Susana Díaz prometió al coordinador andaluz de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, que le llamaría en el transcurso del fin de semana para trasladarle su decisión sobre la posibilidad de un adelanto electoral. Y así fue. Sobre las 21.20 horas, Maíllo recibió la llamada de la presidenta de la Junta. Le confirmó lo que parecía obvio: […]
Susana Díaz prometió al coordinador andaluz de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, que le llamaría en el transcurso del fin de semana para trasladarle su decisión sobre la posibilidad de un adelanto electoral. Y así fue. Sobre las 21.20 horas, Maíllo recibió la llamada de la presidenta de la Junta. Le confirmó lo que parecía obvio: su determinación de romper el pacto de gobierno y convocar las autonómicas para el domingo 22 de marzo.
La noticia fue adelantada por el diario El País, y la pudo confirmar infoLibre por fuentes oficiales del Ejecutivo andaluz. Así, mañana lunes, tras un pleno extraordinario en la Cámara andaluza, Díaz citará de forma extraordinaria a su Consejo de Gobierno para deliberar sobre este asunto, y justo después firmará el decreto de convocatoria de los comicios y de disolución del Parlamento, que saldrá publicado el martes en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA).
Lo que aún no está claro es qué ocurrirá con los tres consejeros -Diego Valderas (vicepresidente y consejero de Administraciones Públicas y Relaciones Institucionales), Elena Cortés (Fomento y Vivienda) y Rafael Rodríguez (Turismo y Comercio)- y todos los altos cargos que IU tiene en el Ejecutivo. La presidenta podría cesarlos, de forma que sus competencias fueran asumidas por consejeros socialistas, o bien ellos mismos podrían dimitir en bloque. La resultante es la misma: Gobierno en minoría del PSOE-A. «Dado que la situación es complicada, sería poco entendible la permanencia, pero todo se andará», señalaba un alto mando del Ejecutivo cercano a Maíllo.
El líder de IULV-CA trasladó a Díaz, durante su breve conversación, que su decisión es un «error» y que no está «justificada en ningún caso«, informa Europa Press. La jefa de la Junta también se lo comunicó a su número dos, Valderas. A las 21.27, para ser exactos, según confirmaron fuentes de su entorno. La conversación con él fue «normal«, no tensa, y le argumentó que romper la baraja era «la mejor opción».
Desde IU calificaron como «falta de lealtad» la actitud de la presidenta, ya que la noticia saltó al rotativo de Prisa al tiempo que Maíllo colgó al teléfono. El coordinador había reunido a su grupo parlamentario para decidir su posición sobre uno de los asuntos que va mañana a pleno: la renovación de la Cámara de Cuentas andaluza, pactada por socialistas y PP, que blinda su composición hasta 2017, y la sustitución de miembros de la Diputación Permanente, con la que los de Díaz pretenderían ubicar a los aforados preimputados por el caso de los ERE, ya que dejarlos desprotegidos les situaría de nuevo en manos de la jueza Mercedes Alaya en plena precampaña.
Se cierra así una legislatura que no ha llegado ni a los tres años de vida. El bipartito echó a andar, presidido por José Antonio Griñán, tras las elecciones autonómicas de marzo de 2012, que ganó el PP por primera vez (50 escaños, por los 47 del PSOE-A y los 12 de IULV-CA). Al cabo de poco más de un año, el jefe del Ejecutivo anunció que no se volvería a presentar, abocó a su partido a unas primarias en las que Díaz arrolló y tras las que logró primero el mando del Gobierno y después las riendas del poderoso PSOE andaluz.
Las razones de la desconfianza
Casi desde el principio acecharon las sombras de un adelanto electoral. Pero nunca como hasta la última semana esa posibilidad se vio clara. El lunes pasado, la presidenta aseguró que su Ejecutivo no gozaba de «estabilidad«. Una primera señal clara de que la alianza de socialistas e IU tocaba a su fin. Y en los siguientes días fue dando más y más pasos. Amarrando el apoyo de su partido, promoviendo la convocatoria de un pleno extraordinario en el Parlamento autonómico (mañana), advirtiendo de que era este «el momento de los andaluces«, rubricando que el único tren que cogería sería el de Andalucía.
Díaz ha venido reiterando las razones por las que sentía que su Gobierno no era «fuerte», estable. Y se las contó a Maíllo, con quien nunca tuvo unas relaciones fluidas, el pasado viernes en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta. Entre ellas, le molestó sobremanera que la asamblea de balance de IU, que se reunió en diciembre, facultara a la dirección a convocar en verano un referéndum entre sus militantes para decidir la permanencia en el Gobierno de coalición en caso de que no se hubieran aprobado leyes prioritarias para la federación: banca pública, renta básica, ley integral de agricultura, mínimos vitales y ley de igualdad contra la violencia de género. Los socialistas también se habían quejado de los gestos de distanciamiento de IU, las declaraciones críticas del candidato de la federación a la Moncloa, Alberto Garzón, o el controvertido viaje de Valderas a los campamentos saharuis de Tinduf, en Argelia.
IU, sin embargo, ha subrayado por activa y por pasiva que no hay «razones objetivas» para romper el pacto de gobierno, porque lo que marcaba la estabilidad del Ejecutivo era el cumplimiento de lo acordado en 2012, esa hoja de ruta que contenía una treintena de leyes y 256 medidas. En el ánimo de IU está intentar hacer ver, por todos los medios, que es el PSOE quien rompe «unilateralmente» el acuerdo, por razones que escapan al interés de los andaluces. Tras conocerse el anuncio, IULV-CA calificó el anticipo electoral de «deslealtad».
El «único tren» de Díaz es el de Andalucía
Algo de cálculo electoral hay. Los socialistas consideran que, al fijar los comicios para el 22 de marzo, Díaz puede recuperar la primera posición del podio. El último sondeo la sitúa con un 39,6% de los votos. Además, apuntilla a un PP hundido en las encuestas. Pilla también al partido de Pablo Iglesias, la gran amenaza por la izquierda, sin estructura, por lo que tiene al alcance demostrar que el fenómeno Podemos es un soufflé. Que se le puede vencer. También coloca la confrontación en el eje PP-PSOE, y una victoria en las urnas la ayudaría a revalidarse, a animar a su partido, a tirar de los candidatos a las municipales… y a tener la puerta abierta en caso de un eventual salto a Madrid. Ese será el flanco que tanto IU como el PP intentarán explotar al máximo. Ella misma buscó zanjar ese debate en un acto de partido el pasado sábado. Es el momento de dar «la voz» a los andaluces, es el «momento de la gente», incidió. «Mi pasión es Andalucía y el único tren que voy a coger es el que quiero coger y es el tren de Andalucía, y espero que acompañada de los andaluces».
Esa imagen, la del tren, es la misma que la que empleó a finales de diciembre, cuando se visualizó su enfrentamiento con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. «Pude ser secretaria general el pasado verano… O no, porque quizás no me hubieran votado. El tren pasó, ahora no me preocupa. Si vuelve a pasar el tren, ya se verá, y si no pasa, tampoco pasa nada», dijo entonces.
Los conservadores afrontan la campaña desde una posición mucho peor que en 2012, cuando quedaron más cerca que nunca del poder. Su presidente, Juanma Moreno, no acaba de consolidarse. La última encuesta, la publicada ayer sábado por La Sexta, le otorga un 29,4%, diez puntos menos que los socialistas. En tercer lugar, Podemos, con un 15,2%, e IU, con un 8,7%.
Moreno Bonilla emplazaba a Díaz, hasta hoy mismo, a hacer coincidir las municipales con las autonómicas, y le ofrecía «estabilidad política». Ya no hará falta. Los andaluces decidirán el color de su nuevo Gobierno el 22 de marzo. En menos de dos meses.
Luego llegarán las autonómicas en otras 13 comunidades y las municipales en toda España. El 27 de septiembre, las catalanas. Y en otoño, las generales. Un 2015 plagado de urnas.