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Bono, presidente

Suplantando a Zapatero, el ministro de Defensa explicó las razones para mantener y ampliar la participación militar en la guerra de Afganistán

Fuentes: inSurGente

Al contrario que Cheney -que para algunos es el verdadero Presidente de los Estados Unidos-, que apenas se deja ver y no prodiga declaraciones y apariciones en los medios; en la provincia imperial de Hispania el ministro de Defensa, José Bono, virtual jefe del gobierno según parece evidente, prodiga sus apariciones en público. Últimamente ha […]

Al contrario que Cheney -que para algunos es el verdadero Presidente de los Estados Unidos-, que apenas se deja ver y no prodiga declaraciones y apariciones en los medios; en la provincia imperial de Hispania el ministro de Defensa, José Bono, virtual jefe del gobierno según parece evidente, prodiga sus apariciones en público. Últimamente ha sustituido a su jefe en el momento político fundamental de las últimas semanas: el de la declaración de principios sobre la política internacional del Estado Español. Bono ha coincidido con Bush en los análisis sobre la «guerra mundial antiterrorista» y sobre su escenario de combate en Asia Central. Desde su lugar de vacaciones, José Luis Rodríguez Zapatero ha aplicado la estrategia de George Bush sobre la garantizada oportunidad de las frases incomprensibles y ha sintetizado las conclusiones de su ministro: «Estamos en Afganistán por las mismas razones que nos hemos ido de Iraq».

Dicho de otra manera: la retirada de Iraq nos obligaba a intervenir en Afganistán para mantener el apoyo global a la política imperial de los EEUU.

«Nuestros soldados están en Afganistán para luchar contra el terrorismo, dar seguridad al pueblo afgano y propiciar la libertad, la democracia y el progreso». Ni Bush lo hubiese expresado con mayor ajuste al discurso fundamental de su Imperio. Los EEUU extendiendo, con las ocupaciones militares, la libertad, la democracia y la economía de mercado por el mundo.

La presencia española se realiza -continuó Bono- en el marco de una «misión de paz» según la «calificación de las Naciones Unidas» que han autorizado la intervención.

Para Bono nada ha cambiado desde el 11 de Septiembre ni la política de EEUU en Iraq ha demostrado hasta la saciedad cuál es la intención de Washington en relación con las intervenciones militares en el mundo. Bono olvida que los EEUU han intentado, con diferente éxito, ajustar las resoluciones del Consejo de Seguridad a una política planificada al margen del derecho internacional y de los principios de la organización supranacional. La ONU resultó «relevante» para Washington en los momentos iniciales de su guerra en Afganistán, e «irrelevante» para facilitar la «legitimidad» de su guerra contra Iraq. En ambos casos el chantaje y la amenaza fueron los instrumentos para ajustar la política de las Naciones Unidas a los deseos de Washington.

«No hay nada que ocultar sobre los ‘verdaderos españoles sin fronteras’ que participan en una campaña contra el fanatismo, el terror y la pobreza». De la mano -eso no lo dijo Bono- de los mismos Estados Unidos que han roto todo el orden internacional, han mentido, y han presionado y chantajeado a las Naciones Unidas para crear primero el «caso Iraq», e invadir y destruir después el país mesopotámico.

La división de escenarios y de razones de intervención es totalmente absurda. El plan global de Washington incluye Afganistán e Iraq, e incluiría también a otros países si las resistencias afgana y, sobre todo, iraquí, no hubiesen incapacitado a los Estados Unidos para continuar con su plan global de operaciones.

«Mi convicción es que ante atentados (como los de Londres, Madrid o Nueva York) no podríamos hacer más que rezar si no fuese porque hay soldados que, dentro de la más estricta legalidad, luchan contra el terrorismo».

Las razones que esgrimió Bono para justificar el mantenimiento de la ocupación en Afganistán y la creación de un orden político a la medida de Washington, son exactamente las mismas que las utilizadas por Bush para explicar la invasión de Iraq: «Probablemente, son muchos los afganos que prefieren estar «ocupados» por tropas de un Gobierno democrático, que por las de los talibanes que les martirizaron».

Rizando muchos rizos al mismo tiempo, el «Presidente» Bono explicó como habían retirado su apoyo a la operación Libertad Duradera que se sigue realizando en el sur del país. «Cambiamos la participación española en coaliciones de guerra por la participación española en misiones de paz», dijo el ministro, puntualizando su enorme devoción por las Fuerzas Armadas «la defensa de la Democracia y la libertad no la hacemos mejor nosotros en el Parlamento que ellos donde están cumpliendo servicio».

La explicación de Bono en funciones de Zapatero, sobre el núcleo duro de la política exterior no ha ocasionado demasiados desperfectos en ese Parlamento cuya dignidad soporta bien los menosprecios del ministro.

Izquierda Unida ha considerado suficiente la prometida intervención a posteriori del presidente del gobierno que acudirá en el mes de septiembre a explicar las «razones de la presencia militar española en Afganistán».

«Es una buena noticia que el Gobierno rectifique, aunque tarde», se congratuló, pese a todo, el flexible y amistoso Llamazares.