Esto de ser español es un mal negocio; así que, ladrones por ladrones, mejor quedarnos con los nuestros. Joan Capdevila (Candidatura de ERC, en el quinto lugar) Por eso toda lucha o proyecto que se presente ante la ciudadanía tiene la obligación de señalar al enemigo que se apresta a combatir. Todo silencio o […]
Esto de ser español es un mal negocio; así que, ladrones por ladrones, mejor quedarnos con los nuestros.
Joan Capdevila (Candidatura de ERC, en el quinto lugar)
Por eso toda lucha o proyecto que se presente ante la ciudadanía tiene la obligación de señalar al enemigo que se apresta a combatir. Todo silencio o circunloquio sobe esta cuestión es abonar algo letal para la concienciación: el confusionismo. La historia de España de las últimas décadas está llena de ejemplos. Definir al enemigo es también y, fundamentalmente, definirse uno mismo.
Julio Anguita (2015) [1]
Diez sugerencias sobre campañas electorales desde la perspectiva de una izquierda no nacionalista ni secesionista [IZEDEC] que enlace, con convencimiento y honestidad, sin ceguera, sin exclusiones y de manera natural (y sin esconderse ni corregirse), con lo mejor, es decir, con lo más rebelde, honesto, fraternal y documentado de las viejas, nuevas y diversas tradiciones emancipadoras de .Cat y del resto de España.
1. La IZEDEC tendría muy en cuenta, también en la lucha electoral, las palabras finales, arriba reproducidas, de uno de los dirigentes, activistas, maestros, como se prefiera decir, más importantes, honestos e imprescindibles que han generado las izquierdas emancipatorias en las últimas décadas (y no sólo en nuestro país de países). Hablo de Julio Anguita por supuesto.
2. La IZEDEC señalaría públicamente el injustificado insulto que significa para millones de personas, de aquí y de allí, afirmar que «ser español es un mal negocio».
2.1. ¿Cómo podemos interpretar este «mal negocio»? ¿Tiene alguna interpretación que no sea crematística?
2.2. ¿Qué concepto de «español» subyace a esa afirmación?
3. La IZEDEC daría la vuelta la frase, a modo de experimento mental político, y preguntaría: ¿alguien en su sano juicio político, con las mínimas exigencias de prudencia y honestidad, podría escribir: «Ser catalán es un mal negocio; así que, ladrones por ladrones, mejor quedarnos con los nuestros, con Bárcenas, Díaz Ferrán y sus amiguetes»?
3.1. ¿Qué se opinaría sobre una afirmación así en los medios secesionistas y afines? ¿Oímos ya sus potenciales (y más que justificados) gritos y protestas? ¿Y qué se opina entonces sobre la afirmación de un candidato, que sigue siendo candidato a diputado en el Congreso?
4. La IZEDEC comentaría y argumentaría que una declaración así exige la inmediata (y creíble) petición de disculpas o la dimisión inmediata del candidato.
4.1. ¿Se pretende que alguien informado y no cegado por banderas que airean vientos de discordia entre pueblos pueda votar a un candidato de estas características?
5. La IZEDEC preguntaría como alguien, visto lo visto, puede considerar a ERC un partido de izquierda (esquerra) y republicano, incluso un partido «de Cataluña».
5.1. ¿De qué Cataluña?, ¿qué Cataluña representa?
5.2. ¿Es esta una forma adecuada, vale la pena insistir, de aproximar posiciones, ciudadanos y comunidades?
5.3. ¿El señor Junqueras, por ejemplo, ha corregido la afirmación de su compañero de partido?
6. La IZEDEC, sin apelar a una comparación estricta, inexistente por supuesto, recordaría también una de los lemas publicitarios de «Democracia i llibertat», la ex CDC: «Desigualtat», al lado de la firma y la fotografía de Homs o de Artur Mas; tachando el prefijo «Des», queda «Igualtat». ¿CDC puede hablar sin enrojecer de «igualdad»? ¿Cómo es posible que pueda admitirse, incluso en tiempos electorales, una afirmación de estas características?
7. La IZEDEC cambiaría un poco de tercio y recordaría con insistencia que las promesas y sugerencias electorales, en contra de lo señalado «irónicamente» por Tierno Galván hace unas tres décadas, están para cumplirse.
Y en todos los casos. Por ejemplo, sobre las supuestas nuevas formas (publicitadas con insistencia) de hacer política, sobre la real democratización de la vida pública empezando por las propias organizaciones, sobre el decir en la oposición y el hacer en las instituciones, sobre los límites reales de la intervención institucional, sobre las jaulas de hierro que pueden representar la UE, el BCE y el euro, y sus corolarios correspondientes, etc.
8. La IZEDEC insistiría en ser claros y acaso distintos en un asunto que sigue siendo muy importante: la falsaria narratividad asociada a un dret inexistente (sabido inexistente), el dret a decidir, a no ser que «dret a decidir» equivalga a práctica real de la democracia, en todos los ámbitos y por parte de todos.
8.1. Si fuera así, si dret a decidir equivaliese a democracia real, los menos indicados para su vindicación, salvo que toda contradicción sea admisible, serían muchos partidarios de Junts pel sí, quienes, por ejemplo, se negaron a apoyar, votaron en contra, la celebración de una consulta ciudadana sobre el TTIP hace apenas un año en el Congreso de Diputados.
9. La IZEDEC preguntaría, un pelín molesta, por la casi ausencia o no presencia de Alberto Garzón, y la Unidad Popular que representa, en la campaña electoral catalana. ¿Pero no es el caso que EUiA, una organización hermana de IU, forma parte de «En comú Podem-Podemos en común»? ¿Se ha vetado a alguien en «acuerdos secretos» o no explicitados tomados en la formación de esta coaliación?
9.1. La IZEDEC recordaría una distinción de Sacristán entre propaganda y publicidad: todo el mundo podemos o debemos propagar nuestras ideas. La publicidad es otra cosa, el engaño hábil, seductor en ocasiones.
9.2. La IZEDEC señalaría que gran parte de lo que estamos acostumbrados a ver y a oír, en campañas y fuera de campañas, se ubica en la segunda categoría
10. La IZEDEC situaría la lucha electoral-institucional donde debe ser situada (sin negar su importancia) y denunciaría a un tiempo, y a los cuatro vientos lo oportuna y magníficamente denunciado por el ex secretario general de la CONC López Bulla: «http://lopezbulla.blogspot.com.es/2015/12/la-mafia-china-catalana-y-sus.html«
10.1. ¿Cómo podemos, preguntaría, cómo se puede seguir hablando de la responsabilidad social corporativa? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de responsabilidad social? ¿Cómo nos prestamos a abonar un cinismo de estas dimensiones?
10.2. La IZEDEC insistiría en las coordenadas globales de la situación, del marco de maltrato a nuestro habitat en el que seguimos inmersos.
10.2.1. También en campaña por supuesto y más en estos momentos.
10.3. Por si hubiera alguna duda, tomaría pie en uno de los trabajos de un ciudadano con excelente ojo clínico, buena información, demostrado compromiso y con mirada más inquisitiva y profunda. Hablo de Rafael Poch de Feliu.
Primer compás: «Lo peor del «mejor acuerdo posible» alcanzado ayer en París es que ni siquiera es decepcionante. El consenso alcanzado entre 195 países, con 150 jefes de Estado desplazados y tantos periodistas, «sólo podía ser un éxito», dice sin ironía Germán Palacios, de la Universidad de Amazonia-Leticia. Este acuerdo es lo que da de sí el sistema socioeconómico vigente en el mundo de hoy. El resultado de ese «éxito» -más emisiones que sobrepasarán los 2 grados Celsius de incremento de la temperatura a fin de siglo- nos lleva derechos a una catástrofe científicamente establecida.
Una comparación pertinente: «He asistido a casi todas las históricas cumbres de desarme nuclear del fin de la guerra fría. La guinda de aquel proceso se puso el 24 de mayo del 2002 en el Kremlin de Moscú: un histórico «acuerdo estratégico» que dio plena libertad a las dos potencias para sus respectivos arsenales de destrucción masiva. Poco antes, el 13 diciembre del 2001, EE.UU. se había retirado unilateralmente del acuerdo ABM, piedra angular de aquella loca geometría. Fue el último clavo en el ataúd del desarme entre las dos grandes potencias, que hoy convierte en una farsa completa la no proliferación nuclear. El principal ingrediente de aquel desastre también fue el pragmatismo: «El mejor acuerdo posible»»
Vuelta al tema de estos días: «Este acuerdo climático es «histórico» precisamente por lo que tiene de ocasión perdida. El texto no está a la altura de lo que la ciencia ha establecido. Hay una total imprecisión a la hora de definir los objetivos de reducción de emisiones, abandonados desde Cancún (2010) a la voluntad de cada país. Eso significa que no hay una hoja de ruta para impedir el incremento de temperatura. Lo único «jurídicamente obligatorio» no es la reducción sino la periódica revisión de esa voluntad de cada país, que hoy por hoy nos aboca a incrementos de temperatura bien superiores a los dos grados. Esa contradicción no impide la audacia de formular el deseo de ir más allá (tope de 1,5ºC), pero para eso las emisiones deberían reducirse en más de un 80% hasta el 2030, algo a lo que los países del norte se niegan».
Algunas críticas urgentes: «No se menciona fecha del pico de emisiones. Se habla de «cuando sea posible» y a largo plazo se relega todo para la segunda mitad del siglo XXI. La justicia ambiental entre el norte y el sur menciona «daños y perjuicios», pero se opone expresamente a admitir la deuda ecológica. Un artículo, el 52, excluye expresamente toda responsabilidad legal (liability) y compensación, tal como quiso la administración Obama en representación del norte global. La aviación civil y el transporte marítimo, ambos responsables de alrededor del 10% de las emisiones globales, quedan fuera del acuerdo. Y, naturalmente, se mantiene una referencia al «crecimiento económico». No es el fin del mundo. Es una nueva ocasión perdida de civilización».
Y el gran toque final: «War y warming, guerra y calentamiento, dos palabras con la misma raíz». Pues eso.
Nota:
[1] Juan Andradre y Julio Anguita, Atraco a la memoria, Madrid, Akal, 2015, p. 479.
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