Las personas que habitan y construyen Garaldea se proponen «hacer las cosas de una forma diferente a la que propone el sistema» y ahora mismo se enfrentan a un nuevo reto: lograr la autosuficiencia energética. La asociación Garaldea es un espacio de transformación personal situado en la finca El Batán. Nace como respuesta al cierre […]
Las personas que habitan y construyen Garaldea se proponen «hacer las cosas de una forma diferente a la que propone el sistema» y ahora mismo se enfrentan a un nuevo reto: lograr la autosuficiencia energética.
La asociación Garaldea es un espacio de transformación personal situado en la finca El Batán. Nace como respuesta al cierre de la comunidad terapéutica en torno a la drogodependencia. Ahora, con una misión clara: el proceso de empoderamiento debe llevarse a cabo por las personas afectadas, las cuales deben hacer frente a un nuevo reto: lograr la autosuficiencia energética. Desde la campaña #GaraldeaSostenible pretenden conseguir, mediante microfinanciación, que este sueño sea una realidad y hacer posible una transacción hacia un lugar de referencia en el compromiso con la ecología y la autosuficiencia.
Garaldea, «la casa de todas y de todos», por un día fue nuestra casa también. El Salmón Contracorriente pudimos estar allí y conocer lo que de verdad es este lugar. En una hora ya estaba allí, apenas me había alejado de Madrid, pero parecía que estaba en un sitio completamente diferente. Me recibe Victoria, garaldeana, y con una taza de té me invita a recorrer la finca. Después, nos sentamos al aire libre, en el porche. Estamos en completo silencio, apenas se escucha un ruido, tan solo el sonido de un martillo cercano. Se une Celia, una compañera, y uno de los perros, que inquieto nos acompaña por el recorrido de la finca. Yo ya he podido ver lo que es Garaldea, un espacio de convivencia y aprendizaje, sin embargo, esa es la visión que podemos ver desde fuera. Garaldea por dentro es mucho más: «para mí es un reducto cerca de Madrid que da la posibilidad de crear un montón de proyectos«, así comienza Victoria, y continua diciendo: «No solo para empezar proyectos vinculados con la drogodependencia, sino también proyectos de colectivos con pocos recursos, y que tienen una perspectiva de lucha por la justicia social afín, para poder reunirse en la naturaleza. No estás escogiendo un albergue cualquiera, pasando unos días aquí con tu grupo ayudas a un colectivo social. A la vez ayudamos al entorno ecológico intentando mantener el ecosistema y al otro entorno, el entorno social. Es decir, es un espacio de transformación social y del entorno«. Celia asiente y añade que para ella Garaldea es «un experimento. Con esa abertura, la casa de todos, te enriqueces de una cantidad de cosas inimaginables«. Victoria piensa lo mismo: «me atrevería a decirte que todas las personas que hemos pasado por aquí decidimos que hay una transformación personal muy fuerte«.
Garaldea surge pues como un recurso de proyecto hombre. Sin embargo, con los recortes de 2011 hacia los servicios sociales, la atención de la drogodependencia se ve afectada. Victoria lo recuerda así: «a raíz de los recortes se genera un colectivo de personas vinculadas a la atención de personas que han tenido problemas. El 29 de febrero de 2012 despiden a todos los trabajadores y se disponen a cerrar y desalojar Garaldea, pero esto nunca estuvo vacío. A partir de entonces hubo un encierro protesta con mucha gente implicada. Se hicieron jornadas de reflexión y poco a poco fue surgiendo la idea de quedarse. Este tema nació con la intención de seguir tratando a personas drogodependientes una vez hubieran superado el síndrome de abstinencia, en un momento de encontrarse consigo mismo, de rehacer su vida. Por lo tanto este es un espacio que garantiza que no hay drogas ni alcohol dentro, es una especie de oasis. Todo ello en una llamada a la horizontalidad y a la igualdad entre las personas, terapeutas y personas en tratamiento al mismo nivel, llamando al respeto de la autonomía. Eso es lo que me enseña Garaldea, que todas las personas tienen algo que aportar. Todas. Por eso nuestra frase `el respeto a la autonomía y a la dignidad de cada uno es un imperativo ético y no un favor que podemos hacernos los unos y los otros´». Celia añade «al principio no sabíamos cómo hacerlo, y lo que nos ha permitido esto es ponernos todos al mismo nivel y empezar desde el mismo punto de partida. Un poco más por igual. Esa idea estaba ahí pero no sabíamos cómo y de repente la sorpresa nos ha ido poniendo a todos por el camino. Es un experimento.»
El corte de luz: «El debate entonces se centró en qué necesitábamos como seres humanos para vivir»
Sin embargo, este proyecto se tambaleó el día que Garaldea sufrió un corte de luz. Este momento se puede considerar un antes y un después en su historia. Supuso un nuevo punto de partida y lejos de apartarles de su meta, les ha reconducido por el camino. Se ha abierto otra etapa en Garaldea. Victoria rememora ese instante: «justo teníamos una asamblea bastante conflictiva ese día, estábamos preparándola, cuando de repente se va la luz. Dejamos la asamblea y nadie se volvió a acordar nunca más de lo que se iba a tratar allí. Era 23 de diciembre y hacía un frío… estuvimos toda la noche allí con velas, pues no habíamos preparado nada, fue todo de repente. Entonces, de estar todos disgregados comenzamos a hacer piña. Es verdad que mucha gente sintió que ese día el proyecto se acababa, pero mucha gente sintió justo lo contrario. Desde lo individual sí que piensas: ahora donde me meto, pero de repente surgió una voz que decía que daba igual donde fuéramos, que lo importante era que íbamos todos juntos«. Para Celia, fue un punto de inflexión: «el proyecto estaba en ese momento en una parte muy mental, como muy arriba, y eso hizo que se conectara más con la tierra y que muchas cosas de las que nos estábamos planteando como generar estructuras, de repente desaparecieran y diésemos con algo más terrenal. El debate entonces se centró en qué necesitábamos como seres humanos para vivir. Entramos en otro trabajo.»
A pesar del frío y de la incertidumbre Victoria lo recuerda como algo muy bonito: «Febrero es un mes duro porque es muy frío. Por la mañana nos levantábamos y si había luz estábamos pululando un poco, pero a las cinco estábamos todos ya en el salón, con la chimenea, hablando todos. Se lo comenté además a una amiga mía que es colombiana y me decía que la mejor etapa de su infancia la pasó cuando tenían cortes de luz, porque de repente salían todos a la calle y se estaba con la gente. Eso fue lo que nos pasó. Nos cortaron la luz y nos vimos«. «Claro«, añade Celia, «creo que el hecho de tener una dificultad común ha creado una cohesión grupal que necesitábamos. Cada uno estaba con sus necesidades personales y de repente compartir una dificultad tan fuerte y además común. Es un comienzo muy bonito. Todo de nuevo».
Este corte les invitó también a reflexionar sobre las necesidades que hemos creado, cosas que realmente no son necesarias. Para Celia ha sido «la rapidez con la que va todo. La lentitud tiene una parte de valor. Ahora por ejemplo estamos escuchando un martillo, porque no hay ninguna máquina eléctrica que haga un gran ruido. Las cosas van más lentas que antes, porque no podemos usar herramientas para ir más rápido. Sin embargo, ahora la gente está conectada, se necesitan los unos a los otros para echarse una mano, y es ahí cuando se crea la conexión. Además, es más respetuoso con el medio ambiente y se tiene más tiempo para hacer las cosas despacio. La necesidad de hacerlo todo rápidamente hace que acabes pronto y se quiera más. Hacerlo más lento es más enriquecedor y más sano.«
El proyecto continúa. Bioconstrucción y autosuficiencia como aliadas
Para poder continuar con el proyecto y suplir las deficiencias que había causado el corte de luz se han puesto en marcha una serie de medidas y acondicionamientos para poder solventar el problema de la manera más ecológica posible. Victoria recoge algunas de las medidas que han llevado a cabo: «Hemos revestido un par de paredes con barro, que junto con serrín se consigue como un corcho que nos sirve de aislante. Hemos sellado las ventanas con una especie de cal, como barro, y hemos creado unas cortinas con tetrabricks, aunque más que cortinas serían como unas pantallas correderas, que se ponen delante de la ventana, por lo que todo el aire que entra se queda ahí, en esa cámara. Tenemos también una estufa rocket, hecha con barro, placas solares, y calefacción con estufas de inercia. Para calentar el agua estamos pensando en calderas de leña y depósitos con consola térmica. También bombeamos el agua con energía solar, pero funciona solo cuando hay luz, así que queremos experimentar con una bicicleta. Se me olvidaba también el muro trombe. Muchas veces pensamos que estas medidas son para países que no tienen recursos, pero aquí también se utilizan. Claro que todo esto tuvo un primer paso, que fue reducir el consumo. Se hizo un pequeño estudio de como estar con la luz mínima. Fue muy divertido, porque se fue la luz. Entonces dijimos vamos a cambiar las luces y en vez de quitar las bombillas, quitamos todo. Nos dio tanta obsesión con que había que cambiarlo todo que cambiamos todos los aparatos. Desatornillamos, quitamos… dejamos todos los cables colgando. Luego pusimos led, que los podíamos haber enganchado y habría quedado todo mucho más bonito, pero nos dio la paranoia con que esto gastaba mucho, que había que quitarlo. Claro, a veces poníamos el generador y si te habías dejado una bombilla encendida por algún lado era un despilfarro. Quitamos todo todo, hasta los clavos y a las dos semanas pensé, ¿por qué quitar todo, no hacía falta tanto? Celia añade por lo bajo: «con quitar la bombilla…» y ambas se echan a reír.
Apoyar Garaldea es «apoyar la casa de todas y de todos»
Con todo ello el proyecto sigue, hay un futuro para Garaldea. Ambas lo creen y Celia sentencia: «el alma está ahí, la raíz esta ahí, está muy presente en todo. Ahora Garaldea está en constante construcción y dentro del recorrido que tenga como proyecto, como grupo, yo siento que en estos momentos está atendiendo a otras cosas muy necesarias como es la seguridad en la autosuficiencia real, trabajando en muchos aspectos que le tiene que dar seguridad al proyecto para que eso que está en el alma, que sigue estando, sea más seguro». Claro que este futuro presenta dificultades, pero no lo observan como una imposibilidad, más bien como un reto: «al ser los primeros, vamos dando bandazos, pero esto es un avance en espiral, así pues los que vendrán detrás ya tendrán suelo donde pisar«, dice Victoria. Además, Garaldea cuenta con una importante red de contactos «hay una red tan grande que puedes soltarte de un lado, pero no te caes«.
Para poder seguir hacia delante, Garaldea ha puesto en marcha una (campaña de micromecenazgo) para que este espacio siga siendo la casa de todos y de todas. Los objetivos de la micro financiación son varios, como conseguir los materiales para cubrir las necesidades y profundizar en los conocimientos adquiridos. Además, parte de los beneficios irán destinados a financiar talleres sobre todo lo construido en Garaldea, para que el conocimiento no quede ahí, sino que fluya y siga, con su correspondiente documentación y difusión libre. Los talleres son varios, entre ellos, un taller de fotovoltaica, dos talleres con la estufa rocket, talleres con baños secos (que evitan que los residuos desperdicien agua limpia), talleres de bombeo de agua y talleres de biodinámica. Aquellos que se animen no se irán con las manos vacías, a parte de colaborar con el proyecto recibirán una serie de recompensas en función del dinero aportado, como una mención en su web, camisetas, una estancia en Garaldea, cestas con productos ecológicos, formación para colectivos, etc.
Victoria y Celia aportan sus propios argumentos para apoyar Garaldea respectivamente y promover esta campaña de microfinanciación: «es un espacio de referencia dentro de Madrid, de referencia en el entorno de la lucha social y además con el apoyo vamos a conseguir que sea un espacio de referencia a nivel ecológico y de utilización de recursos. Y va a ser de uso de todas y todos» dice Victoria, mientras Celia añade:«en el fondo lo que se está apoyando es el conocimiento libre. Todos los talleres que vamos a hacer se van a documentar y esa información siempre va a estar disponible«.
Ya hemos terminado la conversación, Victoria recoge mientras me quedo con Celia, que añade una última frase, un último alegato. Apoyar Garaldea para «hacer las cosas de una forma diferente a la que propone el sistema».
Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Sostenibilidad-y-autosuficiencia