvenciones en el norte y por latifundistas que se apropian rentas y territorios ajenos en el sur, muchas veces con métodos violentos.
Lánguido final para un proyecto faraónico, viciado de imprevisión por avaricia y sordera.