Es asombroso la que han montado porque algunos protagonistas de la serie de Antena 3 «Aquí no hay quien viva» insinúan su asistencia a una manifestación en defensa de la igualdad de derechos de los homosexuales. El colectivo católico «Hazte Oir» les acusa de dejarse utilizar por el «lobby gay» y han pedido a la […]
Es asombroso la que han montado porque algunos protagonistas de la serie de Antena 3 «Aquí no hay quien viva» insinúan su asistencia a una manifestación en defensa de la igualdad de derechos de los homosexuales. El colectivo católico «Hazte Oir» les acusa de dejarse utilizar por el «lobby gay» y han pedido a la cadena que se retracte públicamente y conceda una espacio en prime time dentro de su programación para defender su postura en torno a la familia. El denominado «Foro del espectador» denuncia «falta de espíritu democrático» en la emisora de televisión. En respuesta, la empresa productora no ha esgrimido su derecho a posicionarse sobre temas de actualidad, se limitaron a decir que «no hay intención de levantar ampollas por ningún lado» y que no toman postura «ni en esto ni en la mayoría de las cosas; se trata de una serie de ficción que toca habitualmente temas de actualidad y la intención ni mucho menos es meterse en ninguna polémica».
Parece que lo de la libertad de expresión no va con una serie de televisión. ¿Por qué no se pueden pronunciar sobre un tema de actualidad en el guión de una serie? Un medio se debe de retractar y rectificar si ha dicho una falsedad o una acusación, no sobre una determinada opinión o posicionamiento. Todos los días se pronuncian columnistas y periodistas y nadie les pide que se retracten sobre su última opinión. Las películas sí abordan temas comprometidos y se posicionan en sus guiones. Pero algunos quisieran que las teleseries fueran de pensamiento social plano, o mejor dicho de compromiso social plano. Que se anuncien y se insinúen en el guión marcas de leche y teléfonos móviles, que se consoliden estereotipos sociales, que se haga apología del consumo y el humor se fundamente en la frivolidad y el chismorreo. Me lo decía mi amigo Juan Madrid, autor de Brigada Central, en la Feria del Libro de La Habana, no permiten que exista el conflicto social en las series de televisión. En ellas no existe ningún problema entre empresarios y trabajadores, no hay manifestaciones en las que intervenga la policía, no aparecen empresas que explotan en el Tercer Mundo, ni accidentes laborales, ni despidos, no hay indigentes, ni yonquis, ni personas con SIDA. Sólo niños pijos, celos y conflictos personales y familiares sin componente social. Juan Madrid me confesó que ninguna serie de televisión puede hoy utilizar la imagen de un uniforme policial o un coche patrulla si no cuenta con la aprobación del Ministerio del Interior después de estudiar el guión.
Los colectivos católicos de derecha que se han indignado con un diálogo de cuatro palabras de la serie de Antena 3, afirman que están dispuestos a boicotear a la cadena a través de los anunciantes y patrocinadores de «Aquí no hay quien viva». Efectivamente, anunciantes y patrocinadores, no audiencias, porque son los anunciantes y los patrocinadores, es decir, los del dinero, quienes deciden que series van a emitir las televisiones, la ciudadanía no pinta nada.
Como para poder imaginar una serie de televisión en la que aparezcan unos okupas dejando en evidencia la falta de viviendas y defendiendo los movimientos que se rebelan contra esa situación, o denunciando el saqueo de nuestra banca en países empobrecidos y sugiriendo su nacionalización. Una serie que reivindique una España republicana sin monarquía y que recoja imágenes de indigentes en la Gran Vía madrileña, yonquis en los suburbios, maltratos en los calabozos de la policía, una batalla entre trabajadores de astilleros y antidisturbios, la jornada laboral de un repartidor de pizza o las condiciones de trabajo de un empleado de telemarqueting. Ese mundo no existe en las teleseries, no deben conocerse. Si hasta piden rectificación y boicot cuando un actor dice que va a ir a una manifestación.