Este país «modélico atlantista», «modélico europeísta», «modélico democrático», «modelo de transición», los servicios secretos se enteran de que la CIA no sólo anda por aquí como Perico por su casa, sino que sus aviones sobrevuelan, aterrizan, hacen largas estancias de reposo (con o sin prisioneros clandestinos, o a la espera de embarcarlos), con sus agentes […]
Este país «modélico atlantista», «modélico europeísta», «modélico democrático», «modelo de transición», los servicios secretos se enteran de que la CIA no sólo anda por aquí como Perico por su casa, sino que sus aviones sobrevuelan, aterrizan, hacen largas estancias de reposo (con o sin prisioneros clandestinos, o a la espera de embarcarlos), con sus agentes de pernocta en hoteles, por denuncias de prensa y de pequeños grupos de ciudadanos vigilantes. La colocación de las actividades criminales o de las complicidades criminales del Estado en el saco negro de las «secretos reservados», fue algo que nos colaron de tapadillo y «por consenso» cuando el asunto de los GAL. Ahora nuestros representantes parlamentarios se limitan a expresar su «insatisfacción» por las triviales informaciones que les proporcionan los espías del Reino.
Los servicios secretos españoles -cualquiera de ellos o todos ellos, vaya usted a saber- iniciaron investigaciones sobre los vuelos de la CIA cuando descubrieron por la prensa el feo asunto. Sin embargo, según han informado en secreto al Congreso de los Diputados, no pueden proporcionar más datos que los sucesivos recortes de periódicos.
Nada sabían ni nada han descubierto de los vuelos que hace la CIA -para el juego de la desaparición, la tortura y la muerte de la guerra antiterrorista de los EEUU- por los aeropuertos españoles.
«Los servicios secretos abrieron una investigación tras tener noticia por la prensa de los vuelos realizados por la CIA para trasladar de forma ilegal a presuntos terroristas, pero no encontraron indicios de delito alguno cometido en territorio español, pese a que los aviones hicieron escala aquí.»
Para vergüenza parlamentaria el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Alberto Saiz compareció ayer a puerta cerrada ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso durante más de tres horas. El jefe de los espías debió explicar minuciosamente -y a media voz como corresponde-, el proceso y los tiempos en los que los servicios secretos se enteraron del asunto a través de la información publicada en marzo de 2005 por el Diario de Mallorca.
Para más recochineo contra los representantes de la soberanía nacional, el grupo socialista dijo que la información proporcionada por Saiz «coincide con la del Gobierno» que «no tiene constancia de que se haya producido ningún hecho ilegal».
Saiz perdió también algún tiempo para explicar a sus señorías -y, según se deduce, al propio Gobierno- que no sólo no se habían enterado previamente de nada sino que la posterior investigación «tampoco pudo determinar que se llevaran a cabo vuelos secretos para trasladar a supuestos terroristas». El CNI -en situación de sueño eterno en estos asuntos tan comprometedores para sus fidelidades múltiples y para las fidelidades múltiples del Gobierno- tampoco pidió informes a la CIA.
Afortunadamente Izquierda Verde se ha declarado «insatisfecha».